Espacio Cultural Abierto: una galería «camuflada» en un bar de Torremolinos

Es el recibimiento al Bulevar, un negocio de hostelería, regentado por Molleda, que esconde el Espacio Cultural Abierto, un proyecto de agitación artística que, al ser bautizado, formaliza una vocación de años por construir un contenedor para la cultura desde en la ciudad torremolinense. La acción más ambiciosa del nuevo espacio, ubicado frente al Pasaje Begoña, hasta el momento, es una exposición colectiva, aunque ya son cuatro desde enero. «Llevamos ya tiempo ejerciendo, por ejemplo, cada quince días se presenta un libro, todo lo que sea la cultura nos atrae; también patrocinamos al coro Rainbow Voices», explica Molleda, asociado con Juan Royo en la empresa. El local, apunta, tiene otras singularidades, como que cuenta con una biblioteca de intercambio o es escenario de sesudos debates sobre cuestiones candentes y actuaciones musicales.

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La inquietud ya estaba ahí, pero faltaba una planificación, es cuando entra en escena la mexicana María Esther Beltrán, que ejerce como comisaria del Espacio Cultural Abierto Bulevar. De su mano, precisamente, llegó la primera muestra conjunta, que se puede visitar hasta el 8 de julio, con obras de Adolfo Merino; Alicia Natale; Borja Oliván; David Pasarin-Gegunde; el mexicano Erik Rivera; la citada Hortensia Martin; Jesús Román; José Manuel Velasco; Jogárez; José Larios García; Marisa Díaz; la chilena Mapuchika; el cubano Miguel Reyes; More Creativo; Ose del Sol; Pablo Ruiz; Paloma del Amo; Peter Varga, de Eslovaquia, y Sedeño. «Cuando un artista se decide por exponer aquí, nosotros nos comprometemos a cuidar su obra, como si estuviera en una galería», explica la comisaria, con experiencia en museos de México. «No solamente es colgar cuadros en las paredes, nos sentimos responsables», sostiene.

Convencidos del rigor y las posibilidades de su proyecto, los padres y la madre de este criatura buscan el respaldo de las administraciones, clave para hacer frente a gastos como el transporte de los originales o la edición de un catálogo de cada exposición. «Ya no valoro tanto que los cuadros que me traigan me peguen, valoro la calidad de la obra. Aquí se ha generado una sensibilidad», considera Molleda, que está dispuesto a explorar sinergias con otras asociaciones y entidades. «La idea que impulsamos busca poder mantenerse, aunque sea fuera de este local», adelanta el autor de 'Confesiones de un seminarista maricón' que, insiste: «Este trabajo es serio, hacemos un contrato con los artistas, no es 'vente y me pones esto aquí', es otra cosa y no hay nada parecido en Torremolinos».

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«No tenemos fin, la cultura no se acaba, mientras haya gente que quiera exponer o nos podamos apoyar en otros colectivos, esta labor es infinita», deja claro Beltrán, encantada de trabajar con Molleda y Royo. Y es que, en esta andadura con el Espacio Cultural Abierto, los dos siguen un camino de difusión de la creatividad que comenzó con los Premios Bulevar a las Artes. Ya van por su segunda edición, con el Menino, un diseño del escultor extremeño Narchy, ahora muy cotizado, como galardón. «Vendo la marca Torremolinos, no mi bar, y, además, damos suerte a quien pasa por aquí», asegura Molleda que añade una declaración de intenciones: «Me moriré pobre, pero yo quiero tener un local que me guste».