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Su primera frase sobre un escenario después de todo y a pesar de todo era un buen reflejo de lo vivido: «No os podéis hacer una idea de la ilusión que me hace estar hoy aquí en Málaga y haber llegado vivo a los ... 40 tacos». Y el Teatro del Soho CaixaBank, el lugar elegido para su regreso, se caía de aplausos. Dani Rovira pisó este miércoles por primera vez unas tablas desde que el cáncer se cruzó en su camino y demostró que su cuerpo y su lengua están en plena forma. Más delgado, pero con la misma guasa de siempre, el malagueño provocó las carcajadas del público que llenó las butacas disponibles con su visión sin filtros de asuntos cotidianos en el monólogo 'Odio (2º Asalto)'. Un número cómico que el sábado se grabará para Netflix en una doble sesión tambien en el Soho.
Rovira habló con naturalidad del cáncer, se supo reír de sí mismo y dejó atrás lo políticamente correcto para expresar lo que pensaba sin temor a las críticas. Ya no le importan, como dejó claro en varias ocasiones. Estos meses combatiendo el linfoma de Hodgkin que le detectaron al principio del estado de alarma le han hecho relativizar las cosas. «He estado de negociaciones con san Pedro», bromeó el malagueño.
En la sobremesa, en un horario adelantado en el último momento a las cuatro de la tarde para cumplir con las restricciones que obligan a cerrar los teatros a las seis, Dani Rovira despertó a su público a base de risas saltando de un tema a otro con su ingenio habitual. Daba igual que hablara de cómo ligar en el siglo XXI, de personajes muy conocidos (que no desvelaremos para no hacer 'spoiler'), de sus perros o incluso de la maternidad: cada argumentación acababa en aplausos.
Pero entre chiste y chiste, Rovira lanzaba por el camino mensajes serios sobre temas que realmente le preocupan. Hizo una clara defensa del cuidado de los animales (es de sobra conocida su implicación con la Protectora de Animales) y lamentó la «mala leche» de algunos con quienes por su trabajo tienen una mayor exposición pública. De ahí el título de su monólogo, 'Odio', aunque el resultado final no puede estar más alejado de esa palabra, con moraleja incluida y una buena dosis de positividad.
La de este miércoles fue sin duda su «actuación más malagueña». No quedaba otra con media provincia confinada en su municipio para contener el avance de la pandemia. Y no faltaron constantes referencias 'malaguitas' a rincones de la ciudad y, por supuesto, a su equipo de fútbol.
Tras casi hora y media solo en el escenario, Dani Rovira se despidió del público con la mano en el pecho para agradecer el intenso y largo aplauso de la audiencia en pie. Pocos minutos después, subiría a sus redes sociales la imagen de ese momento con un emotivo texto. «No tengo palabras. Muchos años pisando este escenario lleno de huellas amadas. Me habéis llevado en volandas. Volver a casa, sano y salvo es una sensación maravillosa. Y si, encima, es para haceros reír, todo se vuelve insuperable«, escribía el malagueño, que se mantuvo esquivo con la prensa para conceder entrevistas y abrir las puertas de su espectáculo.
Hoy repetirá en el Soho con la misma misión: alegrar unos minutos a su público y, a la vez, recaudar fondos para doce asociaciones malagueñas sin ánimo de lucro a través de la Fundación Ochotumbao, como hace cada año cuando se acercan las fiestas navideñas. Porque, pase lo que pase, hay tradiciones que no se pueden perder.
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