Eduardo Madina y Borja Sémper dialogaron en el Centro Cultural La Malagueta con los periodistas Antonio Javier López y Alberto Gómez. Ñito Salas

Eduardo Madina y Borja Sémper en el Aula de Cultura de SUR: el triunfo de la convivencia

Su militancia les situó en la diana de ETA. Diez años después del final de la banda, los expolíticos del PSOE y el PP vasco ejemplifican en Málaga el valor de la unidad para curar heridas

Jueves, 16 de diciembre 2021, 23:44

Hay una complicidad evidente entre ambos, ese inevitable vínculo que sella un dolor compartido. Pero hubo un tiempo en el que Eduardo Madina y Borja Sémper no se hablaban como ahora. Siempre lo hicieron «con educación», eso sí, pero no dejaban de ser oponentes de ... partidos históricamente distantes en el contexto, además, de una tierra en conflicto. «Jubilados ya de la política», el exsecretario general del grupo parlamentario socialista y miembro de la dirección del PSE y el que fuera portavoz del grupo popular en el Parlamento vasco y presidente del PP de Guipúzcoa presumen de «amigos». Eduardo Madina y Borja Sémper ejemplificaron ayer en el Aula de Cultura de Diario SUR el triunfo de la convivencia: la que han logrado entre ellos y por la que abogan en una sociedad vasca todavía con heridas abiertas.

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Madina y Sémper llenaron el Centro Cultural La Malagueta, con la colaboración de Cervezas Victoria, para presentar 'Todos los futuros perdidos', la profunda conversación entre ambos convertida en libro diez años después del fin definitivo de ETA. Pero desde ese punto de partida, ambos dibujaron un porvenir ganado para las nuevas generaciones, para sus propios hijos. «Creo en una Euskadi en la que los hijos de los que mataron convivan con los hijos de quienes murieron asesinados», dijo con contundencia Madina, que lleva la huella de ETA en su propio cuerpo tras la bomba lapa que le provocó la pérdida de la pierna izquierda a la altura de la rodilla.

«Creo en una Euskadi donde los hijos de los que mataron convivan con los hijos de quienes murieron asesinados»

Eduardo Madina

Sémper se libró de milagro del ataque terrorista, pero siempre vivió bajo la presión de estar en la diana: «Y soy consciente de que mis niños de tres y cinco años van a compartir parques con niños de los que quisieron que me asesinaran». Una convivencia que entiende «sana y necesaria», pero desde los principios que dan cuerpo a una sociedad democrática, desde la base de que «sí hubo buenos y malos, de que no era lo mismo ser víctima que victimario».

Como resaltó Madina, hay un elemento clave que marca la diferencia a partir de aquel 20 de octubre de 2011: «Ya no hay ninguna idea que valga más que ninguna vida». No hay que olvidar, recordó Sémper, que cuando a España llega la libertad tras la muerte de Franco, «la democracia tarda todavía muchos años en llegar al País Vasco». En una distendida conversación con Alberto Gómez y Antonio Javier López, responsables del Aula de Cultura SUR, los expolíticos hicieron un duro ejercicio de memoria para recordar el precio que pagaron por su elección de estar «en la primera línea del frente». «El País Vasco te obligaba a tomar decisiones. Vivir mal significaba que habías elegido bien. Vivir bien significaba que habías elegido mal», reflexionó Madina, que aún no logra descifrar el «misterio de la indiferencia». «Mucha gente era transparente al mundo totalitario y violento, yo no quería ser transparente para ellos, quería molestar, que supusiera una incomodidad manifiesta para el totalitario», añadió a este respecto Sémper.

Ñito Salas

La realidad de hoy es mucho mejor de la que imaginaron. «El cambio es extraordinario», dijo Sémper. «Muchos de los miembros de ETA que están saliendo de la cárcel viven una sociedad vasca que se parece más a Borja y a mí que a la de sus padres. Y eso es una gran victoria incluso para ellos, aunque no lo sepan, pero cuando tengan hijos lo comprenderán», dijo el exdirigente socialista.

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Aún quedan fracturas que cerrar. «Cuatro décadas de terrorismo, 40 años que dejaron asesinatos, tensión y presión en la vida sociopolítica, inocularon algo que muchas veces no es tangible: el odio», apuntó el popular. Euskadi, en palabras de Madina, «está aún en una fase postraumática», pero no puede olvidar su pasado y ese es el sentido de 'Todos los futuros perdidos'. «España tiene una mala relación, tensa, con los hechos más dolorosos del pasado, no sabemos qué hacer con las partes incómodas de nuestra memoria», lamentó Madina. «A los españoles nos cuesta hacer cosas juntos y celebrar las victorias», continuó Sémper, que admitió su «incomodidad y cabreo» con el hecho de que los principales partidos democráticos no fueran capaces de «certificar juntos la derrota de una organización terrorista totalitaria que quería subvertir el orden constitucional a través del terrorismo».

«El País Vasco te obligaba a tomar decisiones. Vivir mal significaba que habías elegido bien»

Eduardo Madina

Seguían en primera fila el diálogo el secretario general del PSOE de Málaga, Daniel Pérez, y el alcalde Francisco de la Torre, dos adversarios políticos que en este clima de convivencia también se dedicaron algún gesto cómplice. Entre el público, un capitán de la Guardia Civil de Intxaurrondo jubilado, un bilbaíno que se reconoció abertzale en su juventud, un vecino de Rentería que perdió a dos amigos por la barbarie terrorista. Todos tomaron la palabra porque ya todos pueden hacerlo sin miedo. Lo expresan a la perfección ambos expolíticos en las dedicatorias que abren el libro y que ayer cerraron el acto. Eduardo Madina: «A Unax Madina Villa, un niño mágico que vivirá libre toda su vida en una Euskadi en paz». Borja Sémper: «A mis hijos Pablo, Telmo, Eliot, también a Aran; para su generación será la Libertad y el maravilloso reto de preservarla».

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