![Fernando Savater: «Me niego a ver al Museo de San Petersburgo como cómplice de Putin»](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202203/17/media/savater.jpg)
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El sentido del humor acompañan las reflexiones de un militante del pensamiento libre de cualquier atadura ideológica. ETA, la educación y los nacionalismos han sido también objetivo de sus muchas batallas. Fernando Savater (San Sebastián, 1947), escritor y articulista imprescindible, ha pasado por Málaga para ... presentar en el MaF 'Solo integral', una recopilación de cien artículos, enriquecidos con una nueva columna en la que revisa su pensamiento.
–Publicó 'La peor parte' cuando su mujer falleció y aseguró que no volvería a escribir ningún libro, pero se reencuentra ahora con los lectores con esta recopilación. El artículo, ¿es su última bala?
–Dije que no iba a escribir libros. No tanto por una decisión sino porque ya no tengo fuerzas. Ponerme a la labor de buscar bibliografía, hacer el esquema de un libro de filosofía –que he escrito demasiados quizás– de eso ya no soy capaz. Artículos escribo todas las semanas. Visto de alguna manera, es la última bala.
–Durante décadas escribía casi un libro al año, ¿no dormía?
–He escrito muchos libros, pero también muchas recopilaciones de artículos. He escrito muchísimo en prensa, al principio, por necesidad. Me habían echado de la Universidad, necesitaba ganarme la vida, estaba recién casado y con ventipoquísimos años.
–Spinoza, uno de sus referentes, decía que si no quieres repetir el pasado, estúdialo. La guerra de Ucrania, ¿demuestra que no se han hecho los deberes?
–No soy un especialista en geopolítica, pero creo que el haber dejado que Rusia se apoderase en su día de Crimea, prácticamente sin coste ninguno y hasta con elogios por parte de algunos, le ha abierto el apetito. A los leones, si les das medio bocadillo, no se quedan contentos. Lo que quieren es comerse el bocadillo entero y, de paso, al que se lo está dando.
–También decía el filósofo que no son las armas las que vencen los ánimos, sino el amor y la generosidad. ¿Explica eso la resistencia de los ucranianos?
–Ya que está muy 'spinozista', le diría que hay otra cosa de Spinoza que me parece más relevante, el 'conatus', el deseo de cada ser de permanecer en su ser. Eso es verdaderamente lo que está ocurriendo en Ucrania. Hay un instinto de supervivencia, no solo en lo territorial o físico, sino también cívico, que está reclamando sus derechos.
–¿Resistirán?
–No tengo grandes esperanzas en que la resistencia vaya a ser un éxito. Acuérdese de esa vieja copla española que dice: 'Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos'. Me parece que Dios va a ayudar más a los malos.
–¿Está justificado el veto cultural a Rusia decidido por España?
–Creo que eso es un poco pegar al retrato en vez de pegarle a la persona. La cultura no tiene la culpa. La mayor parte de la cultura rusa no está entusiasmada con Putin. He vivido casi 30 años de mi vida bajo una dictadura y a ninguno de los creadores nos gustaba que nos relacionasen con Franco.
–¿Cerraría el Museo Ruso de Málaga?
–No veo por qué. Me niego a ver al Museo de San Petersburgo como cómplice de Putin. Si Putin tiene derecho sobre Dostoyevski o un museo le estamos dando una realeza que no tiene. Ni Franco era el Museo del Prado ni Putin es el Museo de San Petersburgo.
–Casualidad poética, tiene ahora una gran exposición titulada 'Guerra y Paz'.
–¡Ahí lo tiene! Hoy he buscado en internet 'La gran puerta de Kiev' de la suite 'Cuadros de una exposición' del ruso Mussorgsky y le he mandado la pieza a un montón de amigos. No creo que haya que cancelar a Mussorgsky, ni mucho menos.
–Sin la posibilidad del amor, estamos lejos de nosotros mismos, leo en uno de los artículos de su nuevo libro. Si es así, ¿hay mucha gente alejada?
–No me atrevo a juzgar el alma de los demás. Para mí el amor es un poco lo que da sentido a la vida. El amor es lo que te permite dejar de vivir para algo y empezar a vivir para alguien. A mi juicio, para un ser humano es la fórmula perfecta de vivir. Lo propiamente humano es vivir para alguien. Y eso es lo que da el amor. Yo no sabría vivir sin eso. Las veces que me ha faltado he vivido mal.
