David Bowie estuvo en Barcelona
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La visita a ‘David Bowie is’ es la mejor experiencia posible para un fan del británico en la actualidadBowie se va de Cataluña. El Museo del Diseño de Barcelona está a pocas horas de dar por clausurada la exposición ‘David Bowie is’ después de casi cinco meses en cartel y tras una gira que le ha llevado a ocupar otros 9 grandes museos en ciudades como Chicago, Berlín, Melbourne, Sao Paulo o Tokio, y tras ser concebida en el Victoria and Albert Museum de Londres, convirtiéndose en una de las muestras más exitosas de su historia. En España tampoco se quedará corta: más de 100.000 personas han visitado esta exposición, cantidad que se suma a los más de un millón y medio de espectadores que lleva en todo el mundo. Se trata, sin duda, de una de las exposiciones del año en nuestro país, y la gran exposición histórica de David Bowie.
La visita a ‘David Bowie is’ es la mejor experiencia posible para un fan del británico en la actualidad. Muestra más de 300 objetos que repasan todo el universo artístico y personal de David Bowie, la inmensa mayoría de ellas donadas por el archivo del artista: letras manuscritas, trajes y accesorios originales, fotografías, películas, vídeos musicales, escenografías, instrumentos del propio Bowie y portadas de álbumes. Su recorrido, que hay que transitar siempre con auriculares que van disparando el audio según la sala en la que te encuentres, abarca desde sus comienzos y culmina con su penúltimo trabajo, ‘The next day’ (2013) aunque en la muestra de Barcelona se encuentra alguna pequeña alusión a ‘Blackstar’ (2017), a su muerte y su inmediata reconversión en un ser mitológico inmortal.
La primera foto de la muestra es de un David Jones con diez meses, y con el contexto en el que nació el artista, tanto geográfico como emocional. A partir de ahí y en la prehistoria de trayectoria como artista, se comprueba que jamás iba a ser un ‘frontman’ más; todos los grupos en los que estuvo en sus comienzos cambiaron su estética. Un punto fundamental de la exposición son sus vestuarios, la mayoría piezas únicas y originales, y entre ellos vestidos canónicos, como los de Yamamoto, que además protagonizó una charla en el museo con motivo de la exposición.
Lo más impresionante de ver esos trajes en directo es constatar que efectivamente un ser humano puede entrar en las estrechísimas cinturas hechas a medida. En su época más oscura (aunque en cierto modo también la más luminosa) Bowie llegó a pesar 43 kilos gracias a su frenética actividad nocturna y a una dieta espacial que durante sus años en Los Ángeles estaba formada por tres productos esenciales: leche, pimientos rojos y unas cantidades industriales de cocaína. Qué extraña idea tomó Bowie al intentar desintoxicarse mudándose a Berlín a compartir vivienda con Iggy Pop; una locura que fomentó la creación de su histórica trilogía de Berlín.
Hay muchas fotos inéditas, otras que ya habíamos visto pero que forman parte indivisible de la cultura popular, manuscritos de puño y letra y un buen número de esquemas y planos de sus giras que muestran hasta qué punto Bowie controlaba al detalle sus giras. La muestra anda bien sobrada de videoclips, con atención especial a la escandalosa emisión de Life on Mars, las dos versiones de Space Oddity, el ‘Boys Keep Swinging’ censurado por travestismo radical, o colaboraciones con Klaus Nomi o Marc Bolan. Las grabaciones en directo brillan en la sala final, donde cuatro enormes pantallas convierten la experiencia en una inmersión en sus directos más históricos durante más de media hora.
Se cierra un ciclo artístico en la ciudad de Barcelona con la clausura de ‘David Bowie is’, de la exposición sobre Brian Eno y de una tercera muestra sobre Brörk en el CCCB. Por último, para no caer en la tiranía de recomendar de forma tan encarecida la visita a una exposición que no parece que vaya a tener más oportunidades para exhibirse, se aconseja con el mismo descaro el catálogo diseñado para acompañar esta muestra, con la traducción en castellano de la edición original encargada por el Victoria & Albert. Por poco unos cuarenta euros, es lo más cercano que se puede tener a esta experiencia y un objeto de deseo que todo fan de Bowie o aficionado debería tener en su biblioteca.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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