Dos películas y dos series para contextualizar el conflicto palestino-israelí

'Lawrence de Arabia' y 'Éxodo' cuentan los orígenes de una guerra siempre latente que a veces estalla y 'La lección' y 'L'attaché', cómo afecta al día a día de la vida de los ciudadanos

Lunes, 13 de noviembre 2023, 00:07

El conflicto palestino-israelí lleva décadas llenando telediarios. Pero también es argumento de un buen número de productos culturales que ayudan a hacer más digerible la comprensión de una compleja guerra que está siempre latente al menos desde 1948 y que a veces estalla de la forma más cruenta imaginable, como hace un mes con el ataque de Hamas contra Israel y la brutal respuesta del Gobierno de Benjamin Netanyahu que mezcla objetivos militares con los civiles y que amenaza con arañar aún más territorio palestino para ampliar sus dominios. El relato que realizan muchas series y películas sobre este enquistado conflicto profundiza en su aspecto más humano y en sus complejidades y contradicciones. En un momento en que una lectura simple de los hechos hace caer demasiadas veces en la tentación de la construcción de un «otro» deshumanizado, de la demonización del contrario, en el antisemitismo, de un lado, o en la islamofobia, de otro, las lecturas que realizan los artistas más sensibles son una herramienta para domar las peores pulsiones.

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'Lawrence de Arabia', dirigida por David Lean en 1962 y protagonizada por Peter O'Toole, es una película monumental de las que resuelven una fría y lluviosa tarde de otoño y con las que además se aprende. De hecho, se trata de una explicación de los orígenes del conflicto palestino-israelí. La historia del teniente T. E. Lawrence discurre durante la Primera Guerra Mundial, cuando las potencias europeas, singularmente el Reino Unido, para conseguir el apoyo de los pueblos de Oriente Medio en su lucha contra las tropas del Imperio Otomano, les prometieron que a cambio lograrían liberarse de ese yugo colonial que les oprimía ya siglos. Lo que les ocultaron a los beduinos que esperaban lograr su libertad y su independencia era que Francia y el Reino Unido, en virtud del acuerdo secreto Sykes-Picot, habían pactado repartirse los territorios del Imperio Otomano una vez éste fuera derrotado en la conflagración mundial.

Los beduinos pasaron de ser una colonia otomana a ser parte, bien del imperio británico, bien del francés. Y aquí entra en juego otro episodio histórico que también tuvo lugar durante esos años: la llamada Declaración Balfour del Gobierno británico por la que éste se mostraba partidario de establecer un «hogar nacional» para los judíos en Palestina, una idea que venía resonando desde varias décadas atrás; de hecho, ya había habido numerosos movimientos de población judía hacia Oriente Medio al menos desde finales del siglo XIX.

El nuevo Estado de Israel y la 'Nakba'

Un salto en el tiempo lleva a la siguiente sugerencia audiovisual. 'Éxodo', dirigida por Otto Preminger con guión del excelente Dalton Trumbo -responsable, por ejemplo, de 'Espartaco' y también perseguido por la caza de brujas anticomunista que se desató en Estados Unidos a mediados del siglo pasado- y con el mejor Paul Newman al frente del reparto, narra la historia de la creación del Estado de Israel, que vio la luz en el año 1948; en la práctica, pues, cuenta el proceso de descolonización de la región, puesto que ese territorio en el que se asentaría el nuevo país seguía en manos británicas desde el final de la Primera Guerra Mundial, desde cuando lo dejó 'Lawrence de Arabia'.

Se ha criticado hasta la saciedad su parcialidad -judíos luchando por su tierra prometida, frente a palestinos caricaturizados y respaldados por los nazis-, pero hay innumerables elementos rescatables de la película. Para empezar, la permanencia de la identidad judía durante siglos pese a la diáspora, por ejemplo, y su reafirmación y reforzamiento tras el Holocausto: la protagonista femenina, interpretada por Eva Marie Saint, muestra su extrañamiento ante esa circunstancia; ella, estadounidense, no logra empatizar del todo con la fuerza identitaria judía, y el personaje que interpreta Paul Newman, interpelado, trata de explicarlo y explicarse, en uno de los fragmentos más sugerentes del filme.

