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El último golpe con la picola fue en 2003. Con resultados excelentes. Tras varias excavaciones desde 1986, se habían localizado numerosas viviendas, una vía comercial ... que se bautizó como la calle Larios de la primera Málaga fenicia y hasta un evento catastrófico relacionado con un tsunami. Amén de un rico y variado ajuar que va desde un anillo de plata con un escarabeo egipcio a la imagen de un guerrero en una vasija, convertidas ya en iconos del Cerro del Villar, la isla de la desembocadura del río Guadalhorce en la que se asentó la pionera colonia de mercaderes llegados de Oriente. Pese a su transcendencia en el origen de la capital, el yacimiento ha pasado casi dos décadas congelado. Desde 2017 se han hecho diversas intervenciones superficiales –limpieza del sitio, estudios geofísicos y reconstrucciones con realidad virtual–, pero desde esta semana nuestro pasado volverá a desenterrar sus secretos con una nueva campaña que incluye la identificación del enclave arqueológico para el público, un nuevo estudio geotécnico y la deseada excavación a cielo abierto que abrirá nuevas zonas sin explorar hasta ahora. De hecho, un 90% del yacimiento sigue sin excavar, por lo que queda mucho por descubrir. Y en la diana de los arqueólogos está la localización del puerto y del templo de la ciudad que son dos de las grandes incógnitas a despejar de aquella Málaga primitiva.
«Esta es la noticia que llevábamos esperando casi dos décadas: volver a excavar y a estudiar la colonia», admite exultante el arqueólogo José Suárez, director del proyecto general de investigación 'Cerro del Villar: naturaleza y temporalidad del proyecto temporal fenicio arcaico en la Bahía de Málaga 2021-2025', que lidera la Universidad de Málaga y en la que participa un equipo multidisciplinar e internacional, que incluye expertos de institutos de Alemania y Estados Unidos. Todos tienen ya billete para visitar los próximos meses el yacimiento. Los 100.000 euros de financiación del Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga han posibilitado estos trabajos que comenzarán al sur de las excavaciones realizadas a partir de los años 80 por la arqueóloga especialista en el mundo fenicio María Eugenia Aubet, que en sus últimas publicaciones ha anticipado el origen del asentamiento a finales del siglo IX a. C.
«En paralelo a la mota actual del río, nos vamos al sur porque queremos conocer ese sector y en función de lo que encontremos cuando abramos nos extenderemos hacia el oeste, es decir, en dirección Torremolinos», avanza Suárez las coordenadas para hincar la piocha y el paletín. El lugar lo tienen muy estudiado y no oculta que tienen en mente alguna sospecha de lo que podrían encontrar: los muelles de la colonia. «La zona elegida puede estar cerca del muro de delimitación del yacimiento y, como la isla hace un codo en ese lugar, esperamos dar con la zona portuaria», avanza el director del plan, al que se le ilumina la cara cuando piensa en voz alta que ese hallazgo supondría un «pelotazo» ya que permitirá conocer «cómo funcionaba un puerto fenicio». Aunque tras escucharse, aparece el alma de científico que lleva dentro y apostilla: «Bueno, esto es lo que pensamos, pero después la realidad es la que vale».
Estas excavaciones, que han sido consensuadas con la Junta de Andalucía para la obtención de los permisos y se desarrollarán cerca de la zona de paso de la Senda Litoral por lo que los trabajos podrán ser observados por los transeúntes y visitantes del Parque Natural de la Desembocadura del Guadalhorce, se llevarán a cabo en la segunda fase de la campaña 2022, que se desarrollará entre finales de agosto y el mes de septiembre. Previamente, la primera etapa arranca en apenas un par de días con el desbroce del perímetro del yacimiento que ocupa una superficie de unas 5 hectáreas para la llegada a partir del miércoles 4 de mayo de los equipos de dos universidades alemanas.
Los primeros en entrar serán los investigadores procedentes de Marburgo, que realizarán prospecciones geofísicas y geomagnéticas con el objetivo de levantar un «mapa del subsuelo». Este tipo de trabajo ya se realizó en 2017 por parte del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada, aunque esta nueva intervención incorpora instrumental más avanzado que los de hace un lustro con el objetivo de «definir los espacios constructivos para ver si podemos distinguir con mayor precisión las manzanas, las calles y las edificaciones, así como la delimitación de la isla», ilustra el arqueólogo José Suárez.
