La escena malagueña le echa coraje: Así son las producciones locales que se verán en el 40 Festival de Teatro

El cartel es un reflejo de estos tiempos: son obras que han salido adelante con los recursos justos y sin grandes artificios, pero con horas de trabajo detrás para encontrar la manera de conectar con el público. Incluso en las propuestas más clásicas en su formulación, hay algo que rompe con lo convencional y con las maneras del teatro tradicional. Porque el espectador de hoy no es, ni siquiera, el de hace 20 años: la escena compite ahora por su atención contra decenas de estímulos antes inexistentes.

El teatro de texto se enriquece con la performance y el movimiento corporal en propuestas como la que presenta por primera vez en Málaga Alberto Cortés, dueño de un lenguaje propio que agita la escena ('One night at the Golden bar'). Una amalgama que también está en 'FFF ¿Cuánto vale una camiseta?' de Rafael Bulé, que recurre a una dramaturgia «rupturista», con saltos entre disciplinas, para captar el interés del patio de butacas. Nora S. Cantero, que debuta con '4:48 Psychosis', no entiende otra forma de crear que no sea con el trabajo colectivo, la mezcla de lenguajes y la experiencia personal. Y esto último es otro de los aspectos recurrentes: dime quién eres y te diré qué teatro haces.

Junto a las mencionadas, 'Donde mueren las palabras' de Ángel Caballero -que por fin llega a Málaga- y 'Se suspende la función' de Juanma Lara parten de las propias vivencias de sus directores, son sus historias ficcionadas. Juanma Lara se atreve además con una lengua totalmente nueva para él, la de signos, a la que dota de valor artístico para transmitir una historia. Una elección valiente, como la de Nieves Rosales, que vuelve a dirigir texto después de muchos años volcada en la danza con 'El arrepentido', un monólogo de una hora en torno a un mito clásico. Un valor que también demuestra Manuel Collado al apostar por la filosofía para crear la obra que ganó el último MálagaCrea, 'La legalidad del mal'.

De las ocho, solo una rompe la cuarta pared: David García-Intriago regresa al AC Málaga Palacio para su ya popular propuesta de teatro sensorial con 'Ellas de oro'. Obras con personalidad que evidencian que aquí hay mucho que contar.

'Donde mueren las palabras' se estrenó en el Teatro Lara de Madrid en 2019. Se programó para dos meses, pero acabó quedándose un año. La obra escrita y dirigida por el malagueño Ángel Caballero consiguió hacer universal una historia particular, la suya propia, la de un joven que deja su ciudad natal para perseguir sus sueños en Madrid. Por el camino, hay amores, desamores, amistades que se pierden y otras que se ganan en pisos compartidos; y salen a relucir temas como la homofobia o el suicidio juvenil. «Pero no deja de ser una comedia. Con la risa como salvoconducto se llega mejor al espectador», reflexiona Caballero.

Él se marchó de Málaga con solo 18 años para formarse con Cristina Rota en el capital. Esta obra fue su debut en la autoría y se quedó a las puertas del Premio Nacional de Literatura Dramática de 2020. Ahora, por primera vez, la enseña en casa, en un Teatro Echegaray con sus «amigos de toda la vida» sentados en las butacas, los mismos que le inspiraron para perfilar a los cuatro protagonistas del montaje. Les dan vida Daniel Arias, Iván Montes, Alejandro Vergara y el propio Caballero. El malagueño regresa al lugar donde esta historia empezó para cerrar un ciclo y abrir una nueva etapa, una gira que le llevará otra vez al Teatro Lara durante, de momento, diez semanas.

Al espacio que en el Siglo de Oro ocupaba la mujer en el corral de comedias se le llamaba cazuela. Allí estaban apretadas como los garbanzos, acaloradas como el guiso. Por eso, el plato principal de la noche será 'Cazuela de ternera estofada al oloroso con patatas doradas'. Palabra y comida, teatro y gastronomía, van una vez más de la mano en la función de La Líquida para el hotel AC Málaga Palacio. David García-Intriago vuelve a transformarse en un cómico de la legua para, en esta ocasión, hacer visible a la mujer y el contexto femenino del Siglo de Oro.

