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James Rielly posa frente a dos de sus obras en el Centro de Arte Contemporáneo. migue fernández

La mirada de James Rielly se cuela en el CAC Málaga con la exposición 'Work, Rest and Play'

La muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 27 de noviembre, está compuesta por cerca de 40 pinturas y acuarelas que el artista británico ha realizado en las dos últimas décadas

ANABEL NIÑO

Viernes, 16 de septiembre 2022, 16:12

Camuflada en grandes rostros infantiles y juveniles llenos de color, enmascarados y cargados de significado. Así se cuela la 'mirada' de James Rielly en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga con su exposición 'Work, Rest and Play', que podrá visitarse hasta el próximo 27 ... de noviembre. Se trata de una muestra comisariada por Fernando Francés que recoge cerca de 40 composiciones, entre ellas algunas acuarelas, que el artista británico ha venido realizando durante las dos últimas décadas y con la que se busca reflexionar acerca de temas como el poder, la complejidad humana, las relaciones familiares y el narcisismo de las personas.

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Las obras de Rielly se caracterizan por la utilización de una paleta de colores muy llamativa y llena de tonos brillantes, aunque a lo largo de esta muestra se puede contemplar la evolución que el artista ha venido desarrollando en los últimos años y que él mismo ha querido variar para llevar al espectador hacia la alegría y la felicidad. «Estoy muy contento de ir descubriendo el color. Cuando era joven utilizaba unos tonos más pálidos y suaves, y a medida que me he hecho mayor he querido incorporar estos colores más vivos porque quiero mostrar esa felicidad que hay en mi obra», explicaba Rielly con un marcado acento británico.

Curiosamente esa felicidad se oculta tras unos personajes -en su mayoría niños- que, a simple vista, están cargados de tristeza, apareciendo con el rostro lleno de lágrimas y con semblantes afligidos, que crean en el visitante un cúmulo de sentimientos completamente abierto a la imaginación. Sin embargo, no todos los llantos que esconden las obras son causados por la pena sino también por la propia alegría. «Siempre miro el acto de llorar como un aspecto positivo. Es algo que todo el mundo hace y para mí evoca más bien la alegría y no tanto la tristeza. No soy una persona religiosa, pero me gusta ese imaginario de la iconografía católica donde las lágrimas tienen un significado diferente», afirmaba el artista.

Algunas de las obras que podrán visitarse hasta el próximo 27 de noviembre. MIGUE FERNÁNDEZ

Asimismo quiso destacar que la inspiración a la hora de crear sus cuadros -especialmente representar la figura infantil- surge de su experiencia personal, su figura paternal y ese deseo de proteger a sus hijos del mundo exterior, aunque despierte un sentimiento diferente para cada persona. «Yo nunca sé cómo va a reaccionar el público, pero soy un artista al que le gusta esa libertad de expresión y siempre pienso que cada uno inventa sus propias historias y le evoca algo a ver mi obra», destacaba el artista durante la presentación, que también ha contado con la presencia de Fernando Francés, comisario de la exposición. Francés ha destacado que las obras de Rielly invitan al visitante a cuestionarse aspectos como la evolución de cada etapa de nuestra vida, desde que somos niños hasta que alcanzamos la vida adulta. «James Rielly es diferente. Tras esta explosión de color y de pop, él nos está lanzado un mensaje de reflexión de que no todo lo que se ve es lo que se ve. Hay como un espejismo permanente hacia el mundo, hacia lo más introspectivo del ser humano. Me atrae muchísimo esta idea de mostrar lo que no es, un poco como en el País de las Maravillas de Alicia, donde hay como un espejo donde nos podemos retratar, pero lo verdaderamente importante es lo que hay detrás del espejo», ha continuado añadiendo.

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Influencia de la India

En su juventud, Rielly pasó un tiempo viviendo en un monasterio al norte de la India, lo que, junto a sus viajes a otras zonas del territorio hindú, ha ocasionado que el país del Taj Mahal haya tenido un gran impacto en sus creaciones. Tanto es así, que esa huella se refleja en el propio material empleado para sus obras más recientes: el papel khadi. Se trata de una lámina, similar al papiro, que una vez realizada se deja secar en la arena, creando una textura como de pequeños oleajes sobre el papel y que transmiten ese efecto de haberse hecho a mano.

Precisamente sobre este material se plasman numerosos rostros, además de diferentes figuras, donde priman los elementos circulares, a rayas y los rostros enmascarados con grandes ojos de color azul, una pieza clave en la obra de este artista británico, con el que busca enfatizar esa expresividad oculta del personaje, aunque siempre esconda algo tras la misma. «Me gustan las historias simples que esconden algo, siempre en las historias o en los cuentos hay una parte que se dice y otra que no se dice, que está ahí latiendo. Me gusta que esto quede así reflejado en mi obra».

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