Cuando se le pregunta cómo está, Macarena Pérez Bravo, de Pata Teatro, responde: «De salud bien, de lo demás regular». Están entrenados para la inestabilidad, ... saben lo que es estar en la cuerda floja, pero nunca antes se habían enfrentado a una crisis que ataca directamente a la esencia del sector como arte en vivo y en directo. Los efectos de la pandemia se cuentan aquí por número de funciones perdidas: 37 para El Espejo Negro, 54 para Pata Teatro, 30 en la Central de Actuantes, 15 para Rolabola...
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Las artes escénicas malagueñas luchan por su supervivencia en un contexto de absoluta incertidumbre, tirando de ahorros que empiezan a agotarse. Poco a poco el calendario vuelve a ocuparse, ponen a punto los espectáculos e incluso alguno se aventura con nuevas propuestas, pero a cada contratación que cierran les acompaña una frase: «Veremos si se puede hacer». Con «la espada de Damocles sobre la cabeza», el teatro, la danza y el circo celebran mañana en el Teatro Cervantes su gran fiesta anual, unos Premios Max que reivindicarán que, pese a todo, el espectáculo debe continuar.
El Directorio de las Artes Escénicas de Andalucía, dependiente de la Junta, registra 49 compañías en Málaga y 81 están dadas de alta en la provincia en la base de datos Guiarte del INAEM (Institución Nacional de las Artes Escénicas y de la Música). Cifras que, con seguridad, sufrirán el golpe del coronavirus. «Nuestra subsistencia pende de un hilo», reconoce la actriz y cofundadora de Pata Teatro junto a Josemi Rodríguez. Antes del estado de alarma, la compañía llevaba cinco años de «trabajo ininterrumpido». «Estábamos saliendo de la crisis de 2008 y esto ha llegado como una losa. No hay paraguas que pare este impacto», lamenta.
Porque la esperada reactivación del sector no llega o, al menos, no como se esperaba. De las ocho funciones cerradas para este septiembre, una ha caído víctima de un rebrote y otra se ha cancelado en previsión de que la situación empeore. Por delante tienen otras 34 hasta que acabe el año, pero todas a expensas del virus. «Y no podemos vivir con ese miedo continuo. Semanalmente llaman para cancelar o posponer y no podemos posponer nuestras vidas constantemente», apunta Pérez Bravo. El pasado viernes, justo antes de coger la carretera rumbo a su actuación en Torralba de Calatrava (Ciudad Real), Fernando Hurtado recibía una llamada que le advertía de que nuevos positivos en la localidad hacían peligrar el espectáculo. Finalmente se hizo, pero con la duda presente hasta el último momento, como sucede con las 30 funciones comprometidas de aquí a finales de año.
Así está también Angélica Gómez, de Surterráneo Teatro, con esa sensación de «trabajar a ciegas, de pintar una habitación a oscuras». Su compañía ha recibido una ayuda del Contenedor Cultural de la UMA para levantar la obra 'Cómo ser mitad ángel, mitad langosta' sobre Maruja Mallo y Concha Méndez. «Acabo de terminar de escribir el guión, estoy con la preproducción y ensayamos en octubre, pero no paro de preguntarme si finalmente haré el preestreno el 9 de diciembre», reconoce.
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«Indefenso» se siente Ángel Calvente de El Espejo Negro. Tras la catástrofe que supuso el cierre de la pasada temporada, ahora empieza a levantar cabeza con todos los fines de semana ocupados de octubre a diciembre. «Si las funciones siguen y no se suspenden, iremos tirando, pero no sabemos qué va a pasar. Vamos tirando de ahorros que ya no son tal. Vivimos al día, como todas las compañías de teatro«, reflexiona Calvente.
Persona de riesgo, con un cáncer que está consiguiendo mantener a raya, Calvente aprovechó el confinamiento para dar forma a las marionetas de su próximo espectáculo, 'Cris, una chica valiente', la historia de una niña que nació varón. «Me puse las pilas y me motivó mogollón», cuenta.
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Ahora acaba de empezar los ensayos de un montaje que sigue adelante porque ha encontrado quien lo sostenga económicamente. El Teatro del Soho CaixaBank entra en la coproducción de esta obra, que se estrenará en enero en su escenario. «Por eso me he metido en esta aventura, si no tendría que esperar un año más», asegura.
También Fernando Hurtado, que celebra sus dos décadas en escena, prepara el estreno de 'Low Cost (por bailar)' para el 17 de octubre en el Centro Cultural María Victoria Atencia. «Si uno continúa en el camino y no se abandona, haciendo oídos sordos a la pandemia, en algún momento surgen las cosas. Todo podía haber sido mejor, pero no hemos dejado de trabajar y plantear cosas«, garantiza. Y el título del montaje no podía ser más oportuno: «Estamos acostumbrados con lo mínimo posible a hacer lo máximo posible», argumenta.
