Todas las pieles de Paloma de la Cruz, la revelación malagueña de la cerámica

'De pieles mudadas y heridas abiertas' reúne obra de 2017 a 2024, desde que pintaba bordados sobre la cerámica hasta que los cosía (literalmente). No pretende ser una retrospectiva: todas las piezas, sean del año que sean, se ensamblan en un discurso «coherente», como si fuera una instalación única. En conjunto, reflejan las claves de su producción: su interés por los textiles, su concepción del tejido como una segunda piel y su inquietud por tejer el barro. Es una herencia de las mujeres de su casa, su madre y su abuela, a las que recuerda siempre en casa con un bordado o un remiendo en la mano.

La escenografía propicia esa sensación de intimidad, de acceso a un espacio interior, con una luz muy tenue en una sala casi a oscuras. Sus telas de barro cubren objetos que remiten a la esfera más personal de la mujer, como esos bidé intervenidos que expuso por primera vez en 2017, pero también se extienden por el suelo. Ahí está 'Cuando movemos los movimientos de la tela', de 2021, una obra que se expuso en ARCO, donde la adquirió la Colección Ofelia Martín y Javier Núñez. Entre uno y otro elemento, se aprecia ya una evolución: en los primeros, De la Cruz pintaba sobre la cerámica; en los segundos, ya empieza a tallar el dibujo en el mismo barro y lo esmalta después.

Pero el mayor avance está al otro lado de una gran tela negra que divide la sala en dos. «Invito al espectador a asomarse a ese cambio». Es el lugar de la creación más actual, en la que asume el riesgo de coser la cerámica y usarla como complemento en performance que desarrolla junto a Delia Boyano. Lo hace en 'Convertirse en sutura. Acciones para cerrar heridas', una demostración de arte en vivo que exhibe en dos pantallas gigantes en las que hilvana a su cuerpo los hilos gruesos con los que teje la cerámica. Se viste de su propia obra, que se presenta en la sala colocada sobre bastidores de madera. Incluso se atreve a colgarla del techo, «elevando» así un material siempre vinculado a la tierra.

Paloma de la Cruz construye cada una de las partes -decenas- que componen sus creaciones de forma independiente: las talla, las esmalta y las cuece una a una en el pequeño horno que tiene en su casa-estudio de Madrid. Un trabajo laborioso, lento y delicado que en conjunto crea instalaciones imperfectas, donde ninguna pieza es igual a la otra. Y eso es precisamente lo que busca, que se vea la huella del artista, de alguien que con materiales milenarios es capaz de crear arte contemporáneo. «Su trabajo incesante la lleva a estar donde está», destaca Carmen Osuna, su maestra y quien la inició en el mundo de la cerámica escultórica en la Facultad de Bellas Artes de Málaga.

Osuna destaca su «atrevimiento» para convertir una disciplina muy tradicional en algo absolutamente moderno e innovador. «Y ha creado escuela, las alumnas de ahora ya la imitan», señala Osuna junto a Paloma de la Cruz. Ella le escucha con una sonrisa enorme, contenta de volver a casa y «agradecida» por todas las oportunidades que se le están abriendo. «Las estoy aprovechando y viviendo al máximo», concluye.

La exposición, inaugurada este jueves por la vicerrectora de Cultura, Rosario Gutiérrez, y el vicerrector adjunto de Cultura, Pepo Pérez, podrá visitarse de lunes a sábado, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 horas.