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La nube doble

Es que no hubo otra

Lunes, 4 de diciembre 2023, 01:00

Hace casi siete años, cuando Concha Velasco vino al Festival de Teatro de Málaga con la obra 'Reina Juana', los espectadores salían del Cervantes loando su carácter único. «Es que no hay otra», comentaban tras su derroche de maestría, humildad y aguante en el escenario. ... Las tablas de salvación de la Velasco fueron las teatrales, ay, llenando funciones más de medio siglo después de sus primeras y jovenzuelas apariciones en los cines de un país todavía desvencijado, al que el destino regaló su alegría y guapura de clase media, con la picardía inocentona de una muchachita de Valladolid que pronto fue materia prima nacional. El lunar de la Velasco fue así punto de convergencia para todas las Españas, las modernas y las folclóricas, las más ye-yés y las más tópicas. Presidenta de las faranduleras estatales durante más de seis décadas, uno la recuerda haciendo de todo. Y todo bien, rematadamente bien: sin avasallar, con más ganas que postureo. Cada uno, claro, rememora ahora en su muerte, triste hito cultural, aquello con lo que más conectó. Yo como adolescente no olvido aquellos prodigios de su directo televisivo en 'Viva el espectáculo', o el disloque nacional que montó cuando en vez de enseñar pierna lució enorme talento con 'Teresa de Jesús'. La tele privada, fagocitadora de todo, la metió luego en berenjenales algo absurdos pero muy rentables, como 'Querida Concha', nada que ver con aquella enorme actuación de 'Pim, pam, pum... fuego', acaso su mejor papel en cine. Y así, fue luego en las series donde seguimos disfrutándola en su madurez, como en 'Herederos' u otros papeles secundarios. Con más de 70 años siguió dando guerra en el delicioso espectáculo biográfico 'Yo lo que quiero es bailar', que vino a dar forma teatral a las entrevistas personales con las que fue regando programas y formatos banales hasta hace casi nada. En 'Late Motiv', que le salvó la vida, le hicieron un homenaje vibrante. Ese mismo que ahora haremos cada vez que la disfrutemos y nos dibuje una sonrisa cálida de agradecimiento y aplauso eterno. No hubo otra.

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