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CRISTINA PINTO
Sábado, 30 de julio 2022, 00:05
Sentado en La Casa Amarilla (LCA), su director David Burbano se somete a esta 'Granizada', «de limón», como él mismo indica entre risas. Allí también ... está Roy Laguna, director artístico de LCA, que hay momentos en los que le es inevitable comentar algunas partes de la conversación. Pero así son ellos, espontáneos, humoristas y, sobre todo, artistas. El proyecto de La Casa Amarilla, centro de arte y cultura contemporánea, comenzó su andadura en 2008, «porque mi mujer me echó de casa», apunta David Burbano entre risas. Pero solo es una broma como tantas que hace este artista.
-David Burbano viene del mundo de la fotografía, ¿no?
Claro, aunque no solo del mundo de la fotografía. Yo era productor audiovisual y me he dado cuenta que me he convertido en productor cultural. En la ciudad había unas carencias que no eran iguales que las que existían fuera de España, estuve en Passau (Alemania) y me di cuenta que se hacían cosas muy chulas. Aquí siempre había algo latente pero...
-¿Ha llegado esa imagen de ciudad cultural que anhelaba?
Y que anhelo. Sigo anhelando esa ciudad cultural que Málaga necesita y desde La Casa Amarilla estamos trabajando para conseguirlo. La ciudad de 2008 evidentemente no es la de 2022, afortunadamente, esta ciudad es ya una pulsión pero le queda mucho por lo que trabajar. Y podríamos llegar si tuviéramos cabeza. Ahora mismo hemos remado en la misma dirección, pero hay que poner un faro para saber hacia dónde ir.
-¿A qué se refiere con tener cabeza?
A hacer proyectos de ciudad pensando en la ciudad, en los ciudadanos, en los que estamos aquí... Que parece que te tienes que traer a gente de fuera para que te hagan caso.
-En su presentación en la web de LCA dice: «Mantiene la inocencia con cada cosa que hace»
Ay, es que eso lo escribió Roy.
Roy Laguna: Es que es verdad, es un niño siempre buscando zapatos nuevos y cuando se los pone pide otros más. Es muy guay trabajar con alguien así porque se ilusiona con las cosas, a veces demasiado, porque cuando no salen la depresión es peor.
David Burbano: Sí, pero me duran las depresiones un día. Mira, hace unos meses nos pasó que estábamos en una mesa con una parte del orden político de nuestra ciudad y nos plantearon una idea y yo al final de la conversación ya estaba más allá de la idea. El problema es que la administración pública en esta ciudad no va a la velocidad que vamos los que estamos aquí y los que tenemos que sobrevivir. Es muy fácil ir a una mesa para hablar de futuro y hacia dónde vamos cuando al final de mes tú cobras. Pero yo es que tengo que conseguir cobrar a final de mes. Tú pon a gobernar a cuatro madres y se acabarían los problemas en 15 días. Puedes gobernar la ciudad y liderar un plan estratégico cuando tú no tienes problemas. Con el dinero de otros es muy fácil crear cultura.
-Entonces, ¿piensa que el problema de la cultura aquí está en el Ayuntamiento?
No, no digo eso. ¿Hay un problema en la ciudad a nivel cultural? Sí. ¿Habría que detectar esos problemas? Sí. ¿Interesa encontrarlos? Nuestro interés va en otra dirección a lo que se está haciendo en la ciudad de Málaga porque tenemos otras necesidades. La cultura no es gratis, la gente necesita espacios como los nuestros para pensar en un futuro mejor. Son espacios que tienen que señalar dónde está el fallo, como siempre digo, el artista está obligado a sacar los pies del plato para decir que por ahí no. Y a veces eso no gusta. A mí me encanta Roma, Valencia, Bilbao, Barcelona... Pero yo no quiero ser ellos, yo nací en Málaga, creo en mi ciudad y quiero trabajar en mi ciudad. Pero Málaga sigue teniendo miedo a que en un momento le lleven a un sitio donde no quiere. Al final todo nace de acuerdos, de consensos, nosotros trabajamos con marcas y patrocinadores como San Miguel que sin ellos no hubiera sido posible esto. Y hemos recibido una crítica por ello.... ¿Por qué? ¿Por qué la cultura no puede estar patrocinada? ¿Qué pasa? ¿Ser alternativo es ser gilipollas?
-Es necesario el apoyo y colaboración entre empresas públicas y privadas.
