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Su primer recuerdo de la lírica le lleva a un casete que sonaba en el coche familiar con las romanzas de Alfredo Kraus. Pero en la adolescencia y en la juventud sus gustos eran otros. Tocaba en una banda de rock sinfónico y formó parte ... de otra de pop con la que incluso llegó a actuar en televisión. «Todos tenemos un pasado», bromea el tenor Francisco Arbós. Hasta que un día una profesora de canto, Otilia, le dijo que tenía habilidades para la lírica. Ahí empezó una carrera de fondo en la formación y en los escenarios en la que, con algunos paréntesis, continúa hoy a sus 56 años. «Esto es un examen continuo, tanto delante del público como en las audiciones».
La próxima prueba la tendrá el 1 de octubre en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina con 'Un canto a la poesía' (20.00 horas). No es un recital al uso: cada interpretación de Arbós de piezas de Schumann, Mähler y Liszt irá precedida de la declamación de los versos –traducidos al español– por parte del actor Alfonso García-Valenzuela. «Para que la gente tenga el impacto del sentimiento que hay en cada tema». Al piano, Cornelia Lenzin.
Qué 'Un Canto a la Poesía', con 'Lieder' de Robert Schumann, 'Rückert Lieder' de Gustav Mähler y 'Tres Sonetos de Petrarca' de Franz Liszt.
Quién Francisco Arbós (tenor), Cornelia Lenzin (piano), Alfonso García-Valenzuela (actor).
Dónde Sala Unicaja de Conciertos María Cristina.
Cuando 1 de octubre a las 20.00 horas.
Entradas 12 euros (7 euros entrada joven) en www.eventbrite.es.
Arbós hace lírica desde las bases, en pequeñas y medianas salas de toda la provincia y fuera de ella. «Pero me gustaría que me dieran más oportunidades localmente», admite. Por ejemplo, en la temporada lírica del Cervantes. En plena pandemia le llegó una de esas llamadas que marcan un punto de inflexión: le proponían debutar dos roles en la Ópera de Fuerteventura, sin demasiados ensayos previos, prácticamente de una semana para otra. Y lo hizo, fue 'Don José' en 'Carmen' y 'Canio' en Pagliacci. «Fue una experiencia estresante pero muy interesante». Un éxito en estos momentos y esas circunstancias.
Pero no es fácil que lleguen ocasiones así. «Las oportunidades se le dan a los jóvenes», le ha llegado a decir un agente. Si en otro tiempo la edad en la lírica era un punto a favor por la madurez de la voz y la experiencia vital, hoy este sector «también se está convirtiendo en un mundo muy audiovisual». Prima la imagen: «Ves una página de un agente de cantantes y parece más una agencia de modelos». Hay papeles que Arbós sabe que ya no serán para él, «porque te piden físico de galán o que seas un jovencito», pero el repertorio es amplio.
«Sigo luchando. La ventaja que puedo tener es que no hay tantos tenores de mi tipo de voz, para papeles grandes tipo Cavaradossi ('Tosca') o Calaf ('Turandot'). Por ahí es por donde tengo que seguir intentándolo», mantiene. Lo difícil es dar dar el salto de un circuito a otro: desde el pequeño y mediano escenario al grande. «Llegar a los niveles de arriba es realmente complicado». Para eso es fundamental tener la ayuda de un agente: «Pero esto es la pescadilla que se muerde la cola, el agente necesita que tú tengas un currículum consolidado para poder venderte a los teatros».
Pese a todo, no ceja en su empeño: «Sigo porque pienso que merece la pena y porque veo que sigo evolucionando, no me estanco». Su «ambición» a corto plazo es poder hacer un rol protagonista en un teatro mediano y, si fuera posible, actuar en el Cervantes. «Ese sería mi siguiente paso».
Porque lleva toda la vida vinculado a la música y cultivando la voz. Nacido en Madrid pero criado en Málaga, Arbós se formó en la Escuela de Canto de Madrid, en el Conservatorio Superior de Málaga y también con profesores particulares. Unos problemas de salud le obligaron a dejar la profesión durante un tiempo –«No estaba en plena forma y para el canto hace falta mucha energía»– y la retomó hace algo más de quince años. La compagina con el alquiler turístico de una propiedad para completar los ingresos, pero en su cabeza está el centrarse única y exclusivamente en la lírica.
En Málaga, asegura, hay público. Quizás no exista la tradición de otros lugares del norte, pero las dos sesiones de óperas que se suelen hacer en el Cervantes se llenan. Y, además, es una «tierra de voces» gracias en parte a la labor del Coro de Ópera de Málaga, que tuvo a Carlos Álvarez entre sus filas. Lamenta que la crisis pueda servir ahora de excusa para retrasar aún más el tan esperado Auditorio de Málaga, una infraestructura cultural a la que cree que se le podría sacar mucho partido a nivel turístico.
Él no pierde la esperanza, ni en esto ni en la proyección de su carrera. «Hay que tener sueños grandes, yo no renuncio a nada. Voy a seguir luchando y yendo a por todas».
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