'Cherry' se presenta al espectador como una proyección de color al final de la sala. Ñito Salas

James Turrell en el Museo Picasso: Lo que el ojo cree ver

El artista californiano experimenta con la luz, el espacio y el tiempo en 'Cherry', un juego de percepción visual que crea una sensación hipnótica e inquietante

Miércoles, 9 de diciembre 2020, 13:41

James Turrell (Los Ángeles, 1943) crea las obras sin tinta ni pincel. Tampoco usa lienzo. Su cuadro es el espacio y su pintura, la luz. Por eso, una exposición de arte en su caso no es una sucesión de objetos en una habitación, es la habitación. Y una de ellas está instalada desde este jueves en el Museo Picasso Málaga. 'Cherry' (1998) es el resultado de décadas de experimentación del artista americano formado en psicología de la percepción, matemáticas, historia del arte y bellas artes. A Turrell le fascina la luz y hace de ese deslumbramiento el eje de todas sus propuestas inmersivas, proyectos singulares donde juega con la percepción visual para crear una sensación hipnótica e inquietante en el espectador.

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'Cherry', incluida en su serie 'Space Division Constructions', se estructura en tres partes. Tras pasar por un túnel oscuro que sirve para adecuar la retina y abrir al máximo las pupilas, el visitante llega a un espacio cerrado presidido por un gran rectángulo de color cereza recortado sobre un fondo negro. Es el 'viewing space'. Y es aquí donde el ojo engaña al cerebro, donde se cree ver una cosa que no es: en un primer momento, le parecerá estar contemplando una proyección plana sobre una pared. Pero no. Si se acerca, podrá 'entrar' en esa mancha de color con su cabeza y sus manos. Lo que en realidad hay tras el marco es una habitación de luz, casi tres metros de profundidad con esquinas cóncavas que producen un efecto inesperado a la vista. Es lo que ha llamado el 'sensing space', el lugar donde se genera la luz que se proyecta hacia la sala. Conforme la mirada se acostumbra a la oscuridad, la percepción de la obra cambia y se empiezan a apreciar diferentes matices.

De la paz al desconcierto

Diez minutos es la exposición a la obra aconsejada para vivir la experiencia de James Turrell, un tiempo que transcurre en total y absoluto silencio. Para algunos será una invitación a la calma y a la paz interior en medio del ruido; para otros, en cambio, resultará desconcertante. Como señala Inmaculada Abolafio, coordinadora de la exposición del Museo Picasso Málaga, el artista ejerce "de médium entre la luz y tú, te pone en contacto con ella". Lo que surja de esa interacción depende de quien contempla. El propio Turrell lo explicó así en una ocasión: "Mi trabajo no tiene objeto, ni imagen, ni foco. Sin objeto, sin imagen y sin foco, ¿qué estás viendo? Te ves a ti mismo viendo. Lo importante para mí es crear una experiencia de pensamiento sin palabras".

Su trayectoria vital y profesional se narra en distintos vídeos proyectados en la pinacoteca para contextualizar la instalación. Influenciado por su infancia cuáquera y esa creencia de que todo ser tiene una luz interior que le guía, Turrell empezó a investigar sobre la radiación electromagnética y su efecto en el espacio en la década de los sesenta en el sur de California. Mientras que los grandes pintores de la Historia recurrieron a la luz para poner el foco sobre un punto determinado de la obra artística, en su caso la luz es el propio cuadro. Y en 'Cherry', donde una ventana recortada a modo de marco domina el espacio, esta idea se hace más palpable.

Ñito Salas

James Turrell no es un artista convencional. Además de ser un experto piloto, estudió matemáticas, geología, astronomía y psicología perceptiva. Disciplinas que aplicaría a sus creaciones, y muy especialmente al proyecto aún en curso 'Roden Crater', un cráter volcánico inactivo en Arizona que adquirió en los setenta. Se trata de un complejo proyecto de ingeniería, un lugar de contemplación de la luz, el tiempo y el espacio, en donde observar los ciclos geológicos y celestes. Su laboratorio particular.

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En otras de sus famosas creaciones que incluye en la serie 'Ganzfeld' (término alemán que se traduce como "campo completo"), la luz invade todo el espacio dejando al espectador sin puntos de referencia, dentro de un entorno uniforme con un solo color. Una cámara donde, después de un tiempo prolongado, el visitante intenta orientarse buscando claves de perspectivas que son invisibles, lo que puede provocar el colapso de la visión. De hecho, estos experimentos artísticos se han asociado a alucinaciones y estados alterados de conciencia.

En 'Cherry' no se llega a ese extremo y la sensación de pérdida de profundidad es solo momentánea, hasta que la visión se acopla a la luz de la habitación. Un máximo de 10 personas podrán ver al mismo tiempo la instalación, que permanecerá en Málaga hasta junio gracias a la colaboración de la Fundación Almine y Bernard Ruiz Picasso para el Arte (FABA) y de la Galería Almine Rech. Una instalación inmaterial y sensorial que añade un toque de luz diferente para estas extrañas Navidades.

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