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Había llegado a la ciudad con el encargo de construir la nueva plaza de toros. Allí le hablaron de «una cueva» donde en la antigüedad se realizaban ritos paganos. Un día decidió visitar la gruta y descubrió que aquello no era obra de la naturaleza, ... sino del hombre. Entonces, el arquitecto Rafael Mitjana y Ardison empezó a investigar y escribió el libro 'Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanía de la ciudad de Antequera'. Era 1847. Casi un siglo después, otro arquitecto, Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, llegó al mismo lugar procedente de la Alhambra y, después de conocer aquellas construcciones milenarias, dejó escrito en el libro de visitas: «A mis ancestros».
Dentro de poco, Mitjana y Le Corbusier romperán las barreras del tiempo y del espacio para encontrarse en una pequeña sala de paredes blancas con forma de capilla, un mirador con vistas al Dolmen de Menga donde se instalarán dos medallones para recordar a Mitjana, primer estudioso del yacimiento, y a Le Corbusier, valedor de esas construcciones y cuya obra fue declara Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco justo en la misma sesión en la que recibió esa distinción el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.
Es uno de los círculos imaginarios que se cerrarán con la apertura del Museo del Sitio, cuya puesta en marcha supone una inversión global cercana a los siete millones de euros, financiados a través de fondos europeos. La inauguración está prevista en el verano de 2021, cuando se cumplirá el quinto aniversario de la declaración de la Unesco, y con ella se completará el círculo de la oferta monumental, didáctica y artística del yacimiento.
SUR avanza los contenidos del futuro equipamiento que ofrecerá más de 200 piezas arqueológicas para tomar el pulso al pasado remoto de la comarca. El edificio, además, ha debido cambiar su fisonomía de manera notable para cumplir las exigencias de la Unesco, que reclamó la eliminación de la planta superior para reducir el impacto visual de la construcción levantada entre los dólmenes de Menga y Viera y la Peña de los Enamorados y el tholos de El Romeral.
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La demolición ha supuesto una rebaja de 6.498,35 metros cúbicos de volumen de edificación sobre la rasante del edificio, cuya superficie final ha quedado en 4.271,75 metros cuadrados construidos, repartidos en dos niveles. Allí se afanan ahora los operarios en el tramo final de la construcción del recinto. Actúa como guía el director del conjunto arqueológico, Bartolomé Ruiz, 'alma mater' de la reivindicación del yacimiento antequerano desde hace más de tres décadas. «Este va a ser un museo autonómico que dará asistencia a los investigadores y que ofrecerá un discurso didáctico y científico sobre el patrimonio arqueológico encontrado en más de veinte municipios con piezas datadas desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce«, resume Ruiz.
Un paseo por más de cuatro millones de años que encontrará en el Museo del Sitio un escaparate crucial. Así, recibirá al visitante una gran rosa de los vientos instalada en la recepción para ilustrar la orientación de los tres monumentos antequeranos. A la derecha espera la sala de exposiciones bautizada con el nombre de Manuel Gómez-Moreno, arqueólogo que a principios del siglo XX firmó conjunto. Ese espacio estará dedicado a contenidos relacionados con la prehistoria andaluza. Al otro lado de la recepción, la sala de exposiciones José Antonio Muñoz Rojas se centrará en propuestas de arte contemporáneo.
Suelos de mármol blanco de Macael y paneles con revestimientos de madera salen al paso del visitante que cruza el pasillo para asomarse al futuro salón de actos con capacidad para 160 personas. Adelanta Ruiz que el auditorio funcionará como una suerte de sala de proyecciones, con diferentes películas que acercarán a los usuarios las claves de la prehistoria andaluza.
Y un poco más adelante espera el espacio llamado a convertirse en emblema del Museo del Sitio: la sala de planta semicircular donde se expondrá la colección, distribuida a partir de una estructura en forma de abanico, realizada en acero corten y suspendida desde el techo, que repartirá el espacio expositivo.
«El material arqueológico abarca desde los hallazgos realizados en los propios dólmenes en la fecha de su descubrimiento hasta las excavaciones practicadas en el Sitio en los últimos años», detalla el plan museológico del museo antequerano. Así, las piezas incluidas en la exposición bautizada como 'Antequera milenaria', proceden de 26 yacimientos distribuidos en la comarca antequerana, a los que suman otros «hallazgos casuales de singular interés».
De este modo, el discurso de la colección del museo se articulará en torno a dos grandes ejes temáticos: 'Gentes espacios y tiempos', que contextualizarían las tres construcciones megalíticas, y 'La vida secreta de los dólmenes', con un apartado específico para cada uno de ellos. En la primera sección destacan piezas como el 'Ídolo de Almargen', datado entre 2.500 y el 1.500 a. C., que se expondrá justo a la 'Estela de Bobadilla'.
La 'Cista del Cerro del Cuchillo' –sepulcro de una necrópolis fechada en el Calcolítico– actuaría de fiel de la balanza en la parte central de la sala, que dejaría en su flanco izquierdo los espacios específicos para los restos encontrados en El Romeral, Viera y Menga. Piedras milenarias que asoman por el ventanal que dentro de unos meses flanquearán Mitjana y Le Corbusier, reencontrados, como nosotros mismos, con nuestros lejanos ancestros.
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