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Es imposible no sentir ternura al ver a Amadeo, un tipo de nariz grande, panza ancha, pantalón por encima del ombligo y boina. Pero ese abuelo de apariencia afable acaba de ajusticiar a un condenado a muerte. Un contraste «muy bestia» que impactó a Ángel ... Calvente desde que descubrió la película siendo un adolescente. Ahora, «a mi madurez», el director de El Espejo Negro se atreve a llevar la obra maestra de Luis García Berlanga a su terreno. 'El verdugo' (1963) se hace gomaespuma por primera vez en una versión que respeta la crudeza de la historia, pero con los pildorazos de humor negro que caracterizan a Berlanga y también a Calvente.
En la nave de El Espejo Negro, en un polígono de Málaga, se ensaya sin descanso la obra desde finales de agosto. El estreno está cerca: el 13 de enero, en el Teatro del Soho CaixaBank, coproductor de esta propuesta que estará en cartel hasta el 22 de enero (viernes, sábados y domingos). Es la segunda vez que el escenario de Antonio Banderas se alía con la compañía malagueña, y la colaboración funciona: 'Cris, pequeña valiente', la realidad de una niña transexual, le valió este 2022 al Espejo su tercer Max por un espectáculo infantil.
Para adultos es otra historia, al sector todavía le cuesta premiar como mejor montaje un trabajo de marionetas. «Pero el teatro es teatro. Ya sea con actores, gomaespuma o madera. Seguimos siendo la hermana bastarda», lamenta Calvente. Quizás 'El verdugo' consiga cambiar la dinámica.
El momento no puede ser más oportuno: en 2023 se cumplen sesenta años del estreno de esta comedia negra en el festival de Venecia. Una película icónica de Berlanga por la mordaz crítica que hace de su tiempo, de una España franquista con grandes contradicciones, un país que intenta dar sensación de desarrollo y apertura al mundo al mismo tiempo que castiga los delitos graves con el garrote vil. Y es además el retrato de una sociedad machista, manipulada por el Estado, que empuja a la gente a hacer lo que sea (ya fuera ser un verdugo o casarse sin amor) con tal de lograr un piso, signo de prosperidad.
«No ha perdido frescura», reconoce Calvente no sin cierta preocupación. «En la película pasan cosas que nos llevan a un pasado que no queremos recordar (...). Pero estamos dando pasos hacia atrás en ciertas libertades», alerta Calvente, en referencia a la igualdad de la mujer y los derechos del colectivo LGTBI.
Este es su particular homenaje a un título y un director imprescindibles del cine español. Pero a su manera, con su estética y su lenguaje: una dramaturgia absolutamente contemporánea que se vale de los efectos de luz, las proyecciones y la música para hilar una trama. De hecho, habrá números musicales 'a lo Calvente', incluso una canción compuesta por él ex profeso para abrir el espectáculo. Todo con la atmósfera especial del teatro de marionetas, donde no se recrea a un personaje: esas figuras son los personajes. Y hay algo más intrínseco a este formato: el títere «le quita hierro a la ferocidad» de 'El verdugo'.
Amadeo, Carmen y José Luis (Pepe Isbert, Emma Penella y Nino Manfredi en el filme) cobran vida gracias a la habilidad de cuatro actores: José Vera, Carlos Cuadros, Susana Almahano y Laín Calvente, la segunda generación de El Espejo, hijo de Ángel Calvente y Carmen Ledesma, la otra mitad de la compañía fundada en 1989. Cada uno de los movimientos está estudiado y coreografiado al milímetro. Dos personas, en ocasiones incluso tres, se necesitan para dotar de realismo a estas figuras articuladas, capaces de mover los labios y hasta de girar los ojos. Todo de forma manual. Lo ideal sería contar con más actores para llevar al directo esta obra. «Pero, aunque seamos muy conocidos, somos una compañía pequeña: tenemos una furgoneta para seis personas (los actores, el técnico y él). Eso es lo que hay, si metíamos a uno más ya no salían los números. Es muy triste, pero es así», argumenta Calvente.
Cuatro meses tardó en adaptar la película a las tablas con la mayor fidelidad posible al mensaje. Y un año le llevó crear casi una veintena de marionetas de un metro de altura, con distintas versiones para sus personajes principales, más todos los secundarios que aparecen en escena. Los últimos tres meses han sido para probar posiciones, movimientos y entonaciones con Ángel Calvente afinando hasta en la manera de quitarle un sombrero al personaje.
Los actores están ahí y se les ve. El director de El Espejo Negro no quiere ocultarlos en ningún momento. «Es como negar la máxima. Están sobre el escenario, los ilumino y les doy voz y voto. Me gusta ese mestizaje entre la carne humana y la vida de las marionetas», analiza Calvente. Pero a los segundos de empezar la función sucede algo curioso: aun estando visibles, intérpretes de metro ochenta parecen desaparecer y toda la atención la acaparan Amadeo, Carmen y José Luis. La magia de la gomaespuma.
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