Tienen que ir de la mano. ¿Y sabes lo que me duele mucho de esta ciudad? Que cada vez que nos vamos a sentar en cualquier mesa tenemos que presentarnos, pero vamos a ver, mi misión no es explicar quién soy a estas alturas de la película, mi misión es exponer qué vamos a hacer para mejorar la ciudad. Todo el mundo quiere hacer sus proyectos a coste del apoyo público. La Casa Amarilla sale con un coste de 18.000 euros anuales y nosotros nos hemos enfrentado como lo que somos, como una entidad.
-Pero no seguirían si LCA diese pérdidas.
La Casa Amarilla ha dado pérdidas durante muchos años desde que empezó, hoy por hoy ya no nos cuesta el dinero pero porque están los patrocinios. Gracias a generar proyectos culturales que se reinvierten en la propia casa, hablo de patrocinios también del Área de Cultura, esto no es siempre de empresas privadas.
-Entonces consiguen ese apoyo.
Sí, sí, no digo lo contrario. Yo remo y sé que en el barco hay mucha gente, yo también me subo a otros barcos. Otra cosa es que en Málaga no hay tantos coleccionistas como parece, bueno los hay, pero no todos vienen a LCA. Sería una buena fuente de ingresos. La situación después de la pandemia es la misma o peor, veremos a ver a partir de octubre cómo llevamos esto de las ventas. Desde que empezó la guerra las ventas han bajado un 10% de lo que teníamos antes. Yo estoy a pie de calle con horario de tienda de lunes a sábado y nada. Aunque sigue mereciendo la pena luchar.
-¿Y el turista?
El turista no ha gastado nada. Así como el año pasado la gente se volvió loca comprando, este año la situación es jodida. Lo curioso es que hablando con gente de nuestro sector ninguno está agobiado, ¿otra crisis más? Ya nos inventaremos algo. La crisis no es que venga en octubre, la crisis está aquí desde junio. Pero mira, estamos de un feliz...
-¿Y eso?
Porque hemos conseguido lo que hasta ahora no pensábamos conseguir. Ahora mismo estamos con proyectos fuera de Málaga y de España: en Puerto Banús, Sevilla, pequeñas colaboraciones con Palma de Mallorca y, además de China, acabamos de firmar convenio de colaboración con una galería cerca de París.
-Y en la comunidad de artistas en Málaga, ¿hay buen rollo?
Está unida aunque siempre hay egos y roces, aunque el roce hace el cariño. Hay una comunidad que la gente de fuera detecta como algo diferenciador, hay conexión entre artistas.
-¿En esa conexión tienen que ver las galerías?
La unión hace la fuerza, yo soy de pensamiento asociativo porque creo que la comunidad es la que tiene la fuerza. Quien viene aquí a trabajar conmigo se contamina de esa idea, aunque tampoco es tan idílico como se piensa, hay roces. Seguimos pensando que hay un pastel a repartir y el problema es que no hay pastel. Eso es un enfado que tengo con el Ayuntamiento, hay partidas presupuestarias que no son permeables y no llegan a lo que estamos haciendo, es una lástima que no se fijen en nuestros proyectos culturales. Esto podría ser una explosión brutal y controlable, muchas veces deberían tener más confianza en nosotros.
-¿Puede que haya miedo a la rebeldía?
Claro. Me da mucho coraje que nos califiquen como La Invisible, que tendrá que estar o no por su historia, eso es otra cuestión... El problema está en que dentro del Ayuntamiento malagueño hay pánico a que todo lo que sea cultura termine convirtiéndose en un problema a futuro. Pero no es un problema que se les ceda patrimonio y suelo a cofradías, que soy cofrade eh, porque ellos son votos, y nosotros somos cinco o diez o 69. Eso me da coraje.
-¿Qué quiere decir con eso?
Que ese es el problema que tiene la cultura, por ejemplo tiene un problema serio porque lo que pasa con La Casa Invisible no han querido resolverlo. Tienen pánico a perder el control. Que nos den libertad para poder construir porque yo creo que ya hemos demostrado que sabemos construir. Después es que todo es tan tediosamente largo... Se lleva hablando en esta ciudad de la oficina única para cultura que si vamos a hacerlo, prepandemia, post pandemia, y nada... ¿Tanto cuesta tomar una decisión en la ciudad? Yo siempre le digo a mujer mira, que me dejen ser 'X' por un mes... Y a los 15 días me hubieran destituido.
-¿Cómo sería David Burbano como concejal de Cultura?
Uf... (Risas)
Roy Laguna: No lo sabemos y no lo sabremos jamás.
