«Esta es la primera vez que el público me va a ver bailar de verdad, la gente va a ver lo que yo soy ... capaz de hacer con la danza», asegura David Segura sentado frente al escenario del Teatro Cánovas. Lo dice quien lleva desde 2009 subido a los escenarios, quien va por su noveno espectáculo y quien tiene un Premio Lorca a mejor intérprete de danza. Y, con todo eso, esta será la vez que más disfrutará cuando el telón se levante: «He podido completar el proceso creativo. Podré centrarme solo en bailar». David Segura y Pepa Martín, la otra mitad de la compañía, llevan casi dos semanas de residencia en el Teatro Cánovas ultimando cada detalle de su próximo estreno, su reencuentro con el público infantil en 'Las maravillas del mundo'. Será este sábado (18:30 horas) y domingo (12.00 horas), tras dos pases previos para escolares.
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No es habitual poder ensayar con tanta antelación sobre las mismas tablas donde después se actuará. «Y estamos ya cansados de ir como pollo sin cabeza», reconoce. Este tiempo de más les ha permitido cuidar cada aspecto, desde la escenografía hasta la iluminación, para que todo marche durante la función mientras ellos hacen contorsiones imposibles y elegantes giros: «Si esto lo hicieran todos, tendríamos proyectos mucho mejores», defiende. Porque, mantiene Segura, «hay más teatros que compañías y eso no tiene sentido. Se ha invertido en el ladrillo y no en la programación». «Todos los teatros deberían tener una compañía residente», afirma con rotundidad.
David y Pepa, que bailan juntos en la vida y en el escenario desde hace trece años, hablan con la tranquilidad del trabajo bien hecho. Unos minutos antes ensayaban el número final de 'Las maravillas del mundo', una delicada danza a dos con guiños al flamenco al ritmo de 'Orobroy' de Dorantes. Una coreografía que mostraron por primera vez hace doce años en Finlandia, cuando ambos hacían sus primeros pinitos en la danza, y que ahora rescatan para poner el broche a un singular recorrido por las siete maravillas.
Con las acrobacias de él y la técnica elegante de ella, la compañía pone en escena un espectáculo infantil «que no infantiloide», precisan. «Tenemos dos niños. Sabemos que la danza les puede despertar cosas en el subconsciente», apunta David. «Es un estímulo, ver danza o escuchar música activa las mismas partes cerebrales que en el bailarín o el músico a través de las neuronas espejo», añade Pepa, también psicóloga de formación. Por eso en sus montajes «no cambia nada» de un público a otro, solo la velocidad. Los pequeños necesitan alicientes constantes, rápidos y diferentes.
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Y 'Las maravillas del mundo' es un no parar de movimientos. Pasos de break dance se mezclan con las puntas de ballet, las acrobacias aéreas se combinan con otras a ras de suelo, y hay giros infinitos, saltos, contorsiones y números de contacto entre dos cuerpos que construyen potentes imágenes. Ya no se imaginan bailando el uno sin el otro. «Hemos creado un estilo en el que no puedes buscar un sustituto. Se perdería la esencia», mantienen los también fundadores de la escuela Happy Style Dance.
El montaje se nutre de las músicas y de las imágenes del mundo en un paseo por el Coliseo de Roma, la Gran Muralla en China o Petra en Jordania. David y Pepa tenían la idea en la cabeza desde hace tiempo, pero la línea argumental se gestó durante un confinamiento obligado por el covid estas pasadas navidades. En plena gira por el País Vasco, David Segura dio positivo y tuvo que aislarse en su escuela (cerrada por las vacaciones) el 30 de enero. «Todo estaba solo para mí. Fue una inmersión total que me permitió investigar y experimentar», cuenta.
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Ahí nació la historia de 'Las maravillas del mundo', donde David Segura se hace con una máquina espacio temporal que su amigo Albert Einstein le ha dejado al escapar de los planes de EE UU para crear una bomba atómica. Con ella emprende junto a Pepa un viaje por las bellezas creadas por el hombre que termina en Málaga con un mensaje claro: la octava maravilla no es otra que el amor. «La única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo», concluyen.
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