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Esa escena final de José Luis arrastrado hacia el garrote vil por dos agentes, como si él fuera el reo en vez del verdugo, es de las más memorables de la película de Luis García Berlanga. También de la versión en gomaespuma que firma El ... Espejo Negro. Con una licencia teatral: Ángel Calvente se toma la libertad de no terminar con ella la historia. La compañía malagueña factura una nueva genialidad del teatro de marionetas adaptando por primera vez el clásico del cine español, 'El verdugo', al complejo lenguaje del títere. Con sus singularidades, sorteando con inteligencia las limitaciones de esta fórmula y aprovechando las posibilidades que ofrece una revisión contemporánea de un título emblemático. La obra se estrena hoy en el Teatro del Soho Caixabank, coproductor del montaje, y allí permanecerá hasta el 22 de enero (viernes y sábados a las 20:00 horas y domingos a las 12:00 horas). Antes, este jueves, tuvo lugar el ensayo general.
El Espejo Negro ajusta cuentas con el garrote vil –el sistema utilizado en España para aplicar la pena capital hasta 1974– desde el inicio de la función, con una canción compuesta por el propio Calvente. Unas niñas de voces angelicales entonan una dulce melodía que habla de la crueldad de las ejecuciones. Un contraste presente en todo momento en el guion de Rafael Azcona y en la puesta en escena. Imposible odiar a ese afable señor mayor, de panza ancha y boina en la cabeza, que acaba de ajusticiar a un preso. Tampoco se puede dejar de sentir compasión por esa Carmen (aquí más atrevida que nunca), la hija del verdugo, que busca desesperadamente casarse y tener un piso. Como dios manda.
No es fácil llevar al mundo del títere una película tan vinculada a una época y con tantos escenarios diferentes, pero Ángel Calvente consigue recrear esa atmósfera con apenas cuatro estructuras móviles, algún elemento de atrezzo y el imprescindible apoyo de las proyecciones. Ver cómo se transforma el escenario de una escena a otra es un espectáculo paralelo: la funeraria, la casa del verdugo, el piso en obras, la administración, la prisión y hasta las Cuevas del Drach de Mallorca. Los años 60 también están en los sonidos, en la llamada del afilador, la música del NO-DO y en las coplas que canta Carmen.
El Espejo Negro hace que 'El verdugo' de gomaespuma funcione llevándolo a su terreno, con sus recursos marca de la casa: no faltan los pildorazos de humor, los momentos grotescos, las escenas erótico festivas, los números musicales y la crítica ácida camuflada en la ironía. Porque esta es una España diferente, sí, pero con tics del pasado.
Nada de esto sería posible sin Laín Calvente, José Vera Nicart, Carlos Cuadros y Susana Almahano, los verdaderos protagonistas de esta propuesta. Una vez más, Ángel Calvente le da su sitio a los actores haciéndoles visibles en todo momento y convirtiéndoles en parte de la trama. Dan voz y movimiento a los títeres, pero también interactúan con ellos y con el público, al que más de una vez se dirigen directamente para contextualizar la acción. Un éxito en equipo.
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