–Poliamor y nuevas fórmulas, ¿las entiende?
–Creo que el amor respeta la forma de ser de la otra persona. Cuando me enamoro de alguien me enamoro de esa persona y no de la idea que tengo de cómo debe ser esa persona o cómo debe portarse. Eso sería seguir enamorado de uno mismo. No soy celoso. Perfecciono la frase, no tengo ya edad de ser celoso. (Risas)
–En 'La peor parte' confesaba que usted desliga el amor de la fidelidad, el amor del sexo...
–Bueno, bueno. No soy ni mucho menos adversario o enemigo del sexo, pero el sexo no es el amor. Cualquiera que ha vivido lo suficiente sabe que el sexo es una cosa muy agradable. Creo que era Woody Allen quien decía que el sexo sin amor es una experiencia vacía, pero dentro de las experiencias vacías es de las mejores. El amor es otra cosa. No está ligado a una propiedad de la otra persona. Los que son fieles son los chuchos. Las personas tenemos que ser leales. He intentado siempre ser leal, aunque reconozco que he sido pocas veces fiel. (Risas)
–¿Le quita el sueño la crispación de la política española?
–En absoluto, ¿por qué? La política está crispada en muchos lugares, no sólo en España.
–Sí, pero aquí sufrimos las consecuencias.
–Tiene razón. Pero hay sesiones en el Parlamento británico donde se pegan y se dicen unas cosas y organizan unas zapatiestas. ¡Ellos, que son el colmo de la pachorra política! Lo que me preocupa es la falta de sustento argumentativo en las posturas políticas. Que las personas se enfrenten vehementemente no me parece malo, incluso diría que me parece bueno. El problema es cuando se pierde la argumentación.
–Pero oímos más insultos que argumentos.
–Los insultos no son argumentos. En la 'Historia universal de la infamia' de Borges, en una discusión entre dos personajes de la literatura inglesa uno le tira a otro un vaso de agua a la cara y el otro dice: «Esto es una disgresión, espero su argumento». (Risas)
–Si Pedro Sánchez tuviese menos ego y más argumentos, ¿sería mejor gobernante?
–No sé si soy un vicioso de la razón, pero a mí me gusta que me convenzan. Tolero que las mujeres me seduzcan y no me argumenten, pero quiero que los políticos me argumenten.
–Pero, ¿da argumentos el presidente?
–Yo no los recuerdo (Risas). Igual los ha habido. Yo es que tengo mala memoria. Aunque recuerdo cosas que dijo que ni hablar y no se habían marchado los periodistas y ya había dicho otra distinta.
–¿Es comprensible desde el punto de vista de la razón que el ciudadano no estalle?
–Me extraña el desenfado con el que todavía se apoya a un Gobierno y, sobre todo, a un presidente de Gobierno que ha dado tantas muestras de falibilidad, por decirlo de una manera suave. Si ha habido alguien que se ha ganado la repulsa de los ciudadanos a pulso ha sido Pedro Sánchez. Me extraña que todavía se le pongan peros como a un amiguete que se ha pasado de copas un día. Por otra parte, ha tenido la suerte de no tener enfrente a nadie que mínimamente hubiese logrado la adhesión de la gente. Se lo habría llevado por delante, lo que pasa es que no lo habido.
–¿La apertura de la puerta del gobierno a Vox en Castilla y León cambiará el tablero político?
–¿Por qué? La Constitución española es lo suficientemente amplia como para admitir partidos de extrema derecha y de extrema izquierda. Uno puede compartirlas o no, pero lo que no se puede hacer es mandar al exilio al que ha elegido alguna de esas opciones. Me parece mucho más peligroso, con mayúsculas, los apoyos que tiene ahora mismo el Gobierno de Bildu, Podemos, etcétera. Creo que son mucho más anticonstitucionales, antiespañoles y antidemocráticos que lo que es Vox.
–¿Votaría a Vox?
–A mí Vox es un partido que no me gusta, no quiero votarle, pero ahí está, y probablemente se alimenta de los errores de los demás. Soy muy malo haciendo pronósticos, pero estoy seguro de que no va ser la última vez que los veamos en un gobierno.
