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CRISTINA PINTO
Sábado, 4 de junio 2022, 00:36
Desde la entrada del centro de salud Victoria hasta llegar a su consulta, Francisco Milia Pérez para varias veces a saludar. Ana, parte del personal de limpieza, hace una pausa para hablar con él: «Es que eres el mejor, te vamos a echar de menos». ... Parece una despedida y lo es. Este médico de familia acaba de terminar su residencia en este centro de salud malagueño y quería hacer algo especial desde lo que es su otra pasión: la fotografía. «Es como una forma de terapia, al final quería cerrar esta etapa haciendo algo que pudiese decirle a la gente con la que he trabajado este tiempo lo mucho que me han enseñado y han hecho por la sociedad en estos años», desvela Francisco Milia ya sentado en la consulta. Ese cierre de etapa es 'Nunca nos fuimos', la exposición audiovisual que rinde homenaje al personal sanitario por el trabajo que han hecho durante estos últimos años por los vecinos del barrio de La Victoria en la etapa de oleada tras oleada de Covid-19.
Ahora, esos pasillos centrales por los que Francisco Milia pasaba para llegar a su trabajo están decorados con los retratos de una selección de 18 compañeros que no solo hablan por sus gestos o miradas, sino que lo hacen a través de los códigos QR que les acompañan con unos dos minutos de conversación con cada uno. Una exposición que se inauguró ayer y que se podrá ver hasta el próximo 14 de junio. Y lo de este médico de familia con la fotografía no viene solo por esta despedida, él lleva ya más de diez años con la cámara, aunque los dos últimos de forma más profesional: «Cuando era pequeño mis padres tenían una compacta y le hacía fotos a las naranjas de mi casa hasta que unas navidades me regalaron la Canon y flipé. Me gusta mucho la fotografía porque me meto en mi mundo, observo y voy haciendo fotos», aclara.
Tenía claro que quería estudiar Medicina para ser médico de familia y así fue. Pero sabía que su mundo interior estaba rodeado de arte porque, además de gustarle la fotografía, escribía e incluso le llamaba la atención el teatro. Algo que empezó a desarrollar en 2018, justo el año que también inició su residencia en el centro de salud Victoria. Conoció a la actriz malagueña Alessandra García y a su grupo de teatro de la Universidad de Málaga: «Siempre, desde pequeño, tuve interés por todo lo artístico. Me había dedicado a escribir y llevaba tiempo queriendo hacer teatro, por eso probé con el taller 'Uma Escena'. Ahí, Alessandra García fue para mí una revelación total, me ha dado habilidades para hablar en público y controlar la escena, algo que para un médico es importante; además de quitarme todo el miedo escénico que pudiese tener», explica.
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Y una cosa llevó a la otra. Conoció a la pareja de Alessandra García, la poeta Violeta Niebla. «Me metí con ella en los 'pUMAs' y ahí fue cuando me atreví a escribir poesía. Fui uno de los primeros 'pUMAs', coincidí con un grupo de gente súper potente que me estimuló para escribir y desarrollarme en este terreno», asegura Milia Pérez. Tanto que llegó a ser finalista de MálagaCrea e Irreconciliables. «¿Usted cree que nos veremos el año que viene? / Claro que sí, Francisca, como siempre / Yo lo que quiero es morirme / Este cuerpo no tiene arreglo / Cada día ocho pastillas / El ahogo me ata / Pero no termino yo de morirme / Ánimo, Francisca, está usted hecha una niña», escribe Francesco Milia en una parte del poemario 'La Muda', que publicó en 2019. «Lo que han generado Violeta y Alessandra en mí es de lo mejor que he tenido en mi vida», asegura Francesco Milia al recordar sus inicios en el teatro y la poesía.
Su trabajo es y ha sido parte de su inspiración en el arte, aunque en 2020 el estallido de la pandemia mundial provocase que este médico dejase de escribir poesía y hacer teatro. «El sistema sanitario colapsó y pasamos a estar a la merced de lo que se necesitase. Han sido dos años en los que cada vez que parecía que remontábamos llegaba una nueva oleada», recuerda al hablar de la crisis del Covid-19. «La realidad es que nunca nos fuimos», señala varias veces durante su testimonio. «El teatro lo dejé, aunque no descarto retomarlo. Respecto a lo de escribir, tengo las notas del móvil como mejor aliado para apuntar cualquier cosa que se me viene a la cabeza. De hecho, siempre pienso que cuando tenga tiempo las revisaré y sacaré cositas», confiesa.
Cuatro años de residencia le han bastado para aprender y toparse con la realidad. «Es precioso ser médico de familia porque te ocupas de la persona casi desde que es niño hasta que muere: todo su recorrido vital, sus hábitos de vida, les acompañas en su día a día... Y a mí eso me encanta. Pero el problema es que vamos tan sobrecargados que no da tiempo a realizar una buena medicina de familia», lamenta el sanitario. «Necesito repensar, ver dónde voy a ser más feliz haciendo este tipo de medicina que me gusta. Por ahora me voy a ir un tiempo fuera con mi pareja, cuando vuelva regresaré a mi profesión, quiero seguir siendo médico de familia pero, por ejemplo, de emergencias». Este médico-artista necesita su tiempo y, cuando vuelva, recordará la frase: 'Nunca nos fuimos'.
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