Borrar
La exposición de Julio González podrá visitarse hasta el próximo 17 de octubre.

Ver fotos

La exposición de Julio González podrá visitarse hasta el próximo 17 de octubre. Ñito Salas

Julio González y la forja de la modernidad en el Pompidou de Málaga

Arte ·

El centro malagueño estrena una selecta exposición que toma el pulso al proceso creativo y la evolución estilística del escultor, pieza clave en la vanguardia del siglo XX

Viernes, 28 de mayo 2021, 00:30

Brigitte Leal camina concentrada por la sala en penumbra. Se detiene cada pocos pasos y observa algo con atención. Los miembros de su equipo aguardan en silencio, expectantes. Entonces, la directora adjunta del Museo de Arte Moderno Georges Pompidou asiente y deja entrever una sonrisa bajo la mascarilla. Suena un pequeño suspiro de alivio, casi imperceptible, y Leal sigue su camino, escudriñando cada detalle del montaje que ha diseñado para el Centre Pompidou Málaga y que este jueves ha abierto sus puertas, a la espera de su presentación oficial el próximo martes.

«Julio González es un artista modesto, pero muy potente; discreto, pero muy profundo», esboza Leal, rodeada del medio centenar de piezas entre esculturas, dibujos y fotografías que toman el pulso no sólo al proceso creativo del artista, sino a la propia evolución estilística de un autor fundamental para comprender las vanguardias artísticas de las primeras décadas del siglo XX. Y así, la exposición programada en el Pompidou de Málaga hasta el próximo 17 de octubre pone ante el espectador la modernidad forjada en la tradición vernacular de la que bebía González hasta proyectar su magisterio sobre la fragua y la soldadura hacia investigaciones formales inéditas hasta entonces.

«González toma la técnica artesanal de la soldadura que aprendió en su juventud y la lleva a nuevos límites formales y estilísticos», brinda Leal, antes de poner el acento en uno de los elementos cruciales del proyecto: los dibujos que muestran el proceso creativo del autor desde la idea inicial hasta la realización de la escultura final. Y algo más: «En los dibujos no sólo vemos cómo crea una escultura. A través de los dibujos también apreciamos cómo evoluciona su propia obra«.

Sucede, por ejemplo, frente a 'El ángel, El Insecto y la bailarina' (1935) que aguarda en el tramo final del recorrido. Junto la escultura de hierro forjado y soldado sobre una peana de piedra, una serie de estudios sobre papel da cuenta de su tránsito desde una primera figura más próximo al naturalismo hasta la desembocadura en la enigmática silueta esquemática que González bautizó como 'El insecto' y donde Pablo Ruiz Picasso vio un ángel. «Es un ángel de muerte, pero también de vida», comparte Leal frente a la escultura.

Con Picasso

La anécdota picassiana sirve a Leal para remarcar la especial relación que unió a los dos artistas. La comisaria recuerda el cuaderno conservado en el Museo Picasso de París donde Picasso firma algunos de los dibujos y Julio González, otros, algo «excepcional» en la manera de trabajar del malagueño.

Ese lazo se estrecharía con especial fuerza entre 1928 y 1932, años en los que González se lanza a «dibujar en el espacio» a partir de su «escultura del vacío». De ese periodo ofrece la exposición tres piezas cruciales: 'Mujer peniándose I' (1931) –acompañada de nuevo de una suculenta serie de dibujos previos–, 'Mujer sentada III' y 'La jirafa', estas últimas datadas en 1935.

Las tres referencias ilustran con sutil claridad la capacidad de González para combinar las esculturas lineales de corte abstracto con figuras de cabezas y mujeres acostadas de mayor rotundidad. González había llegado hasta ahí a partir de una primera etapa más próxima a la figuración, como muestran los retratos sobre cobre repujado de sus hermanas Pilar y Lola, hieráticas y ausentes, que abren la exposición del Pompidou.

La evolución estilística

Ese naturalismo inicial de la primera década del siglo XX quedaría atrás unos años más tarde, como ilustra el montaje con dos piezas señeras en la propuesta: las deliciosas 'Máscara recortada de Pilar' (1929) y 'Cabeza en profundidad' (1930), que dan cuenta del paso de González hacia la superposición de planos próxima al lenguaje cubista.

Esa filiación se mantiene, con sugerentes idas y venidas, hasta el final de su trayectoria y en el montaje del Pompidou cobra especial vuelo en una serie de dibujos fechados entre 1939 y 1940 y expuestos junto a 'El ángel, El Insecto y la bailarina' (1935) en un sugerente juego de espejos formales. Brotan ahí 'El grito', 'Personaje con bola', 'Hombre cactus' y 'Figura con flor' que bien podría firmar el Picasso a caballo entre el cubismo y el surrealismo de aquellos años.

Pero llegaría la guerra. González se refugia al suroeste de Francia, libre de la ocupación nazi, pero no de la penuria. Sin taller, se centraría en el dibujo y el grabado sobre metal. Regresaría al realismo de sus orígenes, como muestran las obras que cierran el recorrido en el Pompidou.

Y junto a ellas, la comisaria del proyecto, Brigitte Leal, pide atención para la fotografía estampada a gran escala sobre la pared final. 1939. Julio González y el artista Hans Hartung. Los dos están en el taller de forja. Y González parece sonreír.

La exposición

  • Artista. Julio González (Barcelona, 1876 - Arcueil, 1942).

  • Lugar. Centre Pompidou Málaga.

  • Fecha. Hasta el 17 de octubre.

  • Horario. Abierto todos los días, salvo los martes, de 9.30 a 20.00 horas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Julio González y la forja de la modernidad en el Pompidou de Málaga