David Burbano: Creo que sería mejor que no lo supiéramos, ¿no? (Risas) Bueno, creo que tendría un problema con la propia institución, porque yo no entiendo el 'no se puede', eso no lo entiendo. Yo tendría al lado un director de arte y sentaría al interventor, al gabinete técnico y económico y les diría: 'Tenemos un problema porque esto lo vamos a hacer. ¿Cómo vamos a encontrar las soluciones?'. Lo que pasa que las administraciones y los concejales de cultura están mega atados. Sería divertidísimo en realidad, a los 15 días tendría 8.000 enemigos, a los 20 ardería la plaza de la Constitución y a los 21 saldríamos en el Times. Aunque también descubriría lo complicado que es hacer cualquier cosa en Málaga por culpa de una burocracia rancia, lenta y mal gestionada.
-¿Echaría de menos al David Burbano de ahora?
No, sigue siendo el mismo. Lo que no sé es si aguantaría porque hay mucha incoherencia y eso es algo que puede conmigo. Eso y la falta de lealtad.
-David, es profesor también.
Siempre. Soy el abuelo cebolleta.
-¿Desde cuándo?
He estado siempre en lo privado. Empecé en Unamuno siendo profesor de secundaria, soy licenciado en Geografía e Historia y técnico superior de Fotografía. También he dado clase en Apertura, una buena escuela. Ahora estoy en EADE y doy clases de producción audiovisual y proyectos publicitarios.
-¿Cuánto tiempo dedica a eso? Aunque bueno, ahora está de vacaciones.
Ahora mismo vacaciones, una maravilla. A la docencia se le dedica en clases lectivas de seis a ocho horas en la semana, pero en total son unas 12 o 20 horas de trabajo.
-¿Cuándo hace el resto?
Por las noches en casa.
-¿Tiene hijos?
Dos, maravillosos. Según dicen mi mujer y Roy, soy familiarmente adictivo. Tengo dos hijos fantásticos y una mujer que no me la creo ni yo. Soy quien soy por mi familia. La suerte que tengo es que mi mujer sabía con quien se casaba, ha creído en mí y en un momento complicado de mi vida me dijo: 'A estas alturas de la película ya no hay marcha atrás. Hay que seguir. Creo en ti y lo que te propongas lo conseguirás'.
-Qué importante que se respete el trabajo.
El artista es artista las 24 horas. El problema es que yo no me canso.
Roy Laguna: Pero hay que acostumbrar a la cabeza a que se calle.
David Burbano: Es que me encanta pensar en cosas que podemos hacer, por eso no me canso. La vida es para disfrutar y soy un tío con mucha suerte, yo invertí todo aquí.
-No se arrepiente, ¿no?
¿Sabes por qué no me arrepiento? Porque han pasado seis años desde que tuve que pedir ayuda a mi padre y a día de hoy él me dice: 'Tranquilo, lo estás haciendo bien'. No me arrepiento de nada, sí que me preocupo y rectifico, pero no me arrepiento.
-Otra de las frases que escribiría Roy: «Nos invita a ser libres y a dejar el miedo a vivir».
Soy católico, siempre hay una especie de miedo al concepto de pecado...
-¿Va a misa?
Sí, sí... Últimamente voy poco porque no me termina de convencer. Pero sí, me declaro católico practicante, algo que genera mucha incoherencia en algunos que vienen a la galería y ven a dos tíos, como diría la Iglesia, en actos impuros. Yo siempre he trabajado con la muerte. Hay un miedo a la muerte constante y yo no le tengo miedo.
-Al final vivir es morir.
Efectivamente, nacemos con la muerte. A mí me interesa más lo que le pasa a los que están a mi alrededor y la muerte es una de las grandes generalidades del mundo. Hablar de la familia es hablar de la muerte.
-¿A eso se referían las palabras de Roy Laguna?
Es que Roy consigue transmitir todo lo que hay en mi cabeza. De hecho cuando leí eso empecé a llorar.
-Tiene que ser emocionante cuando alguien entiende todo lo que sientes sin que le hayas explicado previamente.
¿Emocionante? Es alucinante. Tengo la suerte de tener un dramaturgo a mi lado con una creatividad y una capacidad de trabajo sensacional. ¿Ves que soy un tío con suerte?
Roy Laguna: Y muy negativo también.
-A veces no siempre se ve la suerte...
Soy crítico, me exijo mucho.
-Bueno, ¿cómo se termina esta entrevista?
Con felicidad, las cosas hay que terminarlas con eso. Y con proyectos de futuro, hay que seguir soñando con un edificio más grande, una nave más grande... Yo ya he mirado cuatro o cinco espacios (risas).
-¿Mudanza pronto?
No. ¿Perder este espacio? Es maravilloso. Lo ideal es mantener este como tienda y talleres y tener otro como espacio expositivo.
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