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Pero, más interés si cabe tienen las diferentes posiciones que los israelíes muestran en la película: quienes abogaban por el uso de la violencia -a veces brutal- para lograr su objetivo de creación de un Estado soberano; y quienes se mostraban en contra de ese medio para su fin de acabar con el mandato británico sobre el territorio de la histórica Palestina.

Con singular emoción para los concernidos se refleja la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1947 que daría lugar a la división del territorio en dos Estados, uno árabe y otro judío, aunque sólo uno de ellos, Israel, declararía su independencia en 1948. La oposición de los países árabes circundantes haría estallar la guerra, que se saldó con la que los palestinos califican de gran catástrofe de su historia reciente -la Nakba-: más de la mitad de la población árabe o fue expulsada o tuvo que huir del territorio del nuevo Estado, que se expandió más allá de las fronteras establecidas por la ONU. Millones de palestinos viven desde entonces en campos de refugiados del propio Israel, pero también de Líbano o Jordania.

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Tras las películas largas, series de episodios cortos

Las citadas son películas de los años sesenta del siglo pasado y narran acontecimientos de la Primera y la Segunda Guerra Mundial con larguísimos metrajes. Pero también hay producciones más recientes que analizan la sociedad israelí contemporánea, tanto en lo que respecta a su propia identidad como en el modo en que viven y afrontan el conflicto continuo con el pueblo palestino. Y muestran, en su conjunto, que la sociedad israelí, que el pueblo judío, no actúa en bloque, sino que en él manda la diversidad, porque es muy plural, como todos.

Ejemplo magnífico de esto último es 'La lección' (Filmin), una serie de seis capítulos de poco más de media hora cada uno. En esta producción israelí que puede verse en Filmin coexisten y discuten todas las posiciones posibles: desde las más racistas y partidarias del más duro apartheid (hay quien aboga por piscinas exclusivas para israelíes en las que no puedan entrar árabes -alrededor de un debate escolar sobre esta cuestión gira la serie-) hasta las que alertan de que en estas opiniones a veces sostenidas por el sionismo radical se escuchan ecos nazis, es decir, los ecos de quienes fueron los peores verdugos del pueblo judío en el siglo XX. Desfilan también por los capítulos de esta producción cuestiones tales como las consecuencias de la fuerte militarización de la sociedad civil israelí, siempre alerta, y la consideración que reciben de sus vecinos aquellos que critican en abierto el funcionamiento del Estado y de sus instituciones. En definitiva, 'La lección' dibuja una sociedad dividida -o, mejor, plural, en la que coexisten las comunidades ortodoxas con las más liberales- y lejos del «cierre de filas» que a veces se le atribuye desde Occidente. Pero todos los personajes son complejos. No es una historia de buenos y malos, pero sí se deja bien asentado dónde está el bien y qué es el mal.

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La complejidad del pueblo judío, con la multiplicidad de comunidades que lo forman -askenazíes, sefardíes, mizrajíes- y hasta su similitud fisonómica con los árabes -al fin y al cabo, árabes y judíos, como otros muchos de Oriente Medio, son pueblos semitas- es protagonista también de otra serie, 'L'attaché' (Filmin). No puede pasar desapercibida una de las grandes ironías o enormes guiños que presenta este producto cultural: un personaje judío es detenido por su apariencia árabe tras producirse un atentado en París que a todas luces aparenta haber sido cometido por algún comando islamista. Porque, como se insiste en otros momentos de la serie, árabes y judíos, en Europa, son víctimas de un racismo y una xenofobia similares.

'L'attaché' tiene mucho valor también porque explica qué es ser judío hoy en un país fuera de Israel, cómo se lidia con esa identidad, cómo se pueden mantener unas férreas tradiciones, cómo se explica a un hijo pequeño que en cada colegio francés haya una placa dedicada a sus escolares judíos que murieron con 6, 8, 10 años en campos de concentración durante el Holocausto. Y también las consecuencias de otra experiencia por la que pasan muchos judíos nacidos fuera de Israel: la emigración a Tierra Santa, bien para pasar una temporada allí, bien para instalarse en el que se ven impelidos a considerar su hogar.

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