'Ellas de oro', desde el 13 de enero al 5 de febrero (de jueves a domingos), es la única apuesta del festival fuera de los escenarios convencionales. Una propuesta que llega avalada por la década de experiencia de la compañía malagueña en este formato teatral y sensorial desde aquel 'Oh Vino'. García-Intriago recurre «a lo mínimo para contar lo máximo»: él afronta un texto cargado de historia, anécdotas y sentido del humor, con la única compañía del violín de Santiago Vockram. «Destila una pureza increíble. Sin nada, construimos un mundo». En determinados momentos de su monólogo, elegidos a conciencia, se servirá la cena: aperitivo Besos Barrocos (queso con uvas) y la cazuela con agua, vino, aloja y pan. Una experiencia completa.

Alberto Cortés habla de «lo marica» con total naturalidad, desestigmatizando la palabra y eliminando la gruesa capa de desprecio que había acumulado. Porque ese es el término que representa aquello de lo que quiere hablar, del hombre que no tiene miedo a la fragilidad, a la vulnerabilidad, a lo femenino. Desde esa «mirada 'queer' y marica», el dramaturgo y creador malagueño lanza una declaración de amor sin renunciar a lo cursi. «Todos hemos pasado por ahí, por lo ridículo y estúpido que nos sentimos en el amor a la hora de decirle a alguien 'me muero contigo si me miras'. En ese registro de declaraciones directas que parecen sacadas del diario de una quinceañera y que te ruborizan a ti mismo hay algo que me interesa y que conecta con la gente», explica.

Creador inquieto y a la vanguardia de los nuevos lenguajes teatrales, su puesta en escena atraviesa «el cuerpo y la palabra» a través del teatro, la poesía, la performance, la música. «Porque no entiendo la escena como una casilla a rellenar con una etiqueta concreta, sino como una superposición de capas de muchas cosas distintas». Este será el estreno en casa de una pieza que ha recorrido la geografía desde su mismo proceso de creación, con la colaboración de Teatro Calderón de Valladolid, Junta de Andalucía, Centro Conde Duque y Graners de Creació.

La trama sigue a dos camisetas a lo largo de 20 años desde que se planta el algodón hasta que se vende en una conocida franquicia por pocos euros. Y casi nada es ficción. Espacio Creativo La Casa de Enfrente se nutre de personas reales descubiertas durante el proceso de investigación para elaborar una historia que invita a la reflexión a partir del teatro documental y de la autoficción. «Yo también tengo una camiseta guardada desde hace años, representa una parte de mí que quise esconder mucho tiempo pero la vida te la vuelve a sacar. Y aprendes a reconocerla y aceptarla», explica Rafael Bulé, al frente de la dramaturgia y la dirección.

Lo novedoso no está solo en lo que cuenta sino en cómo lo hace. Apuesta por una dramaturgia «muy rupturista» para mantener la atención de un espectador hiperestimulado. Cada poco tiempo, hay un cambio de foco a través de la introducción de otro lenguaje, ya sea textual, visual, performance o fragmentos reales de distintas procedencias. Ha sido un proceso de creación muy orgánico en el que han participado todos los que hacen la obra: desde la coreógrafa Nieves Rosales a los actores JP Ramírez, Lorena Roncero y Rebeca Hernández. Con esta pieza debuta La Casa de Enfrente, colectivo creado en Casabermeja por Bulé y la artista plástica Teresa Ifni.

«He descubierto lo bonito que es hacer el sol con sus brazos», dice Juanma Lara. El actor y director se ha convertido a una nueva lengua, la de signos, con un «potencial extraordinario» para transmitir la poesía y el drama. Un taller de teatro para sordos le cambió su visión de la comunicación. Él era el único oyente. Cuando el intérprete se ausentaba, se sentía perdido; y cuando estaba, caía en la trampa de quien escucha: «¡Estoy hablando, miradme!», decía hasta que se daba cuenta de que ellos debían prestar atención al traductor. «Pero cuando empiezas a conocer la lengua de signos, te das cuenta de que no hay mejor manera de expresar una idea. Y descubrí que podía usarla como vehículo artístico».

Con los alumnos del taller, Juanma Lara ha montado una función totalmente inclusiva hecha en signos y traducida con una voz para que llegue al oyente. Es su propia experiencia: una directora oyente es enviada a una institución para dirigir una obra con lo mejor del teatro universal y al llegar se da cuenta de que todos los actores son sordos. Con 'Se suspende la función' se estrena la compañía Mucho Ruido –creada por Lara y Esther Ramallo– y se inaugura la Escuela de las Artes en Lengua de Signos. «Estos sordos van a hacer mucho ruido, se pueden decir muchas cosas sin emitir sonido», concluye.

