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Voz y sonrisa inconfundible, altavoz de Málaga en cualquier tierra que pisa, talante de hierro y elegancia de seda. Diana Navarro lleva 16 años regalando al mundo un talento innato, «un don» que cuida y pule cada día con esmero y paciencia. Ahora, con ilusión ... y fuerza, comienza una nueva etapa en su carrera como actriz, dando un salto a las tablas de los teatros para presentar un personaje único al que le pondrá voz y gesto.
–Su carrera ha evolucionado mucho, ¿cómo recuerda a esa Diana que lanzó 'Sola'?
–¡Guau, qué pregunta tan interesante! En esencia creo que sigo siendo la misma niña de Huelin, aunque ya con 43 años, que tiene esa ilusión y necesidad de avanzar y dar lo mejor de ella. Pero he cambiado mucho, son 16 años de evolución y madurez artística, de tener un criterio más amplio. Las voces evolucionan al igual que las pieles, las arrugas en la voz también pueden salir, pero siento que tengo una madurez muy joven, que he ganado en muchos registros. Prueba de ello es 'El Perdón', uno de mis temas insignia. Aunque a 'Sola' no lo podrá desbancar ningún tema nunca porque es el que me dio a conocer, pero este último ha demostrado una Diana que me enorgullece.
–¿Se siente 'sola' ahora?
–No, gracias a Dios. He tenido una gran suerte de crecer personal y espiritualmente, eso me ha ayudado a no sentirme sola incluso cuando lo estaba.
–¿Esa soledad era más bien física o emocional?
–En ese momento hablaba desde el inconsciente, no era consciente de que me sentía sola. Con 26 años tienes una vida muy plena, pero después te das cuenta de que, en mi caso, mi artista estaba completa pero mi persona tenía sus zonas débiles de autoestima. Lo típico que nos suele pasar a las mujeres, y más artistas, por estar siempre observadas. Ahora hay democratización de los cuerpos, pero antes las caderas anchas no se llevaban y yo soy una mujer con curvas, de las que ahora me siento orgullosa, pero cuando empezaba me sentía más acomplejada. Eso igual me hacía sentir un poco sola, pero en realidad nunca lo he estado. Hoy puedo decir que me siento en el mejor momento de mi vida.
–Un consejo para aquellas mujeres que empiezan en la música como usted lo hizo.
–Que se respeten, que se valoren, que se mimen y que se esfuercen en sacar lo mejor de ellas mismas para poder sentirse realizadas e independientes. Que no vean que el éxito es el fin, que puede serlo, pero el éxito es tener la suerte de estar viva y llegar al público, ya sean dos personas, cien o miles. Es sentirte realizada con lo que estás haciendo.
–Cuidar su voz requerirá esfuerzo y tiempo.
–Yo lo hago con mucha consciencia. Los años van pasando y cada vez me pongo el listón más alto, porque las canciones tienen una dificultad vocal muy grande. Lo afronto con disciplina, esfuerzo y constancia, y con mucho amor, que es como hay que hacer las cosas para que fluyan lo mejor posible.
–¿Cree que nació con un don o lo fue desarrollando a lo largo de los años?
–Yo, que tengo fe, creo que Dios me dio un don del que me siento tremendamente afortunada y responsable. Intento cuidarlo para ofrecerlo al público de la mejor manera posible. Indiscutiblemente es un don que tengo que trabajar y cuidar día a día.
–Málaga es para usted...
–Es mi origen, mi principio y mi final.
–Un plan favorito para verano.
–Trabajar, cantarle al público. Haber cantado en la 'no feria' ha sido precioso para mí. Pero bueno, poder estar en la terraza del AC, disfrutando de las vistas y de su cocina, que tienen un chef estupendo; o algo más exótico como comer sushi en El Pimpi me parecen de los planes más deliciosos y agradables del verano. Bueno, y la playa y los chiringuitos, que el merendero Casa José, en Huelin, es gloria con tomate.
–Una canción que le recuerde al verano.
–'Ahí estás tú', de la Mari de Chambao, me parece precioso.
–¿Colecciona algo?
–Mis mantones de Manila, que tengo una colección pequeñita y espero con los años ir ampliándola.
Ser libre es «ser Diana Navarro»
–¿Qué es para usted ser libre como artista?
–Ser Diana Navarro, me siento muy libre, sinceramente. Tengo ese punto egocéntrico que los artistas necesitamos para poder ser artistas, porque si no no sería coherente. Pero por ejemplo, cuando Queen hacía un tema decían «esto suena a Queen» y eso me encantó porque me siento identificada. Mi música creo que suena a Diana Navarro y eso me hace sentir orgullosa, porque me he esforzado mucho para que eso sea así.
–En ese camino, ¿cuál es la clave para mantenerse?
–Mi secreto, que no es un secreto, es mirarme al espejo y verme de verdad, que eso cuesta mucho. Cuando me miro siempre veo lo que quiero ver, y no lo que es, que eso el ser humano lo hace mucho. Yo intento ser muy crítica, porque el público merece ese respeto, y vuelvo a lo del don, tengo la gran suerte y responsabilidad de tener un don que tengo que ofrecer al público de la mejor manera. Intento ser consciente de lo que tengo y sacar esa personalidad para ofrecerla en modo de canciones, es decir: constancia, esfuerzo y respeto.
–Se esfuerza por que la copla llegue a más público.
–Sí, la copla, la saeta y el flamenco es cultura de nuestro país y tenemos que ofrecerla de distinta forma para que no se pierda. Entiendo que hay gente a la que puede no gustar porque le suena añejo, por eso intento fusionarla con otros ritmos para que le pueda parecer interesante.
–¿Cómo se ve dentro de 30 años?
–En Málaga, mirando al mar en la terraza del AC. Aunque por soñar dentro de 30 años me gustaría tener un espacio en Málaga para poder becar a los artistas noveles y fomentar el talento local.
–En noviembre debuta como actriz de teatro en Madrid.
–Así es, es una ucronía, un encuentro entre Concha Piquer, Rafael de León y Federico García Lorca, todo dirigido por Juan Carlos Rubio. Estoy loca por que llegue septiembre y ponerme a las órdenes de mi director.
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