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Imagen de archivo de Torres Mata durante una entrevista en Diario SUR.
Francisco Torres Matas, doce años en el recuerdo

Francisco Torres Matas, doce años en el recuerdo

SUR Historia ·

El 30 de junio de 2010 el pintor nos dejaba huérfanos de su luz, de su color y de su afecto

Francisco Cabrera Pablos

Jueves, 30 de junio 2022, 00:17

El 30 de este mes de junio se cumplen doce años desde que Francisco Torres Matas nos dejara huérfanos de su luz, de su color y de su afecto. Un magnífico artículo de Francisco Gutiérrez al día siguiente en SUR daba cuenta entonces del luctuoso suceso definiendo al maestro como «El pintor de la Luz». Sean al menos mis modestas palabras un afectuoso recuerdo agradecido por lo que con él compartí y de lo que de él aprendí.

'El mantón'. Colección del autor

No pretendemos en estas breves líneas hacer una biografía de tan extraordinario personaje malagueño, porque las hay y muy buenas, y, además, excedería con creces el espacio del que disponemos. Pero, permítanme al menos destacar la editada en 2004 por el también querido amigo y maestro de periodistas como lo fue Francisco Fadón, con el que pude compartir tantas y buenas experiencias en un tiempo nunca olvidado. Una edición, por cierto, magníficamente cuidada bajo el patrocinio de Galería Arte Nova.

Paco Torres Matas fue muchas cosas en la vida, además de un grandísimo pintor. Naturalmente conocía y admiraba su trabajo, aunque no nos habríamos encontrado personalmente hasta mi incorporación a la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo (él fue uno de mis proponentes) bajo la presidencia de Alfonso Canales, en donde Paco era numerario desde 1979.

Años después, compartimos experiencias en la Junta de gobierno de la citada corporación siendo presidente Manuel del Campo: por cierto, recientemente nombrado Hijo Predilecto de Málaga en un emotivo, merecido y entrañable acto.

Torres Matas ocupaba entonces el cargo de vicepresidente 1.º y yo el de secretario. Puedo asegurar que, en el tiempo que compartimos tareas académicas, siempre estuvo dispuesto a colaborar en cuanto se precisaba con un juicio sereno, atinadas observaciones y acertadas propuestas. Su temprana ausencia nos dejó a todos faltos de su consejo, de su afecto y de su trabajo.

En 2008 tuvo lugar su última exposición antológica en el MUPAM, bajo el comisariado de la también académica de Bellas Artes Teresa Sauret, que supo hacer un magnífico recorrido por lo que había sido hasta entonces la vida y la obra de un artista, al que Revello de Toro definía como autor de «Una pintura de engañosa y aparente facilidad, sin más problemas que los muchos que nos acechan en su realización, que no son pocos.»

Un recorrido que, desde los comienzos del pintor, mi admirado Fadón rememoraba en su biografía esbozada bajo la higuera de la casa familiar. Unos comienzos sin duda difíciles, hasta dejar «en su obra siempre bien recibida, idílicos poemas de natural ternura.»

Y es que el maestro de periodistas lo conocía bien y lo definía mejor: «Y … la palabra, repito, suave, sin estridencias, capaz de no herir a nadie y subrayar cuanto en la vida hay de sencillo, hermoso, agradable como su hacer, como sus cuadros, como los poemas de vida que plasma en los lienzos allí en ese Parnasillo que un día olió a piqueta y hoy sigue albergando, sin parar, la ilusión de cada día, aquella ilusión de artista que nació hace ya muchos años.»