Por su parte, el otro equipo germano, procedente de la Universidad de Aquisgrán, realizará perforaciones geoarqueológicas para comprobar la sedimentación de todas las capas de relleno del estuario y documentar la evolución del paisaje a lo largo de los siglos hasta convertirse en la zona continental que es hoy día, además de ofrecer información sobre los eventos catastróficos sufridos en la zona. Alrededor de unas veinte personas participarán directamente en el estudio de campo de la primera fase, cuyos resultados permitirán a los arqueólogos tomar decisiones más científicas a la hora de realizar excavaciones futuras.
Además, esta primera intervención en mayo también se aprovechará para reparar el vallado del yacimiento por parte de la Gerencia de Urbanismo, además de identificar el enclave con señalética y dos paneles gráficos que recrearán la antigua isla «para que los visitantes sepan que allí se encuentra el Cerro del Villar y el origen de Málaga», explica la concejala de Cultura, Noelia Losada, que ha implicado su departamento en este «ambicioso proyecto» en el que participan más de cuarenta equipos de universidades, institutos y centros de investigación de España, Europa y Estados Unidos, dirigidos por la UMA.
«Tenemos especialistas de todas partes y, por ejemplo, los restos de conchas se analizan en la Universidad de Málaga, el barro de la cerámica en la de Cádiz, la fauna terrestre en la de Córdoba, las semillas en la de Jaén o la metalurgia en el CSIC», señala el director del proyecto que pone el acento en la colaboración de las Administraciones, desde el Ayuntamiento a la Junta de Andalucía, para la reactivación de las excavaciones en el Cerro del Villar.
La segunda fase será la más visible con la esperada excavación de la zona sur de la isla, que será realizada por un equipo de la Universidad de Málaga al que se unirán 25 especialistas y estudiantes de la Universidad de Chicago. «Proceden del Oriental Institute, con gran experiencia en Israel, Turquía y el ámbito fenicio del Mediterráneo, y por primera vez se incorporan al estudio del Cerro del Villar», comenta Suárez, que añade que en el trabajo a pie de campo participarán más de medio centenar de personas en total.
El objetivo es que la ciudad que vaya surgiendo bajo la actual superficie sea visible al público desde la cercana Senda Litoral y sirva de origen a la creación de un enclave arqueológico «que se pueda visitar de forma permanente porque es lo que pide este yacimiento», cierra el responsable de las excavaciones. Un proyecto que es también el deseo de muchos malagueños que llevan décadas escuchando hablar del Cerro del Villar y de la primera Málaga, pero nunca han podido situarla en el mapa ni verla de cerca. Hasta ahora.
Es uno de los grandes misterios del Cerro del Villar. ¿Dónde se encuentra el templo de aquella ciudad fenicia? Hasta ahora se habían encontrado pequeños altares en las viviendas excavadas hasta ahora, pero nunca se habían localizado pruebas de la existencia de ese gran recinto religioso con el que debía contar la colonia. No obstante, la primera pista estaba a simple vista y ha estado depositada durante años en el Museo de Málaga. Se trata de un fragmento de una voluta perteneciente a un capitel protoeólico de piedra con restos de policromía que ha permanecido inédito hasta la reciente investigación publicada en la revista italiana 'Byrsa, Scritti sull'antico oriente mediterraneo' (Escritos sobre el antiguo oriente mediterráneo) por Juan Ramón García Carretero, del Instituto de Estudios de Ronda y la Serranía, y de Juan Antonio Martín Ruiz, de la Universidad Internacional de Valencia, que han determinado que esta pieza parcial es el segundo ejemplar pétreo documentado en una colonia fenicia del extremo occidente mediterráneo y que probablemente perteneciera a un edificio religioso.
Fechada entre la primera mitad del siglo VIII y el primer cuarto del VI a. C., la identificación de este fragmento de capitel «nos habla de un elemento arquitectónico desconocido hasta ahora en este yacimiento, así como de la posible presencia de un ámbito religioso de carácter público del que tampoco se tenían noticias hasta el momento», aseguran los investigadores, que han confirmado otro de los grades objetivos de las excavaciones que lidera José Suárez: encontrar el templo del Cerro del Villar.
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