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El verano lo acabó rodando a la 'Intemperie' con Benito Zambrano, después pasó unos días en Málaga y aprovechó para filmar en El Chorro el corto 'Black Bass', y se fue al Festival de San Sebastián a presentar una serie que se estrena la ... semana que viene y que está que arde. 'Arde Madrid', para ser más exactos. Ahora que tiene unos días de descanso, el director de fotografía Pau Esteve Birba (Barcelona, 1981) se toma un café en la plaza de la Merced para hablar de cine, series, producción andaluza, política, de su alergia a repetirse y de sus sueños con los pies en la tierra. Y todo sin perder la sonrisa. Indispensable en el cine andaluz reciente tras su Goya por 'Caníbal', a las que siguieron 'El autor' y la serie 'La peste', este cineasta nómada fijó hace dos años la cámara y la familia en Chilches, que se ha convertido en su localización principal entre rodaje y rodaje.
–Acaba de rodar en Granada con Benito Zambrano 'Intemperie'. Todo el cine andaluz llama a su puerta.
–Bueno, con el permiso de Álex Catalán –director de fotografía–. En el caso de la película de Benito ha sido dura por las condiciones. Filmábamos en el desierto y a 40 grados doce horas al día. Como dice el título ha sido a la 'Intemperie' y espero que esa dureza esté luego en la pantalla.
–El Goya y su currículum le permite elegir. ¿Cómo selecciona los proyectos?
–Lo primero es el guion y luego el proyecto. Sobre todo es importante que haya 'feeling' con el director, aunque a veces te equivocas.
–No parece haberse equivocado en su colaboración con Alberto Rodríguez en la serie 'La peste', que ha roto moldes en la ficción española.
–Alberto es buena gente, tiene gusto y lo hace todo fácil. Es un genio y disfruté con él, aunque fue también una serie dura de rodar. Los episodios los rodamos como si fueran cine, por lo que en la práctica fue una película de 18 semanas. Una burrada.
–Y si se entendían tan bien y le ofrecieron rodar la segunda temporada de la serie, ¿por qué lo rechazó?
–Disfruto los proyectos creando el concepto e imaginando cómo será. En el caso de 'La peste', sentándome con Alberto y pensando en cómo transmitir el miedo y el peligro de las calles de esa época. Después me lo paso bien en el rodaje, pero una buena película sale de la preproducción en la que el reto es crear el 'look' y la estética. Hacer la segunda suponía repetir lo que ya estaba hecho.
–Todo éxito conlleva críticas y una de ellas le afectaba directamente porque se acusó a 'La peste' de una fotografía demasiado oscura.
–'La peste' fue una apuesta muy arriesgada. Desde el principio nos plantemos contar la época de verdad, con la falta de luz que existía, lo cual suponía un peligro. Está claro que para un espectador de serie generalista española es un tipo de producción distinta, pero si ves una serie de HBO hay más riesgo y es diferente. También estaba destinada a una plataforma, con un público que está pagando por ese producto. De hecho, la trama de 'La peste' tampoco es fácil y exige al espectador que esté metido. En España estamos acostumbrados a series más fáciles. Arriesgamos mucho y soy consciente, por eso no me molesta que me critiquen porque fuimos al límite. A mí me gusta ese riesgo, aunque tal vez soy un poco inconsciente. Esa oscuridad no es gratuita, sino que está narrando la trama. Y también acepto que no le tiene que gustar a todo el mundo.
–¿El camino de la ficción española es buscar esa diferencia?
–Sin duda. Mira lo que ha pasado con 'La casa de papel', que se exhibió en Antena 3 y después la compró Netflix y lo ha petado en todo el mundo. El espectador está cambiando. Mi primo tiene 15 años ve todo a la carta bajo demanda. Hay que pensar en ese público y que competimos a nivel internacional con las nuevas plataformas.
–Por contra, Carlos Vermut dice que las salas de cine son ya el último refugio en el que ver ficción sin que te interrumpa el móvil.
