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Comprar entradas en una taquilla para un estreno absoluto, ponerse en cola para que un escritor internacional como John Banville te firme un libro, asistir a una mediática gala de entrega de premios o no perderse el concierto en directo de nuestro cantante favorito. Todo eso suena a escenas de otra época. De prepandemia. Los espectáculos en vivo y acontecimientos culturales son de los que saldrán más tocados por los efectos colaterales de la crisis sanitaria. La primavera, temporada alta de eventos de todo tipo, ha sido una cascada de cancelaciones por el ataque del coronavirus y el verano ha visto cómo las giras multitudinarias de las estrellas internacionales se han anulado. Pero no todos los grandes eventos han pasado a mejor vida. Otros han examinado el futuro y han adaptado sus celebraciones para mantenerse vivos y llegar al público en los próximos meses. Y la fecha clave es septiembre, un plazo propicio para examinarse de los deberes aplazados de la cultura: Málaga 451: La Noche de los Libros y la Feria del Libro, la entrega de los Premios Max, los conciertos de El Arrebato o Juan Perro o el Festival Yoga de Marenostrum Fuengirola ya han reservado sitio. Aunque el pistoletazo de salida lo dará en los últimos días de agosto una tardoveraniega edición del Festival de Málaga Cine en Español.
«Para hacerlo posible hemos cambiado la idea de nuestro modelo tradicional de certamen para adaptarlo a las circunstancias por lo que la edición de 2020 dedicará todo su esfuerzo a los estrenos de cine y dejará de lado el evento social, como la alfombra roja para evitar aglomeraciones de público», explica el director del festival y responsable del Teatro Cervantes, Juan Antonio Vigar, que añade que el evento se reducirá a una semana –del 24 al 31 de agosto– y se centrará en las películas. Una propuesta que se oficializará en junio cuando se lleve al consejo de administración esta versión concentrada para su aprobación. «Lo que planteamos es un escenario bastante realista y queremos soñar con que se haga realidad», desea.
En esas mismas coordenadas trabaja otra de las grandes citas de la primavera, Málaga 451: La Noche de los Libros, que anuló su encuentro literario del pasado mayo, pero se ha propuesto mantenerse viva con nocturnidad al reubicarse a continuación, el próximo 11 de septiembre. «La cultura no es nada sin público, sin lectores o sin oyentes, por eso es fundamental que, en lo posible, las actividades no se suspendan, sino que se aplacen», sostiene el director de este ciclo, Txema Martín, que asegura tajante que las cancelaciones son una «tragedia» por lo que la búsqueda de alternativas tiene que ser un «objetivo prioritario» para todo el sector. Este evento ha consensuado con libreros y editores no pasar página y ya tiene a su cabeza de cartel para esta edición a la vuelta de las vacaciones, el novelista irlandés John Banville, también conocido por su Mr. Hyde cuando firma novela negra: Benjamin Black.
Sin abandonar el ámbito literario, el otro gran acontecimiento del año, la Feria del Libro de Málaga, también ha preferido mirar más allá de la letra pequeña y se han resituado a mediados de octubre para celebrar además una edición redonda, la 50. «Nos hubiera gustado antes, pero ahí están la Feria de Madrid y el encuentro profesional Liber», explica el presidente de este encuentro y propietario de Cómic Stores, Miguel Ángel Díaz, que considera no obstante que la nueva fecha es tan propicia en lo climático como la primavera, a lo que se une «el buen momento de lanzamientos editoriales desde septiembre».
Junto al componente cultural, el librero pone además en el escaparate el argumento empresarial: «Después de más de dos meses de cierre, la feria es fundamental para sobrevivir económicamente». Una visión que comparten desde la hermana Noche de los libros: «Aplazar y mantener la cita es una manera de paliar esta crisis y garantizar la creación artística».
Estos eventos que mantienen su celebración, a los que hay que unir otro esperado aplazamiento, la entrega de los Premios Max de las artes escénicas y musicales que se ha trasladado de junio al 7 de septiembre en el Teatro Cervantes, son además una señal de normalidad para toda la industria cultural. Y no solo en nuestra provincia. «Si el Festival de Málaga se celebra a finales de agosto eso será una buena señal para San Sebastián porque llegaríamos con más garantías», reconoce el director del certamen donostiarra, José Luis Robordinos, que también está planteando una edición adaptada a las circunstancias y en las que el componente internacional tendrá menos protagonismo por la previsible limitaciones en los viajes de invitados y estrellas.