'El Parnasillo'. Colección del autor

En esa misma obra antológica, magníficamente editada por el área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, el maestro, académico, pintor y amigo Paco Torres Matas me pidió una modesta colaboración que hoy rescato de algún rincón olvidado de mi ajetreado ordenador. Y la rescato, al ser uno de los escritos de los que he hecho en mi vida con más cariño y, quizás, sobreponiendo el sentimiento a la racionalidad; lo cual, en el campo de la Historia en el que suelo moverme, no es demasiado aconsejable. En fin, yo decía entonces … y juzguen ustedes:

Para Paco Torres Mata, maestro de maestros

'En junio'. Colección particular

«Tengo que hablar de ti y no sé cómo explicarme. Tengo que hablar de tus lienzos, de tus trazos, de tu luz y de tus blancos. No sé, ya veremos, si es que puedo a fuerza de remirar cuando contemplo tus obras, cuando te miro en tus cuadros y hablo con sus mujeres, sus niños, sus perros, sus palomas y sus gatos.

Y eso que yo te veo, cada mañana, en el fondo de mi cuarto. Nada más salir el Sol, al primer rayo. Mujer malagueña eres que me mira de soslayo. Rojo mantón que cae sobre los hombros, inquieto y deshilachado.

Y te veo aunque no te mire, y aunque no te vea te siento, te toco, te palpo. Y se adivina en el fondo una hiedra que resbala en la pared, a su lado.

Y tengo que hablar de ti y no sé cómo explicarme, y no sé cómo escribirlo y no sé cómo contarlo.

Y bajo el rojo mantón, un vestido blanco. Tu blanco. Y sobre la cadera, el brazo. Y en el otro un niño juega y manosea la hiedra, y se relame los labios y me enseña los cachetes, apenas medio tapados por la camiseta blanca. Otra vez blanca, tu blanco. Jardín malagueño. Y al fondo, el campo.

Y me mira en los brazos de su madre, con sus rollizos mofletes apenas desdibujados en esa pincelada suelta que tiene un no sé qué, casi mágico.

Y tengo que hablar de ti y no sé cómo explicarme, y no sé cómo escribirlo y no sé cómo contarlo.

Y en el suelo tres palomas. Tan tuyas. En un patio. Se agitan sus cabezas y picotean a saltos. Y una va y me mira; las otras no están mirando. Y cada mañana las veo en el fondo de mi cuarto.

Y tras el ventanal, la mar, de azules mediterráneos. ¡Qué magnífico escenario donde colgar … la luminosa luz de tus cuadros!

'Niña con flores'. Colección particular

¡Ay Paco, Paco, Paco … quién te enseñó a pintar! Con que extraños magos aprendiste a manejar los colores, y el secreto de la luz, y a jugar con los pinceles y la esencia de ese arte. Tu arte. Y los trazos, tus trazos. Y los rojos, tus rojos. Y los blancos, tus blancos. Y me faltan las palabras, se me acaba el diccionario. Y te veo cada mañana en el fondo de mi cuarto. Nada más salir el Sol, al primer rayo.

Y tengo que hablar de ti y no sé cómo explicarme, y no sé cómo escribirlo, … y no sé cómo contarlo.»

* * *

Un abrazo fraternal querido amigo allá donde quiera que estés. Abrazo hondo, como esa mar que ¡ay de mí! tampoco acierto a explicarme, tampoco acierto a escribirlo, tampoco acierto a contarlo.

Y confío en que sigas jugando sobre los cielos del Parnasillo, que al igual que a los tuyos tanto amabas, con esa paleta mágica que siempre te acercaba a lo sublime. Desafiando la cotidiana realidad con tus trazos sueltos de formas etéreas inimaginables que terminaban convirtiéndose en una figura cualquiera colmada de un alma viva y serena. Tu alma.

'Cristo del Amparo'. Hermandad del Santo Sepulcro

Y que sigas pintando tus Cristos, tus Vírgenes, tus mujeres, tus niños, tus perros, tus palomas y tus gatos. Y tus rojos, ¡ay tus rojos! Y tus blancos, ¡ay tus blancos!

Rojos y blancos que a mí me duelen y me faltan cada día nada más salir el Sol, al primer rayo, cuando contemplo, ya sin tus pinceles, la insondable inmensidad de nuestros azules mediterráneos.

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