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Fernando Hurtado
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Fernando Hurtado
A sus 56 años, Fernando Hurtado no piensa en jubilarse. Aunque podría hacerlo con 60, después de más de tres décadas sobre el escenario este ... bailarín y coreógrafo malagueño sigue disfrutando. «Estoy ágil, con ganas», confiesa el artista, con una dilatada trayectoria al frente de su propia compañía de danza contemporánea, con la que ha realizado representaciones en Europa, Asia, África y América.
–¿Sigue viajando mucho?
–Con la pandemia tuvimos un parón, pero ya hemos empezado. Siempre es complicado trabajar con los políticos. Dependemos de los demás, da igual lo que hagas, por muy buen bailarín, coreógrafo, productor, empresario cultural... dependemos de otros. De los concejales, de presupuestos, hasta de mis trabajadores. Hay que recordarles fechas. No hay suficientes recursos para que se vea recompensado el trabajo.
–¿Desde cuándo lleva bailando?
–Empecé a los 23. No fui un talento precoz. Me dedicaba a jugar al fútbol profesionalmente. Conozco Nerja desde que venía a jugar en juveniles. Jugué de los 18 a los 23 años en Tercera División, en El Palo, el Benamiel y el Almuñécar. Lo dejé porque empecé a hacer diseño gráfico, que era también mi trabajo, mi formación. Allí empezaron a hacer pases de modelo, organizar obras de teatro para los vestuarios y me fueron metiendo. En un momento dado entré en una escuela y allí fue donde me dijeron que por mi físico podría tomar clases. Se me daba bien y me animaron a continuar. Entonces me ofrecieron una beca para Francia.
–¿Le sirvió el fútbol para bailar?
–Físicamente sí, porque era ágil. Jugaba de lateral, subía, bajaba, corría... Por el fondo físico también. Voy a cumplir 57 y sigo bailando. En España, que conozca, somos cinco los que pasamos de los 55 y seguimos bailando. Mi trabajo es muy físico, hay otros que son más minimalistas, es un trabajo más teatral. Pero el mío requiere ese esfuerzo físico, que hay gente joven que no lo aguanta.
–¿Qué es para usted la danza?
–Todo el mundo debería pasar por conocer su cuerpo y sus posibilidades de movimiento. No lo limitaría a la danza. Tenemos un taller en la Universidad de Málaga que se llama 'El cuerpo en movimiento'. ¿Cuándo empieza la danza, cuándo uno está bailando? Siempre digo que cuando uno tiene un motivo para bailar, una finalidad. Lo demás es movimiento. Si no hay un motivo artístico, un mensaje que decir. No tienes que tener una formación para bailar. Si te dan unas pautas y te dirigen y eres capaz de expresar cosas con tu cuerpo, eso es la danza.
–Sí que es un lenguaje universal...
–Efectivamente, nos hemos movido por Latinoamérica, África, Asia y Europa... La danza es eso. Escucha la música, sigue tu cuerpo, si ahí vas buscando un objetivo, por ejemplo, hablar de la soledad. Empiezas a meterle un mensaje, ahí empieza la danza. No hace falta técnica, pero si tienes conocimientos y unas bases eso te ayudará. Te puedes mover, pero si tienes conocimientos de cómo funciona tu cuerpo, tus articulaciones, tu esqueleto... Quizá puedas moverte con más conocimientos.
–¿Qué temas le interesan?
–La condición humana, cosas que me pasan, que veo, que me conmueven. Empezando por una imagen, una frase, un libro o una escena de una película. 'El retrato de Dorian Grey' es una obra que me atrapó desde los 16 años. Recuerdo un viaje por Sudáfrica y el desierto, la soledad total.
–¿Cuántos montajes lleva?
–Llevo 23 años con la compañía, he hecho entre 30 y 40 y para otras otros 30. Son producciones de largo formato, de una hora. Puedes hacer de 15 ó 20 minutos, pero si es de una hora es porque están pasando cosas. Me gusta la dramaturgia, siempre tiene que haber un motivo para que ocurra una escena y un motivo para pasar de una a otra. Necesito que tenga relación cada parte del espectáculo.
