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La obra que abre la exposición es una copia y de las buenas: la réplica que Cy Twombly hizo en 1988 de 'Mujer con corona de flores' de Picasso. 'El eco de Picasso' enseña sus cartas nada más empezar. Ahí comienza el juego, el reto ... de descubrir a Picasso entre sus coetáneos y, sobre todo, entre las generaciones que le sucedieron. El Museo Picasso Málaga (MPM) conmemora el 50 aniversario de la muerte del artista universal con una invitación a rastrear su huella en el arte contemporáneo. Porque es casi una obviedad definirle como uno de los artistas más influyentes del siglo XX, pero esto va más allá. Picasso estaba constantemente «en la mente» de los creadores de su tiempo, ya fuera como inspiración o en un afán de superación. «Y los artistas de hoy están obsesionados con él, no me lo invento yo», expresa Eric Troncy, comisario de la muestra organizada con la colaboración de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso.
'El eco de Picasso' reúne 85 obras de 54 creadores, desde Francis Bacon, Jean-Michel Basquiat, Louise Bourgeois, Antonio Saura y Martin Kippenberger a nombres rabiosamente actuales como Claire Tabouret, Rashid Johnson, Farah Atassi y Cristina BanBan. «Esta no es una exposición de Picasso, es una exposición de arte contemporáneo», aclara Troncy al tomar la palabra. Repartidas estratégicamente por las salas, 18 pinturas y esculturas con la firma del pintor malagueño entablan un diálogo directo con esos artistas que le siguieron, revelando de forma evidente la influencia picassiana. En otros casos, el vínculo es más sutil, más «poético e incluso salvaje», pero la conclusión es la misma: «Picasso está aún aquí, está vivo con nosotros, en el ADN del siglo XX», señala Almine Ruiz-Picasso.
Así, en 'El eco de Picasso' se dan maravillosos encuentros, como el que se produce entre una instalación de Louise Bourgeois ('Mujer lanzadera') y un cuadro pintado por Picasso 20 años antes ('Pareja al borde del mar') con el mismo diseño alargado y ovalado que después crearía la escultora francesa. O el que pone en relación un inquietante rostro dibujado por Basquiat con 'Cabeza de un hombre (estudio para mural de la Unesco)' del malagueño.
En otro lugar de la sala, 'Personaje' de Karel Appel reproduce a su manera la composición que Picasso hizo décadas antes en 'Mujer sentada con gato en su regazo'. Y frente al rostro distorsionado de Michel Leris que pinta Francis Bacon, la 'Cabeza de muerto' de Picasso. «Digamos que quizá Picasso me ayudó a ver», admitió el británico. «Picasso es el hombre al que vencer», dijo sin rodeos Willem de Kooning, del que se exhibe una obra de su serie 'Mujeres'. Todos los artistas ya fallecidos aquí expuesto, explica Almine Ruiz-Picasso, reconocieron en vida la influencia de Picasso.
Pero esa reverberación de Picasso en la creación continúa hoy. Lo demuestra esa naturaleza muerta de Picasso con ramo de flores esculpida en bronce que se exhibe junto a la reciente 'Flor de taulera' de Miquel Barceló, dos obras que forman parte del impresionante conjunto escultórico que recibe al visitante en la segunda parte de la exposición.
Hay más ejemplos. Quince años después, vuelve a verse en España 'La masacre de Corea' de Picasso, un impactante óleo de grandes dimensiones donde el artista muestra de forma cruda y violenta a un pelotón de fusilamiento apuntando a mujeres y niños indefensos. En la pared de enfrente, reinterpreta con una fuerza renovada esa escena el joven norteamericano Jameson Green en un lienzo fechado en 2023. Hasta 17 obras inéditas, realizadas ex profeso para la exposición, se exhiben en 'El eco de Picasso'. Muchas de ellas no necesitan confrontarse con el genio para reivindicar su influjo, como los dos retratos femeninos cubistas de Brian Calvin.
Picasso está en la propia génesis de estas piezas, no lo pueden ni quieren ocultar. Como sucede en el retrato de 'Dora Maar' de Antonio Saura, en la inmensa escultura del minotauro de unos tres metros de altura de Thomas Houseago, en el 'Mao (Tse-Tung), según Picasso' que firma Zhang Hongtu o en uno de los cuadros de la serie que Martin Kippenberger dedicó a Jacqueline. También en esas mujeres al estilo de 'Las señoritas de Avignon' que pinta Cristina Banban y en las que interviene Richard Prince.
