Esta exposición de Jim Dine (Cincinnati, EE.UU., 1935) es una valiosa revisión de más de medio siglo de creación de un artista extremadamente singular ... y profundamente versátil. Dine es un creador al que quizás no se le otorga un rol «hegemónico» pero que resulta un actor esencial para la comprensión de los nuevos comportamientos que afloraron desde la década de los sesenta y en las poéticas en torno a la construcción de lo autobiográfico y de la representación alegórica del artista, asunto que en las décadas finales del XX se convirtió en parte insustituible del arte de la posmodernidad. Dine debe ser considerado un pionero del 'environment' (instalación ambiental) y del 'happening' y la 'performance', ya que desde el inicio de los años sesenta se halla en Nueva York y comparte experiencias con otro precoz impulsor de éstas como es Claes Oldenburg. Desde ese inicial contexto podemos entender como lógica la estrategia artística de Dine, caracterizada por la continua experimentación, un carácter nómada en lo que se refiere a técnicas y lenguajes, así como una práctica mestiza y diversa en la que las disciplinas pierden las jerarquías. También, el 'happening' y la performance', como 'arte de acción', introducen las nociones de tiempo y proceso; lo procesual queda reflejado en algunos de los tratamientos que reciben sus obras, especialmente las esculturas en madera, que asumen una condición de inacabadas o en proceso.
El valor de esta exposición descansa principalmente en que se configura como una suerte de muestra retrospectiva, ya que Dine, que pasa temporadas en Francia desde hace décadas, hizo una donación en 2017-18 al Musée national d'art moderne, la cual, con verdadero sentido estratégico por parte de él, recorre prácticamente toda su trayectoria, desde 1961 a 2016. Esto convierte a la donación y, por extensión, a esta exposición en un conjunto facultado para proyectar con rigor y fundamento no sólo la esquiva identidad de Dine, también, y muy especialmente, algunas poéticas artísticas representativas de las últimas décadas.
El trabajo inicial de Dine muestra un débito absoluto a los parámetros del Neodadaísmo, a Jasper Johns y muy especialmente a Robert Rauschenberg. El Pop art también está presente, permitiéndole junto a Oldenburg desarrollar algunas experiencias trascendentes. En la exposición hay algunas piezas tempranas que parecen reeditar el espíritu de las 'combine-paintings' de Rauschenberg, gracias a la contaminación de 'lo pictórico' con distintos elementos reales mediante los que se introduce su pulsión autobiográfica. Johns también se percibe en algunas de sus esculturas, como 'Gran bota tumbada' (1965), en la que Dine juega con materiales que crean conflicto. Si el Neodadaísmo supone la recuperación de algunos de los presupuestos de Dadá cuatro décadas más tarde y en el territorio de los Estados Unidos, la figura de Marcel Duchamp adquiere una importancia inusitada. Los ecos de Duchamp se ven igualmente en fecha temprana en la obra de Dine, como apreciamos en 'Ventana con hacha' (1961).
Sirva este repaso de citas y guiños en el comienzo de la carrera de Dine para advertir cómo el creador norteamericano parece asumir un registro 'citacionista' y de continuo diálogo con la historia del arte, con la creación inmediatamente anterior a la suya e incluso con distintos registros culturales. Este Dine nos permite avistar uno de los registros que se irían imponiendo en las décadas finales del siglo pasado y que definen la condición posmoderna: el diálogo, préstamo e intervención de y con el acervo del pasado. Ello permite que también podamos definir el trabajo de Dine como meta-artístico, ya que no sólo reflexiona sobre la propia historia del arte y la usa como un yacimiento, sino que se/nos interpela por la propia creación, por los procesos creativos, las disciplinas, por el material artístico y por la propia figura del hacedor, del artista.
En el trabajo de Jim Dine encontramos una vuelta a lo real que se impuso tras experiencias como las del Expresionismo abstracto, la abstracción de borde duro o 'hard-edge', el minimalismo -todos ellos en Estados Unidos-, el informalismo y el arte neo-concreto en Europa. Esa vuelta de la realidad, que venía a 'poner los pies en el suelo', obviaba el subjetivismo, romanticismo, gravedad y solemnidad de esas poéticas contra las que se situaba. El universo de Dine se constituye en suma de imágenes de objetos rutinarios y de esos mismos objetos, que acaban, por muy vulgares que sean, incorporados a sus obras o reproducidos escultóricamente. Gran parte de esos objetos poseen un incontenible caudal vivencial, convirtiéndose en símbolos o metáforas de episodios y circunstancias vitales del propio artista.
Justamente, la autobiografía y la consecuente auto-representación son asuntos esenciales de su trabajo. Tanto que el propio Dine llega a aseverar que «Mi autobiografía es eso, es lo único que me interesa». No extraña, por tanto, ese afán por poner los pies en el suelo, agarrarse a lo tangible, hablar desde lo rutinario y cotidiano y sentir la honestidad de contar sobre uno mismo, sobre sus circunstancias y sentimientos. Pero esto no implica que Dine se proyecte literalmente, de modo explícito y evidente. Es más, el artista 'interpone' constructos metafóricos y simbólicos. Esto es, a veces elementos, personajes o símbolos que lo representan desde la distancia propia que marca la metáfora. Si a esto le sumamos que intenta desfigurar o borrar la fisonomía de algunos de los personajes que lo representan, como algunos de los 'pinochos', o de algunos de sus autorretratos, obtenemos que Dine propende a una auto-proyección esquiva, a una auto-representación huidiza. Lo prolífico de este ejercicio no lo convierte en acción que desvele sino más bien al contrario, ya que todas esas proyecciones de sí mismo, aunque nos informen, actúan como figuradas máscaras. Ya se sabe, la máscara oculta tanto como enseña. No es un caso, en este sentido, único. De hecho, una de las referencias que asoma en su universo –como ya se indicó- es la de Duchamp. El artista galo se caracterizó desde el inicio de su trayectoria por mostrarse a través de distintos 'alter ego'. Y si hay un caso paradigmático de autor que usa numerosas máscaras ese es el de Picasso (arlequín, Minotauro, pintor, torero, mosquetero, etc.), artista que forzosamente ha de interesarle a Dine por su inmersión en lo pictórico y porque Picasso se nutre de lo autobiográfico y lo representa intrincado con otros registros. A este carácter huidizo se le une el 'no-estilo'. Es decir, Dine desarrolla una carrera sustentada en los quiebros y las variaciones, en el nomadismo; encontramos, incluso, manifestaciones absolutamente antagónicas. Ahí residen otros valores de su práctica: su libertad y falta de prejuicios, así como, a pesar de ese carácter esquivo, su capacidad para escenificar muchas de las muy distintas poéticas y comportamientos del último medio siglo.
'Jim Dine en la colección del Centre Pompidou'
La exposición: Una treintena de obras fechadas entre 1961 y 2016 y que responden a distintas disciplinas y materiales. Encontramos pintura, tanto figurativa como abstracta; escultura, objeto, instalación o arte sonoro. En distintas localizaciones de la exposición y en relación con las piezas más cercanas a ellas, el autor ha intervenido con carboncillo realizando poemas y composiciones alusivas a las mismas.
Comisaria: Annalisa Rimnaudo.
Lugar: Centre Pompidou Málaga. Pasaje Doctor Carrillo Casaux, s/n, Málaga.
Fecha: Hasta el 6 de octubre. Horario: De 9.30 a 20 h. Cierra los martes.
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