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Aunque son varias las reivindicaciones del sector (como la reducción de impuestos), reconocen que en estos momentos difíciles las instituciones han respondido. «La pandemia ha hecho que entiendan que la gente tiene que seguir trabajando en un intento de no abandonar a la cultura», se felicita Fernando Hurtado. Teatros como el Echegaray lideraron la vuelta a la escena con una veintena de espectáculos malagueños (dentro de 'Málaga, cultura reActiva') y espacios como el Contenedor Cultural de la UMA impulsan la creación con una convocatoria de ayudas. También La Térmica reabrirá su Central de Actuantes con una programación de compañías malagueñas para revitalizar el sector. «Lo que no podemos garantizar es que puedan realizarse todas», aclara Angélica Gómez, su responsable. El virus dirá.
«Fuimos los primeros que paramos y vamos a ser los últimos que nos vamos a enganchar a la normalidad», analiza Macarena Pérez. Ella lo tiene claro: «Prefiero seguir trabajando a tener una ayuda». Todos coinciden en el respeto con el que se desarrollan los eventos culturales –sin ningún brote asociado–, por eso no entienden que sean cuestionados. «Estamos de una exquisitez pasmosa. Somos gente cerebral, hacemos las cosas bien», añade Calvente. Para Hurtado, se está «más seguro en un teatro que en un bar». «Estamos todos de acuerdo en eso, pero la economía no. La economía dice que es mejor abrir los bares», apostilla.
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En estos tiempos raros en los que la tecnología ha salido al rescate de muchos sectores, la escena se encuentra con un problema de base: el teatro tiene que ser en vivo y presencial. «No me vale una cámara delante de un escenario. Eso se llama de otra manera», mantiene Angélica Gómez.
Pero no todos han perdido en esta crisis. De forma totalmente inesperada, hay una disciplina que se ha visto reforzada: los espectáculos de calle. La «tradición callejera» del circo se ha convertido en un aliado en unos tiempos donde el público evita los espacios cerrados, que soportan más restricciones que los recintos abiertos. Lo cuenta con cierto apuro Alfonso de la Pola, Premio Nacional de Circo, al frente de Rolabola: «Porque sé que hay muchos compañeros que no están en la misma situación». Reconoce que los programadores «se están tirando al barro» reubicando las citas canceladas y cerrando funciones de calle incluso en pleno invierno. «El 9 de enero, por ejemplo, estaremos en Alsasua», cuenta. Y es solo una de las 25 fechas que ya tiene comprometidas. Algunas, como la que tenía prevista en Salamanca, se ha reemplazado por una representación en 'streaming' por la vuelta a la fase 1 de la desescalada. «Es muy raro, pero es una forma de seguir manteniendo el contrato y eso es de agradecer», aplaude.
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En estos casos, el espacio al aire libre se acota y en su interior se colocan sillas con la separación obligada mientras miembros de la organización controlan que no se formen aglomeraciones en los alrededores. «Donde antes había una persona, ahora son hasta nueve», explica. Así se hará hoy con Rolabola en La Marina (20.00 h.), y así fue el viernes en La Merced con El Espejo Negro, que ha vuelto a las calles con 'La Cabra'.
Al aire libre también ha salido el bailarín David Segura y su compañía Beyond Dance. Esa reformulación de sus montajes y sus proyectos futuros ('Las maravillas del mundo' para niños y 'Manipulación' para adultos) le hacen estar trabajando «igual o más» que antes de la pandemia. Además, tuvo la «suerte» de poder terminar su gira de invierno: la última fecha fue el día previo al confinamiento. A punto de ser padre de su segundo hijo con la bailarina Pepa Martín, compañera de vida y profesión, él se plantea esta etapa como «una oportunidad». «Me lo estoy tomando lo mejor posible y lo estoy aprovechando para crear, tengo más tiempo para hacer de promotor, de productor. Las funciones pueden suspenderse o no, pero no puedes ir pensando eso; si no, no haces nada», apostilla.
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De hecho, «optimismo» es una de las palabras que más repiten a pesar de los contratiempos. «No estoy desanimada. Sé que voy a seguir trabajando, pase lo que pase», dice tajante Angélica Gómez. Les puede la vocación.
Una gala «poética» y «sensible» en el fondo y con «rigor y seguridad» en las formas. Así serán los Max, la fiesta anual de las artes escénicas que mañana lunes se celebra en el Teatro Cervantes tras el aplazamiento obligado por la pandemia el pasado junio. Medio centenar de profesionales del sector se reencuentran después del estado de alarma en un evento que visibilizará y homenajeará a un sector que atraviesa un momento complicado. La Maquiné dirige la puesta en escena bajo el lema 'El arte de escuchar', con una dramaturgia que irá conduciendo al espectador por cada entrega de premios. Solo un espectáculo malagueño aspira a la manzana, el musical 'A Chorus Line' producido por el Teatro del Soho CaixaBank de Antonio Banderas. La ceremonia se podrá seguir en directo en La 2 (20.00 h) y en 'streaming' en la web de la cadena.
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