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De niña se pasaba las horas muertas en la biblioteca pública del barrio de La Paz. Allí, junto a su hermana Eva, devoraba los cuentos de Andersen, de los hermanos Grimm, de Los Cinco... Historias casi siempre oscuras, afloradas con el paso del tiempo en cuadros cargados de simbolismo y referencias literarias que le han abierto las puertas de Estados Unidos, Alemania, Italia y Australia. Pero apenas las de su ciudad natal. Ahora, Encarni Díaz 'Ginger' reúne una docena de piezas en la Escuela de Arte San Telmo, que reivindica en la escena local el trabajo de esta artista con 'La habitación de la memoria', la muestra que esta tarde (19.00 horas) se inaugura en la sala de exposiciones de la institución docente instalada en El Ejido.
«Al principio todo está oscuro», lanza uno de los cuadros de Ginger (Málaga, 1975) casi a modo de santo y seña de una obra marcada por el surrealismo pop, preñada de guiños literarios y generacionales a los nacidos en las décadas de los años 70 y 80 del siglo pasado. Ahí están las figuras de Pin y Pon, un caballo de Playmobil, el dragón de 'La historia interminable' y el 'Gremlin' bueno compartiendo escenas con paisajes herederos del romanticismo y alusiones como el castillo de Disney envuelto en llamas y algunos juegos de mesa de los hijos de la Transición.
«En esta exposición hay más referencias a esos años, pero en esencia casi todo lo que vuelco en los cuadros parte de esos cuentos que leía de pequeña», deja caer Ginger, artista autodidacta que estudió Geografía y ha llegado a la escena internacional casi «por casualidad».
Título. 'La habitación de la memoria'.
Artista. Encarni Díaz 'Ginger' (Málaga, 1975).
Lugar. Escuela de Arte San Telmo. C/ Ejido, 3.
Fecha y horario. La muestra se inaugura hoy (19.00 horas) y podrá visitarse hasta el 1 de febrero, de lunes a viernes, de 9.30 a 20.00 horas, con entrada libre.
«Empecé a pintar en 2012. Colgué una imagen de mi segundo cuadro en Facebook dos años después y se puso en contacto conmigo una galería de Estados Unidos. Allí habré tenido más de veinte exposiciones, es donde más se ha visto mi trabajo, sobre todo en Los Ángeles, pero también en Nueva York y Portland. En paralelo surgieron proyectos en países europeos y hace poco, en Australia. Todo ha venido rodado, pero me queda la espinita de que mi trabajo apenas se ha visto aquí, por eso me hace especial ilusión este proyecto», concede.
Y por eso, cuando recibió la llamada de San Telmo, Ginger se encerró en el estudio hasta firmar en apenas año y medio una docena de piezas de medio y gran formato, envueltas en marcos siempre barrocos. Y un paseo por 'La habitación de la memoria' de Ginger –en cartel apenas hasta el 1 de febrero– sirve para encontrar los iconos que marcan su discurso polisémico y enigmático.
Los libros surgen como uno de esos primeros vasos comunicantes. Volúmenes que a menudo lanzan mensajes a través de los títulos que sus cubiertas que componen frases para quien quiera o sepa encontrarlas. Llaves y cerraduras como «símbolos de la posibilidad de un cambio». También las mujeres, protagonistas siempre en las escenas de Ginger, que desde uno de los cuadros más subyugantes de la exposición, advierte: «No crezcas, es una trampa».
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