–¿Ha tenido algún tipo de censura en algún país?
–Tuve que adaptar una pieza sobre el Holocausto judío, llamada 'Las mariposas ya no viven aquí'. En Panamá, Costa Rica, México, Guatemala y Miami tuvimos que adaptarla al usar cierta música. No fue censura, lo adaptamos de buen rollo. Luego en Memphis, también en Estados Unidos, sí tuve que quitar una parte de otro espectáculo en el que bailaba con unos cuchillos. También una chica se quitaba la parte de arriba y tuvimos que suprimirlo. Por el puritanismo. Quizá en Nueva York no hubiera pasado. Nos dijeron que nada que fuera agresivo, violento... Improvisamos y buscamos alternativas, sin perder la identidad.
–¿Cómo cree que se debe inculcar la danza a los más pequeños?
–No sigue el estereotipo de que solo deben bailar las mujeres, pero eso está ahí. La danza no se considera una profesión, lo haces porque te gusta. Pero no está metido como una cosa seria. Culturalmente estamos avanzando muy lento en las artes escénicas. Teatro, danza, expresión corporal, debería estar en las escuelas como asignatura, no la educación física. Eso no sirve de nada. Tendría que haber una educación artística obligatoria en los colegios e institutos.
–¿Hay menos vocaciones?
–Para mi compañía no, siempre encontramos bailarines, pero desde jóvenes, con las redes sociales hay una sociedad más pasiva, que se sienta más que antes. En el futuro no sé qué pasará. Dicen que hay profesiones que irán desapareciendo. Cada vez hay menos mecánicos, albañiles, camareros... hay profesiones que la gente no quiere. Las artes aguantarán, pero si tienen un reconocimiento. Todavía es muy difícil vivir del arte. He tenido mucha suerte y he podido. Me considero un afortunado, porque no he tenido que dar muchas clases. Me he dedicado a mi compañía, a bailar, a montar espectáculos... A menudo somos los propios artistas los que no defendemos nuestras condiciones de trabajo. Lo normal es que te den de alta, te contraten, pero no siempre ocurre. Siempre he contratado a mis trabajadores. Si cierro pierdo dinero, por inversión, pero he hecho lo correcto y he vivido de ello. Podría haber ganado mucho más, pero no hubiera sido coherente.
–¿Tiene apoyo público?
–No todo el que desearía. En Nerja conseguimos una residencia desde 2006, pero no una atención. Todos los teatros públicos tendrían que ser aprovechables. El 80% de los teatros andaluces están infrautilizados. Tendrían que hacer ofertas para ensayar, para profesionales, hay muchos que no tienen un lugar para ensayar. A cambio nos hacéis un espectáculo gratuito.
–¿Qué sitios del mundo elige?
–Sudáfrica, Namibia y Zimbabue. Me atrajo mucho el desierto. Por trabajo y por todo Panamá me encanta, es una urbe enorme, tienes el Pacífico, el Atlántico, islas. Y Costa Rica, hay mucho arte, apoyan mucho Son muy buena gente. Hay pocas carreteras. Y Nueva York.
–¿Un plan para el verano?
–Levantarme cuando quiera, aunque todavía no he pisado la playa. Ahora me vuelvo a Panamá, y allí empieza el trabajo duro. No pido desconectar, no lo necesito, pero sí un poco poder escucharte, saber que no hay prisa por nada. La tranquilidad en el verano me gusta, aunque también me lo puedo permitir en el invierno.
–¿Seguirá bailando?
–No me pongo fecha. Mientras me encuentre bien, en clase, bailando, mientras la gente me mire con ojos diciendo qué fácil parece cuando lo haces tú. Físicamente me encuentro bien, las lesiones me han respetado. No me planteo retirarme a los 60 años, aunque pueda.
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