No obstante, esta capacidad de adaptación a las circunstancias del certamen de cine en español o de las grandes eventos librescos no la tienen otras manifestaciones culturales. Particularmente los eventos musicales y las grandes giras de bandas y artistas de este próximo verano que, como ya se ha visto en Marenostrum Fuengirola con el rockero Lenny Kravitz o el cantante Alejandro Sanz –que tuvo que duplicar su concierto con una segunda fecha–, han dejado para el próximo año sus actuaciones ya que han llenado aforos de 10.000 personas que este verano son incompatibles de conjugar con las condiciones sanitarias y la distancia social. Lo explica de forma gráfica el promotor de Espectáculos Mundo, Daniel Rodríguez: «Si una representación o actuación no cubre gastos hasta el 70/80% de la venta de taquilla, cuando solo tienes la mitad del aforo es inviable su celebración». Esa es la razón por la que esta compañía malagueña ha retrasado una treintena de conciertos programados para los próximos meses, como la megacita de Guns N' Roses en Sevilla a mayo de 2021, mientras que la actuación de El Arrebato en el Cervantes será de las que apuesten por la normalidad a la vuelta de las vacaciones con su celebración el 17 de septiembre.
Uno de los aspectos cruciales que, no obstante, sigue rodeado de incertidumbre para el sector es el de los aforos una vez salgamos de la desescalada por la pandemia. «A día de hoy, el inicio de la nueva normalidad será con un aforo al 50% en cines y teatros, mientras que al aire libre se contempla la asistencia de hasta 800 personas, aunque no sabemos qué medidas se tomarán en adelante», expone Juan Antonio Vigar, que trabaja con estos límites de la fase 3, aunque abre la puerta a una regulación posterior más acorde con los datos actuales de contagio, si no aparecen repuntes de la enfermedad. Una ampliación de las condiciones actuales que también contempla y espera todo el sector. «Dentro de los márgenes sanitarios y de prevención, las condiciones al aire libre en verano tienen que ampliarse y superar el tope actual», expone Paco Lomeña, productor de los Estudios Loasur y responsable del montaje musical y escénico de Starlite Marbella.
Juan Antonio Vigar, gerente del Teatro Cervantes
Esta esperada revisión de la asistencia del público no sólo afectaría a los espectáculos replanteados en septiembre, sino que también abriría la puerta a las celebraciones del verano y a iniciativas como la de Antonio Banderas de llevar a la plaza de toros de La Malagueta las funciones del musical de Broadway 'A Chorus Line' sin las estrictas limitaciones de los espectáculos en interior. A la espera de que los patios, plateas y palcos ganen butacas, Vigar también hace una reflexión novedosa que se sustenta en la seguridad que transmitirán teatros, cines y salas en su reapertura. «Hay quien piensa que los espacios cerrados tienen una debilidad porque pueden ser más contagiosos que los que están al aire libre, pero no es así porque tienen unos protocolos higiénico-sanitarios y una distancia social desde que se entra hasta que se sale que serán absolutamente seguros», explica el responsable del Cervantes que considera que este cumplimiento de las normas debería favorecer el acceso «en el futuro a aforos mayores que hagan más viable la rentabilidad».
De un modo u otro, la clave es el reencuentro con el público con garantías y la resurrección social de las actividades culturales tras una época de aislamiento que ha desarrollado el consumo de contenidos digitales. «Esta crisis ha supuesto una oportunidad para el disfrute de las actividades online que han llegado para quedarse, pero el acto cultural abierto y presencial debe ser reivindicado», sostiene el gestor Txema Martín, a lo que el promotor Daniel Rodríguez añade una máxima que no ha cambiado con la pandemia: «A un concierto o un espectáculo se va a disfrutar y, si las condiciones no lo permiten, mejor lo dejamos para más adelante». Septiembre parece un buen comienzo.
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