Adolf Eichmann, el 'arquitecto' del Holocausto nazi, alegó en el juicio que él actuaba conforme a la moral kantiana. Nunca se sintió culpable por impulsar la solución final, como recalcó la filósofa Hannah Arendt en 'Eichmann en Jerusalén'. Él solo cumplía con su deber. A partir de ese ensayo y del libro de Michel Onfray que recrea un encuentro onírico entre el criminal nazi y Kant ('El sueño de Eichmann'), se construye 'La legalidad del mal', un combate dialéctico entre estas dos mentes, entre una persona fría y calculadora y un ilustrado defensor de la paz. Desde las tesis kantiana, Eichmann intentará demostrar que lo que hizo es legal. Kant desmontará sus ideas.

La obra, de la Cía. Mojiganga Sociedad Ilimitada, tiene una enorme carga filosófica, reflexiva y profunda, pero no por ello resulta inaccesible para el público general. De hecho, el título se alzó con el primer premio MálagaCrea de Artes Escénicas. Es, dice su director Manuel Collado, un ejemplo de «teatro pobre» pero efectivo. «Reducimos a la mínima potencia lo que puede significar una obra teatral»: dos actores y un buen texto, articulado a modo de juego de esgrima o ping pong para involucrar al espectador en esa tensión dialéctica entre ambos protagonistas (interpretados por Manuel Ramírez y Carlos Alarcón).

En cuanto leyó el texto supo que tenía que convertirlo en su proyecto fin de carrera. Era todo un desafío. La dramaturga Sarah Kane completó '4:48 Psychosis' poco antes de suicidarse, en un estado de depresión profunda, y no dejó indicaciones de nada: ni de lugar, ni de los personajes. «Así que empecé a tirar de mí», explica Nora S. Cantero. Ella misma atravesaba una depresión en ese momento y el texto la pareció la «perfecta representación» de ese estado. Pero el resultado no solo habla de ella, la salud mental afecta a todos.

«Hay que luchar contra el estigma que tienen incluso muchos médicos: 'si eres muy joven' o 'cómo vas a tener depresión si no te ha pasado nada'». Y esa expresión recurrente de 'no estés triste' «no ayuda», recalca. Por eso, para dejarlo claro, la usa como nombre de su grupo: No Estés Triste Producciones. «A lo mejor esa persona solo quiere compañía, no el consuelo. Porque sí qué pasa algo aunque no haya pasado nada». La directora lideró un proceso de creación colectiva donde todo el equipo participó activamente. Ensayo tras ensayo, se fue construyendo la función. «El teatro clásico se me queda vacío, necesito crear desde mí. Y lo que más me permite explorar es el teatro de creación colectiva y formas contemporáneas: danza, movimiento, iluminación... una amalgama».

Ningún texto clásico da voz a Jasón, nadie aporta su versión de los hechos. Según cuenta el mito, el héroe griego repudió a Medea para casarse con la hija del rey de Corinto. Ese desprecio provocó la ira de la hechicera que, movida por los deseos de venganza, acabó con la vida de los dos hijos que tuvo con Jasón. «Pero como en todas las historias, hay dos verdades». 'El arrepentido o los demonios de Jasón' completa esa parte de la historia nunca contada con un texto «emotivo y emocionante» que firman Raúl Cortés y Mercedes Martínez. Lo escribieron a petición de la directora y coreógrafa Nieves Rosales (SilencioDanza) y del actor José Carlos Cuevas (Jóvenes Clásicos), que buscaban un monólogo en el que trabajar juntos.

Para ambos es un reto. Con una carrera centrada en la danza, Nieves Rosales vuelve aquí a la dirección de texto, especialidad en la que se formó en la ESAD. «Me apetecía volver a dirigir a actores. Ellos siempre se lanzan sin red», les reconoce. Por su parte, José Carlos Cuevas se aparta del verso, su lenguaje natural en la escena, para sostener solo un monólogo de algo más de una hora de duración. Nieves Rosales se vale, no obstante, de su experiencia con el movimiento y combina la parte textual con la acción física para mantener el ritmo y la atención del público.