Brigitte Leal: «Con el cierre por reformas del Pompidou París, Málaga representará al museo en el extranjero»

«En este momento en el que vamos a cerrar dos o tres años por una obra importante en el Centro Pompidou, que abrió en 1977 y necesita una renovación técnica importante, Málaga es la que representará al Pompidou en el extranjero y en Europa», ha afirmado Leal, que ha añadido que el icónico cubo del Muelle Uno será la imagen de «nuestra colección y del mensaje que quiere transmitir el museo por la cultura».

Aunque la directora adjunta ha explicado que con la sede en la localidad de Metz del centro artístico mantendrá una sede en Francia, la responsable ha destacado que la representación de la pinacoteca ante el mundo pasará a estar en Málaga, del que precisamente estos días se cumple el séptimo aniversario de su inauguración. Según los planes anunciados por la propia institución de arte contemporáneo, el edificio central de París tenía previsto cerrar el próximo año para acometer su reforma, aunque finalmente se ha retrasado a 2024, tras los juegos olímpicos de verano que se celebrarán en la capital gala.

Brigitte Leal, que ha viajado por última vez a Málaga como representante oficial del Pompidou ya que próximamente se jubila, ha transmitido el agradecimiento de los sucesivos directores y presidentes de la institución hacia el equipo de la pinacoteca del Muelle Uno y el Ayuntamiento de la capital, ya que «sin vuestro compromiso personal, el centro no existiera hoy día y ha sido gracias a vuestra pasión y la fe en la cultura que nos salva a todos». Un agradecimiento que el propio alcalde Francisco de la Torre había también formulado previamente en sentido contrario y que personalizó en Leal por el «cariño» demostrado con la ciudad, no solo en la actual etapa con el Pompidou Málaga, sino previamente con la colaboración estrecha con la Casa Natal de Picasso.

Para reforzar ese escaparate internacional del museo malagueño, la muestra semipermanente del centro de arte contemporáneo se ha inaugurado este jueves con un nuevo montaje, 'Un tiempo propio', en el que se reta al visitante a replantearse la vida actual tras la pausa que ha supuesto el confinamiento y la pandemia para, como dice el subtítulo de la exhibición, 'Librarse de las ataduras de lo cotidiano'. «Esta exposición ha nacido de la convicción de que en los meses que acabamos de vivir cada uno, niño o adulto, ha tenido que construir una relación diferente con el tiempo ya sea por falta o exceso del mismo», ha señalado la comisaria de la selección, Valentina Moimas, que ha dividido la muestra en seis bloques que van desde los momentos para la diversión a la experiencia más interna y personal.

La voz de Ella Fitzgerald cantando 'All my life' sirve de prólogo a la exposición semipermanente que arranca en su primera sala despertando la alegría que produce el 'Tiempo de ocio' y que ilustra la escultura de Pablo Picasso 'Niña saltando a la comba' que, pese a estar realizada en bronce, transmite la sensación liviana de una figura suspendida. La infancia tiene además presencia con esculturas-juguetes de Philippe Stark y Hans Brockhage que se mezclan con manifestaciones adultas, como los jugadores de petanca de Aguste Herbin o el 'Baile en el Moulin de la Galette', de Raoul Dufy. Y ya relajados pasamos a la segunda sala, la de las vacaciones a las que nos invitan las obras de Braque, Derain o Picabia que invitan a la evasión y «celebran -según la comisaria- la belleza de los paisajes, pero también formas de descanso sometidas a lógicas de consumo».

Esas ataduras de la cotidiano de las que habla el subtítulo de la exposición son particularmente protagonistas en la tercera sala, 'Tiempo de introspección', una puerta abierta al interior de las casas donde destaca la obra de Henri Matisse 'Lectora sobre fondo negro', que sirve de imagen representativa de la nueva colección exhibida en el Centro Pompidou Málaga. Una mirada al interior que continua en las dos siguientes salas, donde cobra protagonismo lo onírico con piezas como 'Sueño hollywoodiense', de Jean Cocteau, en la que joven duerme con un león que remite al que anuncia las películas de la Metro. Ese mundo de pensamientos internos se puede escuchar con las medusas con altavoces en sus tentáculos en la instalación de Emmanuel Lagarrigue. Así, el recorrido se va volviendo más sensorial y hasta se puede oler en otra espectacular escultura-instalación de estalactitas de licra que huelen a clavo, cúrcuma o pimienta.

La muestra, cuya inauguración contó la presencia del director de la agencia municipal que gestiona el Pompidou, José María Luna, y los patrocinadores de Caixabank, concluye en la gran sala final que propone la vuelta a la realidad con piezas muy arquitectónicas, como los dos espectaculares óleos recién restaurados de Arduino Cantafora, 'El otro Berlín', que con sus cinco metros de altura transmiten una profunda soledad urbana. Una sensación que contrasta con la divertida y colorista instalación del cubano Wilfredo Prieto, que construye con 25 esferas de objetos cotidianos que van aumentando progresivamente de tamaño -desde un pequeño juguete a un quiosco con forma de naranja gigante- hasta formar la obra 'Avalancha'. Una pieza llamada a convertirse en icono de la nueva colección semipermanente que se exhibirá hasta octubre de 2023.