Cada fin de año se produce la misma carrera. Los museos lanzan sus balances con visitas anuales, destacando sus respectivos incrementos de público como medida de su buena salud. No obstante, esa necesidad impulsiva de crecer y superar los datos previos a la pandemia está teniendo también efectos indeseados en algunos casos que alcanzan límites que nos hablan de saturación y colapso en el ámbito cultural. La Fontana di Trevi de Roma, la Galería de la Academia de Florencia o el Museo del Louvre son algunos de los que han experimentado el efecto negativo del sobreturismo. La gran pinacoteca estatal de París lleva tiempo intentando atajar este problema que es particularmente preocupante con su pieza estrella, la 'Gioconda', a causa de la masificación de la sala que ya es incompatible con el disfrute de observar una obra de arte. Por ello, la dirección del museo se plantea trasladar la obra ya que la locura por la obra de Leonardo Da Vinci está afectando incluso al resto de la colección.
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«Estamos reflexionando porque tenemos el problema de la 'Mona Lisa', que se ha convertido en un icono y por eso van a verla, pero tenemos que tener en cuenta la calidad de la visita y por eso se está pensando en qué lugar exponerla. Colocar la 'Gioconda' en otro espacio en el que además se prepare su visita y se incluya una presentación inmersiva», ha adelantado esta mañana Hélène Vassal, directora de apoyo a las colecciones del Museo del Louvre, dentro del Seminario ICOM (Consejo Internacional de Museos) que se ha celebrado este lunes dentro del foro CM Málaga del Palacio de Congresos. Una noticia que se ha revelado durante el debate 'Museos y sostenibilidad. Hacia un futuro común' en el que diferentes expertos han analizado el impacto del turismo en los centros expositivos y la necesidad regular los crecimientos.
Ese no es la única medida del que podría llamarse el 'efecto Gioconda', ya que Vassel también ha explicado que, además de la calidad de la visita, el Louvre también tiene muy en cuenta la accesibilidad al propio museo, por lo que se ha impuesto un límite de 30.000 personas al día para mantener ese nivel óptimo que haga compatible la demanda con el disfrute de los usuarios. No obstante, el interés de la 'Mona Lisa' ha superado ya todos esos niveles hasta el punto de que «las condiciones de la visita son muy pobres» en el caso de esta pieza emblemática, por lo que la dirección del museo se plantea exhibirla de forma diferente y sin que afecte al resto de la colección.
Esta situación extrema se empieza experimentar en otros museos. Así, el Rijksmuseum puso el año pasado un límite de asistencia para su cotizada exposición de Vermeer, a la vez que realizó un potente desarrollo multimedia para «que pudiéramos verlo los que no tuvimos la suerte de conseguir entradas», ha señalado en este debate Olga Ovejero, responsable del área de Difusión y Desarrollo del Ministerio de Cultura, que ha abogado por el uso de la tecnología para compensar las evidentes limitaciones a las visitas físicas que los museos deben empezar a asumir. Porque uno de los retos de la sostenibilidad es precisamente la toma de conciencia de que, aunque se ha avanzado, es todavía una cuenta pendiente.
«Es fundamental un cambio en la escala de valores, porque la realidad que nos encontramos es que los propios profesionales de museos nos resistiremos al cambio y no renunciamos a crecer porque todavía se interpreta que un museo lo ha hecho bien cuando crecen las visitas y, probablemente, es cierto, lo que pasa es que el aumento de visitantes también crea problemas», ha reflexionado Ovejero, que ha puesto el dedo en la llaga ya que, además de tener los datos, existe un segundo nivel que es el de corregir el rumbo que en algunos casos «supone paralizar la industria turística y por eso no se quiere».
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Uno de los casos en los que se está primando la sostenibilidad desde un punto de vista social es en el Museo dos Coches de Lisboa, que era el centro expositivo más visitado antes de la pandemia con un 77% de turistas y no ha vuelto a retomar estas cifras. Entre otras cosas, porque se ha primado la inclusión social, la diversidad y la visita del público portugués con un programa pionero para implicar la sociedad más cercana en una institución que hasta ahora era considerada «para turistas». En este sentido, el director del Museo del Carruaje, Mario Antas, también se ha referido a la tecnología y ha señalado que «la digitalización de nuestras colecciones y la IA nos ayudará a entender la colecciones, pero como persona de museos tengo que decir que nada sustituirá la experiencia de ver el objeto real con un mediador que nos lo explique».
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