–La próxima cita electoral es en Andalucía.
–A eso me refiero. (Risas)
–¿Y tendrá argumentos Feijoo para salvar al PP?
–Ojalá. Ahora que no nos oye nadie le diré, que entusiasmo por Feijoo tampoco tengo. Creo que es una persona hábil y razonable, pero le he visto demasiado en el ámbito del nacionalismo 'ligth'. Un amigo me dijo que Feijoo es un Rajoy trabajador. Me parece una buena definición. Lo prefiero al Sánchez actual. Pero no sé si eso es lo que necesita hoy una derecha que quiere cambiar el paso del país. Es una alternativa que, en la práctica, es casi lo mismo, pero con otros colores.
–Ayuso sí le da argumentos. La votó y lo declaró en su artículo más polémico. ¿Se arrepiente?
–No, en absoluto. Un hermano mío siempre me dice, nunca digas lo que vas a votar porque siempre los hundes. Por una vez que voto una cosa que la inmensa mayoría de los madrileños votaron no me parece una originalidad mía. Como tantos otros madrileños voté a Ayuso, que me parece un fenómeno político que sí es distinto de los demás. Ayuso se sale de lo que hemos conocido, y se sale para bien.
–¿Añora más a Pablo Iglesias o a Pablo Casado?
-No, no. Yo tengo simpatía por Casado, creo que era una buena persona y me gustaban sus dotes parlamentarias. En política, como es todo, el que se equivoca paga. Le han pasado factura una serie de errores.
–¿Qué siente cuando Otegui dice que siente el dolor de las víctimas de ETA?
–En primer lugar, lo que sienta o no sienta Otegui me da igual. Yo lo que quiero que diga es que hay que defender la Constitución, que hay que defender la unidad del país y que los que se han opuesto a ella con crímenes, con extorsiones, etcétera, han sido unos criminales y están bien en la cárcel.
–¿Una democracia que considera inviolable a un rey que ha cometido delitos es una buena democracia?
–La figura de un rey es anómala dentro de la democracia, porque la democracia lo que plantea es que todos los cargos sean electivos. La figura del rey se justifica por un proceso histórico, pero siempre es una figura anómala. Cuando el rey se porta bien todo es estupendo, el problema es cuando el rey no se porta bien. Juan Carlos hizo muchas cosas buenas. Estuve en la cárcel con Franco y cuando llegó la Monarquía sentí un poco el alivio de sentirme protegido por una institución que representaba Juan Carlos. No puedo regatearle el agradecimiento, pero me ha decepcionado que emplease su prestigio y su encanto para cosas que cualquier oligarca de los que hay por ahí está haciendo.
–El fracaso escolar, ¿es el fracaso de todos?
–Es un fracaso escolar que hoy en día haya regiones en España en las que no se pueda estudiar en la lengua de la mayoría de los estudiantes. Es el País Vasco o en Cataluña hay muchos estudiantes que fracasan porque tienen que estudiar en una lengua que no es la suya. La lengua materna es tu lengua y en esa es en la que tienes que estudiar, más cuando esa lengua materna está apoyada constitucionalmente.
–El metaverso, ¿acabará con la filosofía y la ética?
–Eso son todo entretenimientos. En el mundo, cuando empezaron los primeros filósofos, no había libros impresos. Aristóteles no tuvo nunca un libro, en el sentido actual, en las manos. Luego vinieron los libros impresos, los libros ilustrados y el audiovisual. Han variado mucho las circunstancias, pero los seres humanos seguimos siendo muy parecidos a lo que éramos antes. Los problemas de un ser humano son que nacemos, vivimos, nos enamoramos y morimos. Eso es lo que hay. El metaverso no va a cambiar eso.
–Cuando le detuvieron siendo universitario durante el régimen de Franco, la ficha policial le clasificaba como un radical moderado, ¿lo sigue siendo?
–Sigo siendo moderado y, a ratos, radical. Veo con asombro que mucha gente se escandaliza de las cosas que digo. Yo procuro aplicar el sentido común. Eso sí, no me pliego a la obligación de dar la razón a los demás. Le doy la razón al que creo que la tiene.
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