Emilio Prados, en su exilio mexicano.
Libro

Emilio Prados, las deudas pendientes con el poeta filósofo

El profesor Francisco Chica publica una «visión de la totalidad» del autor del 27 que sirve de acicate para futuras investigaciones sobre su pensamiento y su etapa mexicana

Martes, 17 de mayo 2022, 00:02

Decía Jorge Guillén que Emilio Prados era el poeta más «difícil y profundo» de su generación. Quizás por eso fue el más desconocido y el ... menos accesible. Pero también por eso es hoy uno de los más relevantes. «Sin él la Generación del 27 no hubiera existido», sentencia sin medias tintas Francisco Chica, uno de los mayores estudiosos de su obra. El malagueño dio «unidad» a un grupo disperso de poetas como editor de la revista 'Litoral' y propietario de la Imprenta SUR. Pero, además, dotó a sus versos de una honda carga de pensamiento, casi místico, que hace necesaria una revisión de su creación desde el punto de vista filosófico y no solo literario. Chica perfila las diferentes caras del autor en 'Emilio Prados. Una visión de la totalidad', una tesis defendida hace más de 25 años por el profesor de Filología Española y Teoría de la Literatura de la Universidad de Málaga que ahora rescata en forma de libro Fundación Unicaja.

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El trabajo sienta las bases para futuras investigaciones sobre aspectos del poeta filósofo del 27 que aún siguen a la sombra. A nivel biográfico, dice Chica, su vida está ya construida prácticamente al completo. Pero su obra, principalmente la que produjo en su exilio mexicano, ha sido poco analizada y de manera superficial. En ese conjunto de libros nunca editado en España, sin embargo, se concentra lo mejor de Emilio Prados. La tesis doctoral de Chica era la primera investigación que ponía el foco en esa idea: el destierro no fue un final de nada, sino un principio de mucho. 'Memoria del olvido', 'Mínima muerte', 'Cita sin límites', 'Jardín cerrado' y 'Signos del ser', el testamento poético que publicaría de forma póstuma su amigo Cela, representan la «culminación de su filosofía poética».

Romper con el pasado

Tras la Guerra Civil, Prados «rompe con el pasado» en su refugio mexicano. Firme defensor y activista por la República, Prados «abandona el tema político definitivamente y entra en una etapa más espiritualista, religiosa si se quiere, una etapa de pensamiento con tonalidades místicas en muchos casos», cuenta. Llevaba, como decía Jorge Guillén, una vida de «monje». No dejó de lado la edición, colaboró con publicaciones tan destacadas como las de 'Poeta en Nueva York' de su querido Lorca o las 'Obras completas' de Antonio Machado en la editorial mexicana Séneca. Pero cuando se enfrentaba al papel en blanco, Prados volvía a sus temas de siempre de manera diferente. Están la naturaleza y el tiempo, como en sus textos españoles, pero ahora con un acentuado contenido humano.

«La metafísica de Prados no es una abstracción que se va a los cielos. Es una interpretación del ser humano real, con los pies clavados en la tierra», apunta Chica. Unas inquietudes que Prados compartía con otra paisana en el exilio, María Zambrano, con quien mantenía una interesante correspondencia. Del poeta filósofo a la filósofa poeta.

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De esa forma de entender la vida parte su entrega al próximo, una labor caritativa que comenzó en Málaga y que continuó al otro lado del charco. De la misma manera que en su juventud enseñaba a leer de forma altruista a los niños del Palo, hijos de pescadores sin escolarizar; en México se volcó con los llamados 'niños de Morelia', hijos de republicanos españoles que en 1937 fueron enviados hasta allí para librarles de la violencia de la guerra.

Más allá del bonito sonido al oído de sus versos, insiste Chica, los poemas de Prados «hacen pensar y obligan a leerlos más de una vez, porque tienen fondo». Y eso fue siempre un obstáculo para el lector, «que abordaba más fácilmente la poesía de otros autores de su generación». Su complejidad, el exilio y la gran popularidad que alcanzaron compañeros como Lorca o Alberti «eclipsó» una creación literaria y filosófica de primer nivel que hoy los expertos reivindican con fuerza como un acto de justicia poética.

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