–Tiene toda la razón. El cine es el único sitio en el que desconectas y eso en casa es imposible. Por contra, con las series estamos llegando a un punto de experimentación que con las películas no se puede o solo se lo pueden permiten las cintas 'indies'.
serie 'la peste'
ley del cine en la comunidad
–Y cuando ve que su serie se ve en las tabletas, ¿tiene la sensación de que tanto trabajo para nada?
–Sí lo pienso, pero es una realidad. Me ha vuelto a pasar con 'Arde Madrid', que va estrenar Movistar, y en la que me pidieron que pensara que se destinaba a una pantalla pequeña. Pero fuimos al Festival de San Sebastián y la pusieron en un pantallón de 27 metros. Al final tienes que trabajar para el espectador y hacerlo con la máxima calidad. Después el público elige si quiere verlo en una pantallita. Yo prefiero en grande y a oscuras.
–Llama la atención que de estas grandes producciones pasara a rodar un proyecto pequeño en Málaga, como ha sido el nuevo corto de Rakesh Narwani, 'Black Bass'.
–Vivo aquí desde hace dos años y nunca había rodado en Málaga. Me gustó el proyecto y además me llevo muy bien con Antonio de la Torre –protagonista del corto–. También me gusta rodar con gente que empieza que te ayuda a recordar de donde vienes.
–¿Piensa dar el salto internacional?
–Mi objetivo ahora es subir ese escalón y trabajar en el extranjero. He hecho tres películas en Inglaterra como operador de cámara, entre ellas 'Las sufragistas'. Ahora se ha estrenado 'La peste' en la BBC y espero que esa visibilidad abra alguna puerta.
–¿Cree que la Ley del Cine de Andalucía afianzará una industria?
–Pues no la conozco, la verdad. Lo que sí considero es que se está creando una escuela buenísima y, en este momento, las cosas se están haciendo bien. Lo que hecho en falta es descentralizar la producción y que no sea todo en Sevilla. Pero tenemos unos directores fantásticos y, no sólo eso, también técnicos de primer nivel. Por contra, en Cataluña se está rodando poco, porque tienen un marrón… menos mal que estoy lejos.
–Pero escuela de cine como tal no existe aquí al nivel de la ECAM de Madrid o la ESCAC de Barcelona.
–La industria se nutre de talento y si quieres que se hagan películas lo que hace falta es montar una escuela para que ese talento siga creciendo. Además, un centro de formación también agrupa a los creadores y si allí se unen un director bueno, con un guionista fantástico después salen las cosas.
–¿Cómo vive la situación de su Cataluña natal?
–Cuando se ponen las banderas de por medio se pierde la razón. Estoy apartado de la política porque lo veo muy cansino y triste. Y lo peor es que no veo solución, porque están unos y otros y se retroalimentan. Las dos partes omiten al otro bando. La realidad es que hay una mitad de independentistas y otra mitad que no lo quiere ser y hay que encontrar un punto medio. La verdad es que estoy feliz de estar tan lejos.
–En el pasado Festival de San Sebastián, las directoras de foto dijeron que ellas también disparan...
–Es verdad que no han tenido la misma visibilidad que los hombres. Ya es hora de que se les reconozca y, entre ellas, tengo alguna compañera de clase, como Gris Jordana.
–¿Tuvo siempre claro que quería ser director de fotografía?
–Soy de un pueblito de Lleida, Alfarrás, y yo solo sabía que me gustaba el cine y hacer fotos, pero no sabía que había una profesión que agrupaba ambas facetas, el director de fotografía. Ahora, sin embargo, apenas hago fotos en mi vida privada.
–¿Por qué?
–Vivimos con sobredosis de imágenes. Yo tenía álbumes de cuando era pequeño, pero no las millones de fotos que tienen ahora los niños. Ahora tenemos discos duros con miles de imágenes que no ves nunca. Intento hacerle pocas fotos a mis hijos para que cuando las tengan las valoren. En casa me dicen que soy un fotógrafo que no hace fotos.
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