Todo lo que significa y es 'Emilia Pérez', el musical sobre un narcotraficante que se somete a un proceso de transición de género, la peli de la que todo el mundo habla, nos sumerge en un espinoso mundo de contradicciones del que no se sabe ... cómo salir. La controversia nos asalta de los lugares más insospechados. Lo primero: la película en sí es fabulosa. Uno la termina maravillado por el delirio creativo que propone, el desvarío pop del musical, la interpretación de Karla Sofía Gascón -actriz de Alcobendas, como Penélope Cruz-, el impecable trabajo de Zoe Saldaña y la riqueza de tensiones que despliega la historia. Rodada con un pulso brillante, amanerada como ella sola y tan teatral como circense, resulta difícil escapar a sus encantos.
Publicidad
Pero ya desde el principio, cuando uno trata aún de analizar el filme en sí mismo, hay un obstáculo que es imposible pasar por alto: la selección de Selena Gómez como esposa del narco. La decisión es cuestionable, sencillamente porque sin subtítulos apenas se entiende lo que dice. La propia actriz confesó que le faltó tiempo para prepararse el papel y que aprendió el texto fonéticamente, como en aquel célebre 'relaxing cup of café con leche' de la exalcaldesa de Madrid. Selena Gómez es como Jennifer López y tantas otras estrellas pseudo latinas que en realidad jamás han hablado español más que para vender. Desde los títulos de crédito, uno se pregunta cómo es posible que, en un casting que -según dicen- revisó a miles de actores y actrices mexicanos, no encontraran ni un solo nativo para un papel relevante en una producción rodada íntegramente en unos estudios de París.
Ahí ya vino el mosqueo de los mexicanos, al que se sumó el de algunas figuras relevantes del pensamiento 'queer', que tacharon la película de tránsfoba por varios motivos, todos apreciables, como expuso en un brillante artículo el filósofo Paul B. Preciado. El director, Jacques Audiard -cuyo apellido, por aquello de la fonética, suena parecido a odiar: Jack Odiar-, se defendió con sus razones: una película no tiene por qué representar nada más que la creatividad de los artistas que participan en ella. Vale. También dijo que no necesitaba haber ido a México porque ya sabía todo lo que tenía que saber para hacer esta película. Bueno. La penúltima astracanada, que el español es un idioma de países en vías de desarrollo o directamente pobres, lo cual ya es una falta total de consideración viniendo de un francés cuyo idioma se habla en media África. Audiard es ese conocido que queremos que nos caiga bien, pero que se empeñara en ponérnoslo cada vez más difícil.
Pero el detonante que ha terminado de empañar 'Emilia Pérez' lo ha firmado la propia Karla Sofía Gascón y su historial de mensajes en redes sociales. En sus tuits -algunos de apenas tres años, no hablamos de delirios adolescentes- hay pocos colectivos que se le resistan: musulmanes, chinos, negros, gays con pluma, contra la diversidad en los premios Oscar... Y eso que ha llegado a ir disfrazada de monje budista a los Globos de Oro. Sus disculpas tampoco han sido comprendidas: huyan de quienes piden perdón añadiendo un «si alguien se ha ofendido». Una disculpa con condicional no es disculpa, es otra cosa. También da pena comprobar cómo todo el mundo le ha dado de lado.
Publicidad
Todo esto es triste porque la película es una explosión de creatividad fascinante, pero su envoltorio cada vez resulta más indigesto. Al final, uno ya no sabe si aplaudir o atragantarse.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.