La exposición es el reflejo de la «libertad creativa» del arte actual, una capacidad de hacer sin ataduras de la que Picasso era su máximo exponente. «Da al público una posibilidad de ver cómo nuestro mundo cultural y artístico se ha liberado del peso de todas las cosas que han sido hechas por los artistas del siglo XX», apunta Bernard Ruiz-Picasso.
Más allá de rivalidades, comparaciones o influencias entre los representantes de las vanguardias, las nuevas generaciones «siguen mirando a Picasso por otros motivos». Además del profundo impacto del cubismo (como demuestran las telas nunca expuestas de Peter Halley), en numerosas obras de todas las épocas aparecen las reminiscencias a las innovadoras técnicas experimentadas o «desinhibidas» por Picasso. De la técnica del hierro soldado a la del bronce pintado, del collage al uso de materiales cotidianos como soporte o como elemento constitutivo de la obra, abarcando además la técnica de la cerámica, a la que otorgó la misma seriedad que el bronce.
Los trabajadores del Museo Picasso siguen haciendo ruido en su pulso con la empresa. Esta vez, en una fecha marcada en rojo en la pinacoteca: la inauguración oficial de su exposición más ambiciosa del Año Picasso. Durante más de 40 minutos, los pitidos y las consignas de los empleados acompañaron de fondo a los invitados que a última hora de la tarde accedían a la pinacoteca en tandas controladas. Ninguna autoridad ni representante del MPM pasó por la puerta principal para esquivar la protesta.
«Por un convenio justo», «Museo de lujo, trabajadores de saldo», «Más negociación, menos postureo» fueron los gritos coreados por los trabajadores, respaldados por nombres propios de la cultura como el escritor Guillermo Busutil y los artistas Chema Lumbreras, Rafael Alvarado y Sebastián Navas, entre otros. Y se hicieron oír. El estricto control del aforo en el interior de la sala hizo que decenas de personas tuvieran que esperar su turno en los alrededores del portón de la calle San Agustín durante varios minutos, entre caras de asombro, gestos de solidaridad con los empleados y también alguna expresión de disgusto.
Y todo eso, de manera formal o conceptual, está en el arte contemporáneo. Incluso en las piezas más atrevidas y divertidas que cierran el recorrido. Ahí está la que firman a dúo Jorge Galindo y Pedro Almodóvar, 'The blesing painting 2', una fografía impresa sobre lienzo que luego pintaban a dos manos. El proceso recuerda al que ya empleó Picasso cuando pintaba sobre páginas publicitarias, como en la cómica serie que dedica a Jaume Sabartés, dibujándolo junto a divas como Esther Williams y Jacqueline Pierreux. En esa misma sala, llama la atención 'Seal Walrus Trashcans' ('Papelera Foca Morsa) de Jeff Koons, una instalación con reminiscencias pop a partir de objetos cotidianos.
'El eco de Picasso' cuenta con el apoyo del Museo Picasso de París y la Comisión Nacional española para la conmemoración del 50 aniversario de la muerte del pintor universal, con Telefónica como empresa colaboradora en el programa español y la complicidad de la Fundación la Caixa en la agenda del MPM.
La exposición, que permanecerá abierta desde este martes hasta el 31 de marzo, se presentó a la prensa mientras el 64% de los trabajadores –según el comité de empresa– secundaba la tercera jornada de huelga convocada por el bloqueo en la negociación del convenio colectivo, sin acuerdo en las medidas de conciliación y horarios. El paro obligó al cierre de la tienda y de la cafetería, y se hizo notar en la ausencia del equipo de comunicación. Preguntado al respecto, Bernard Ruiz-Picasso, presidente del Consejo Ejecutivo MPM, evitó pronunciarse. «No hay que mezclar la misión de este museo con otros asuntos importantes, pero que no vamos a discutir aquí dentro de esta sala», se limitó a decir. No obstante, durante su intervención dio las gracias a todos los empleados del museo «que hacen una labor fantástica». Sí atendió a los medios el gerente del MPM, Guillermo Peiró, que manifestó la intención de la empresa de volver a la mesa de diálogo con los trabajadores, «pero en un entorno de paz social» sin anuncios de huelgas como medio «de presión».
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