Luz Casal: «Hablar de tus deseos, eso sí que es una desnudez poderosa»

– Segunda noche que toca en Málaga en apenas un mes ¿Qué tiene cada concierto de diferente?

– Todos los conciertos son distintos. Aunque estés incluso en el mismo lugar, en el mismo espacio, haces dos conciertos y no son iguales, no tienes el mismo día o no tienes la misma audiencia. De ahí resulta toda esa incertidumbre que, a todos los que nos dedicamos a esto y hacemos directo, nos produce gusto. Toda esa aventura nos estimula. No podemos saber perfectamente cuál va a ser el resultado de nuestra acción hasta que llegue el día. Tengo buen recuerdo de la actuación del Teatro Cervantes, pero eso ya forma parte del pasado. Para mí lo importante es el próximo concierto. Para eso trabajamos todos y yo en particular.

– Presenta un disco que en buena parte ha sido compuesto en Málaga ¿de qué manera ha influido el Mediterráneo en él?

– Podría decir que en cada álbum hay alguna referencia al mar. El mar, el agua en general, no es solo un elemento del que estamos formados en un porcentaje altísimo, sino que como imagen me resulta necesario. Necesito tener la sensación de que el agua fluye, aunque sea con una fuente. Es cierto que en el caso de alguna canción como es 'Un lugar perfecto', el trozo de Mediterráneo que yo veo, el de Málaga, fue fundamental. No puedo decir que el mar que pueda ver en Asturias o en Galicia sea un espejo, porque tiene otras características, pero no es tan plato, no es tan espejo. Algunas de las otras que he hecho como 'Hola qué tal' o 'Dame tu mano' tienen mucha relación con Málaga, por haber sido hechas aquí y porque vitalmente son una consecuencia de lo que hice y lo que viví en ese tiempo.

– Dice que 'Las Ventanas de mi Alma' es su disco más personal ¿Cómo gestiona el pudor a la hora de exponerse en sus canciones?

– Las canciones son impúdicas. En mi caso, aunque hable de otros, las personalizo la mayor parte de las veces y las canto en primera persona. Eso ya me involucra en una desnudez emocional. Esa es la manera que yo tengo de cantar. Yo no soy una cantante que hace unas melodías y que sean así hasta el fin de los días. Yo me muevo dentro de las melodías, los tempos, los ritmos. Eso implica meterte en ellas, ser impúdica, no tener ningún freno para potenciar la canción. No es una desnudez física, que para mí no es tan fuerte como la desnudez de tu alma. Hablar de tus defectos, hablar de tus deseos, eso sí es una desnudez poderosa. Enseñar más o menos un trozo de tu cuerpo a mí no me parece tan importante.

–En uno de sus nuevos temas canta: «Ya no soy carne fresca». Pero usted conserva el respeto de público y crítica ¿Cómo ha conseguido trascender las modas y mantenerse en el tiempo?

– Yo creo que me he mostrado siempre de la manera más franca, más directa. Siempre he hecho lo que he considerado que tenía que hacer en el momento que lo tenía que hacer. Supongo que eso, de alguna manera, es imbatible. Yo ni hago, ni ejecuto imposturas en la música.

– Reivindica usted la inocencia, esa desprogramación con la que los niños ven las cosas ¿Cómo se mantiene la inocencia en un mundo como el suyo?

– A veces, la experiencia sirve curiosamente para eso, para darte cuenta de que hay aspectos que están contaminando tu manera de ser real. Y de tu realidad, aquello que no te viene bien, lo tienes que apartar. Yo soy una persona que considera que la gente es buena, no soy de las que piensa que la gente es mala. No quiero perder esa condición de sorpresa ¿Qué hace un niño? Sorprenderse a la mínima. Pues eso es lo que, por mi carácter, yo tengo. No quiero dar por hecho que ya sé todo lo que va a ocurrir.

– Pero supongo que en su mundo también se ha llevado traiciones y decepciones.

– Pero eso es parte de la condición humana. Siempre te tropiezas con algún mezquino, con una persona malvada o deshonesta, pero es un porcentaje tan pequeño comparativamente con el resto de las personas que me han regalado momento maravillosos o lealtad. Yo tengo músicos que son de una lealtad inquebrantable. No puede ensuciar mi opinión una persona cuando cien son maravillosos, aunque esa sea un desquiciado.

– ¿Cómo de importante es estar bien rodeada?

– Importantísimo, tener buenos colaboradores en todos los procesos, en la preparación, el desarrollo y la grabación de un álbum. Toda persona que esté en el proyecto, que tenga algo que hacer, es importantísimo que sea bueno, que esté entregado, que le ilusione aquello que yo le proponga hacer. Al final, es una ayuda imprescindible. Yo he trabajado con músicos magníficos. El otro día, en el Teatro Cervantes, vino 'Wix', que es un teclista, pianista y productor que lleva más de treinta años siendo el director musical de Paul McCartney. Yo he grabado con él varias canciones en diferentes álbumes y, para mí, contar con su talento me parece siempre un regalo. Y tener su amistad, pues imagínate.

– En el tema que da nombre al álbum habla de dar valor a lo importante, entiendo que es una autocrítica en retrospectiva…

– Sí. No perderte en las anécdotas, no perderte en lo fugaz ¿Qué es lo importante? Para mí, por ejemplo, la amistad ¿Qué no tengo que hacer? Pues romper una amistad porque haga algo que pueda ensuciar nuestra relación. También hay cosas importantes a niveles más cotidianos, como fijarte en lo que te rodea. Yo cuando camino me doy cuenta de las plantas que tengo a un lado, todo ese tipo de cosas.

– En el concierto, además de presentar su nuevo disco, también repasa algunos de sus éxitos ¿Es nostálgica?

– No, solo me considero una persona responsable con el público que acude a verme. Sabiendo que hay un número importante de canciones que quieren escuchar, yo tengo la obligación y el gusto de ofrecérselas.

– Durante la pandemia atendió centenares de llamadas de desconocidos para escuchar sus confesiones.

– A miles, a dos mil.

– Usted que ha sido una artista tan escuchada, asumió en aquel momento el papel de escuchar…

– Sí. Asumí que estábamos viviendo un tiempo muy difícil, que había muchos problemas, mucha gente desesperada y yo hice la labor de compañía durante unos minutos. Perdona, tenemos que acabar, porque tengo una entrevista de radio para Alicante.

– ¿Me permite una última pregunta?

– Sí, claro.

– ¿Cree que nos estamos olvidando de escuchar?

– Hay que escuchar más. Yo me considero una persona con una cierta paciencia. Hay gente que, cuando acaba de contarme sus cosas, me lo agradece. Escuchar está bien, está bien incluso para mi propio trabajo, para conocer a toda esa gente.