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El amor, cuando está escrito con las herramientas de la buena literatura, parece que no se termina nunca. 'Galdós enamorado', que se representó anoche en ... el Teatro Cervantes con éxito de público, se basa en la correspondencia mantenida entre dos grandes. Él es Benito Pérez Galdós, respetado como un escritor excelso, soltero empedernido y con un hijo reconocido. Ella, Emilia Pardo Bazán, pensadora y novelista, limitada en la academia por el machismo de la época, casada y con tres hijos, con título de condesa y un extenso patrimonio familiar. Su relación epistolar y por momentos física (incluido un tórrido viaje a Alemania) duró más de 20 años, pero se conservan únicamente las cartas que ella le escribió a él (recogidas en el libro 'Miquiño mío. Cartas a Galdós', editado por Turner).
Al principio eran cartas de amistad, de literatura y de admiración, pero luego las misivas van subiendo de temperatura, tomando un cariz erótico plasmado sin vergüenza («Yo contigo me he reprimido siempre»). El hecho de que no hayan aparecido las cartas recibidas por Doña Emilia ha motivado varias conjeturas, azuzadas por el hecho de que muchas de ellas fueron enviadas al Pazo de Meirás que luego ocuparían los Franco. Todo esto detona una obra cuya autoría y dirección dependen de Alfonso Zurro, que despliega una fabulosa imaginación para elaborar una comedia con tintes de suspense, que parte de la nada y termina en el futuro, como si nos hablaran dos genios fantasmales, contando la historia de España reciente y pasada –siempre en crisis– y abarcando muchos matices que convierten 'Galdós enamorado' en un completo deleite. La experiencia actoral de María José Goyanes y de Emilio Gutiérrez Caba eleva aún más esta grata sensación.
Esta historia de pasión a escondidas se conocería muchos años después de la muerte de los dos amantes. El hecho de que Emilia Pardo Bazán estuviera casada o que se quisiera mantener una imagen de caballero de Galdós pueden ser claves para que estas cartas no hayan salido a la luz. Ella, en cualquier caso, defendía el placer femenino y reconocía en las cartas la violencia de su deseo.
En diez escenas
Durante 10 escenas que ocupan unos 80 minutos de duración, en 'Galdós enamorado' se despliegan todas las conjeturas respecto a estas cartas. Puede que estén escondidas, o que desaparecieran en un sospechoso incendio. Puede que fueran trituradas en cualquier trance. Las cartas escritas por Galdós serían también picantes –de eso no cabe duda–, tan ardientes que puede que la mujer de Franco las encontrara en la biblioteca del Pazo y las quemara ante la impavidez de su tristísimo marido; los dos aparecen representados por Goyanes y Gutiérrez Caba en uno de los momentos más divertidos de la obra (qué grato resulta poder reírse de aquel horror), y hay, desde el principio, ruptura de la cuarta pared y una reivindicación intelectual, pero también amorosa, cercana a lo erótico, del teatro.
En una de las escenas, la séptima, Gutiérrez Caba se mete en el papel del comisario Villarejo, que ofrece a una descendiente de Franco una falsificadora para poder vender las preciadas cartas que, por otro lado, un librero de Madrid aseguró haber visto hace más de 30 años. La trama funciona a la perfección y todo está inundado de buena literatura. Se sale del teatro con ganas de amar.
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