El comisario junto al 'Retrato de Simón de Rojas en su lecho de muerte' de Velázquez. Marilú Báez

'Fieramente humanos' en el Thyssen Málaga: la historia de la gran seducción de la fe en el XVII

El museo revisa la representación de la santidad en el Barroco con obras conmovedoras y de un potente realismo de maestros como Velázquez, Murillo, Ribera y Mena

Viernes, 29 de septiembre 2023, 16:08

Lo que aquí se cuenta, avanza la directora Lourdes Moreno, es la historia «de una gran seducción». Es el relato de cómo una Iglesia en ... horas bajas, debilitada como nunca antes por la reforma protestante, se rearmó para conectar con los fieles. Y encontró en el arte la vía más efectiva de hacerlo, con la complicidad de maestros como Velázquez, Ribera, Mena, Murillo, Luca Giordano, Alonso Cano, Martínez Montañés… Todos ellos y algunos más comparten sala en una de las exposiciones más ambiciosas producidas hasta la fecha por el Museo Carmen Thyssen Málaga. Una potente colección de obras barrocas en la que santos, monjas, anacoretas y frailes se muestran de una forma rabiosamente realista, «fieramente humanos», como las palabras del poeta Blas de Otero que dan título a esta propuesta.

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'Fieramente humanos. Retratos de santidad barroca', hasta el 18 de febrero en Málaga, ofrece una mirada nueva sobre uno de los periodos más brillantes del arte español a través de 35 pinturas y esculturas procedentes del Museo de Bellas Artes de Valencia (principal colaborador y prestador), del Museo del Prado, el Bellas Artes de Sevilla o la propia Catedral de Málaga, entre otros. Instituciones a las que se une la apuesta por la cultura del sector privado, con Fundación Bancaria Unicaja como entidad patrocinadora y Coanfi como colaboradora.

Lourdes Moreno, Pablo González, Guillermo Cervera, Francisco de la Torre, José M. Domínguez, Sergio Angusto y Mariana Pineda. Marilú Báez

Son piezas impactantes y de gran belleza que proponen un recorrido por manifestaciones diferentes en tiempo y lugar pero unidas por una misma intención: «Hacer de la imagen artística una interfaz comunicativa entre el espectador y la divinidad», resume Pablo González, director del Museo de Bellas Artes de Valencia y comisario de la exposición.

En el siglo XVII, el arte se convirtió en «propaganda de la fe», añade la directora del Carmen Thyssen, Lourdes Moreno. A las acusaciones de idolatría del protestantismo, el Concilio de Trento reacciona acordando que la Iglesia sea «icónica y performática». «El catolicismo del XVI y XVII es una verdadera fiesta basada en lo visual, sensorial y performativo, la relación está mediatizada por imágenes de enorme belleza, rituales que llenan el calendario de cualquier lugar del Mediterráneo y una manera de convivir con lo religioso que lo aleja de lo racional y filosófico y lo acerca a lo emotivo». Y el Barroco acentúa todos esos resortes.

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El objetivo principal es «conmover» a través de un realismo «exacerbado». La máxima expresión de esa pintura al natural son los retratos de los religiosos que morían en olor de santidad, como el de Simón de Rojas en su lecho de muerte que firma magistralmente Diego Velázquez, o el cuadro anónimo 'El hermano Lucas Texero ante el cadáver de Bernardino de Obregón' cedido por el Prado.

La Iglesia se da cuenta de que pintar con tanta verdad «despierta emociones en quien observa» más fuertes que cualquier otra manifestación. Y nada sacude más al creyente que el martirio de Jesucristo. Pablo González llama la atención sobre el conjunto escultórico de Pedro Mena: un Ecce Homo envuelto en sangre y heridas, y una Virgen María doliente a su lado. No solo se trata de ser conscientes del dolor de Cristo, sino que el rostro bañado en lágrimas de María sirve de ejemplo «de qué hacer frente a la imagen del sufriente». Junto a ellos, un magnífico ‘Ecce Homo’ de Murillo potencia la escena.

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Conjunto escultórico de Pedro de Mena, procedente de la Catedral de Málaga. Marilú Báez

Esa pauta se traslada después a la representación de los santos. Lo reflejan cuadros como 'Crucifixión de san Pedro' de Luigi Amidani, con los gestos de dolor de quienes rodean su cruz del revés, y muy especialmente 'Abrazo de san Francisco de Asis al Crucificado', donde Francisco Ribalta expresa la profunda virtud del santo con un Cristo desclavado de la cruz que corona al Padre Francisco. «El modelo y su reflejo de santidad», apostilla el comisario.

En ese momento, España estaba bajo el reinado de los Habsburgo, una casa fervientemente católica que basaba el capital de la monarquía en la cantidad de santos que tenía. Hasta 15 fueron canonizados solo en el siglo XVII. El Barroco los pinta sufrientes, en algunos casos en pleno martirio, invitando al espectador a acompañarles en ese dolor. Ahí están 'San Pablo ermitaño' y 'Santa María Egipciaca' de José de Ribera. «No nos miran, orientan la mirada fuera del cuadro porque ven a la divinidad a la que quieren imitar, hacen de interfaz comunicativa entre ella y el espectador», explica el comisario.

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'Abrazo de san Francisco de Asis al crucificado', de Francisco Ribalta. Marilú Báez

San Bartolomé (de Luca Giordano), San Jerónimo Penitente (de Francisco de Herrera El Viejo), San Onofre (de José de Ribera), San Sebastián (de Francisco Ribalta), San Francisco de Borja (de Alonso Cano) y San Pedro (de Murillo) se muestran aquí como unos humanos más atribulados por cualquier circunstancia de la vida. De hecho, como recuerda Moreno, los pintores se inspiraron en «personajes del pueblo, humildes y cercanos».

La exposición se completa con tres piezas disruptivas que rompen con la cronología pero mantienen el relato de toda la sala. Tres cuadros del siglo XX, prestados por el IVAM de Valencia, demuestran la vigencia de esa forma de representar que se generó 450 años atrás. Junto a la Santa Teresa de Jesús que firma Ribera, el Thyssen contrapone a 'El patio de las tentaciones' de Equipo Crónica, con toda su carga irónica y crítica, pero con una composición y un objetivo (impactar) similares. La interpretación surrealista de la 'Crucifixión' de Antonio Saura se enfrenta al realista 'Cristo en la cruz' de Pereda, pero ambos comparten los mismos códigos básicos. En una pared contigua, inquieta la mirada del 'Místico' que en los 70 firmó Darío Villalba. Cuatro siglos entre unas y otras obras, pero la misma emoción.

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Un crucificado de Saura junto a otro de Pereda. Marilú Báez

Junto a Moreno y González, arroparon la presentación el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; la concejala de Cultura, Mariana Pineda; el conservador general de la Colección Carmen Thyssen, Guillermo Cervera; el presidente de la Fundación Bancaria Unicaja, José M. Domínguez, institución patrocinadora de la exposición; el director general de Coanfi y Sergio Angusto, entidad colaboradora de la muestra.

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