Un escenario se encarga de dar la nota en la noche literaria

Cuando el reloj marcaba las siete y media de la tarde, la gente empezaba a llenar el Edgar Neville para recibir a Soleá Morente y la sangre de raza de artistas que corre por sus venas. La hermana de Estrella Morente e hija del cantaor Enrique Morente aparecía sobre el escenario malagueño y su larga melena saludaba al público con una reverencia. Vestida de negro empezaba a recitar versos de Carmen Laforet en forma de introducción previa a sus canciones: “Esto es un pequeño homenaje que quiero hacer con fragmentos de ella”, apuntaba la cantante. Soleá Morente iba a alternar temas propios con otros de Paco Ibáñez y menciones a Laforet.

Ya cuando llegaba más o menos a la mitad del concierto el auditorio comenzaba a animarse al ritmo de rumbas, tanto que desde el público le lanzaron varios piropos a la artista: “Soleá, ¡qué bonita eres! ¡Estás maravillosa!”, a lo que ella respondía: “Creo que es que están mis amigos por ahí”. La fiestas, las palmas y los quejíos característicos de Soleá Morente comenzaban a tomar las tablas, acompañados también por los bailes de la cantante, que se estremecía al más puro estilo flamenco mientras sonaba la percusión.

El siguiente turno se presentaba algo más tranquilo, aunque también cañero. La voz dulce de Miren Iza aparecía pasadas las nueve de la noche sobre el escenario del auditorio. Era la banda Tulsa y llegaba con mucha ganas, como ya confesaron con las manos en alto: “¡Hace mucho que no tocábamos y estamos estrenando banda!”, exclamaba Miren Iza. Para poner el toque final llegó el buen rollo y flow del grupo granadino 'Colectivo da Silva', que supieron como animar al público para cerrar la Noche de los Libros en su faceta más musical.