Federico Miró: del mundo cofrade al japonés en una pincelada

Esa perspectiva es la del mundo cofrade, ese que también tuvo sinergia con estas nuevas pinceladas del artista malagueño: «Me preguntaron por qué había elegido ese cuadro entre todos los de la exposición; investigando me dijeron que la serie se llamaba 'La procesión', o sea que mi subconsciente me había llevado a eso. Al final mi interés por el tejido viene de los mantos de Semana Santa», confiesa Federico Miró justo delante de ese trabajo inspirado por Keisai Eisen. Las medidas son de 2,5 metros de alto por 5 de largo, grandes proporciones de una obra que el artista dividió en cinco partes para llevarla a cabo desde su estudio en Madrid. Y, además, en esta pintura el artista se lanza por primera vez a un nuevo estilo que se sale de esa inspiración de los tapices del Renacimiento a los que acostumbra: «Fue un reto esto de hacer una obra tan figurativa y plasmarla en unas dimensiones tan grandes, nunca lo había hecho».

La inspiración fue ese cuadro de la exposición japonesa que visitó en Madrid, pero él quiso modificar parte de esa obra de Keisai Eisen. «Me quedé con lo que me gustaba que era el paisaje, por eso eliminé a los personajes y me inspiré con el fondo. Pero los personajes los he abstraído», revela Miró. Y esos personajes quedan reflejados intuitivamente en varias de las piezas de esta exposición en la galería Javier Marín. «Muestro parte del ropaje de los samuráis pero no hago las composiciones completas para que no sean tan evidentes. Me gusta no darlo todo explícito, que la imaginación también intervenga en la obra», concreta el artista.

Al llegar a la planta baja de la galería está explicado ese proceso de Federico Miró a través de sus obras. Desde esa pieza inspirada totalmente en el Renacimiento evocando un tapiz hasta pinturas que se asemejan más a las estampas japonesas. «Estuve en la Fábrica de Tapices de Madrid y me enseñaron lo que trabajaban, desde ahí empecé a trabajar con ese estilo. Luego, cuando llegó la exposición japonesa tomé ideas también de ellos: se nota en el formato vertical, colores y motivos, que seguían siendo del Renacimiento pero comenzaba a introducir algunos de la cultura de Japón», explica el malagueño ante las obras de tonos verdosos, rojizos y azules. «Mis cuadros suelen ser muy recargados y ornamentales. Aquí ya paso al monocroma, que también era una forma de simplificar a través del color; me puse el reto de hacerlo de esa forma, pero aún así están llenos de matices», detalla el artista.

Como señala la coleccionista de arte Teresa Calbo cuando habla de la muestra 'La trama del sí mismo y el otro': «Federico Miró viaja con los nazarenos de Málaga al encuentro de los samuráis de Kioto, desde su propia tierra e identidad a la comprensión del otro como sí mismo». De esta forma, Federico Miró pasa en la galería Javier Marín del mundo cofrade al japonés, un proyecto que ha trabajado explícitamente para esta exposición que va de retos, aprendizaje de culturas y del sí mismo.