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Cuatro vidas
Cruce de vías ·
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El texto decía que dentro de nosotros tenemos cuatro vidas sucesivas encajadas entre síAlgunas mañanas me despierto raro, como si no me reconociera y con la sensación de que nunca llegaré a desvelar mi auténtica personalidad. El otro día leí unas líneas de la escuela pitagórica que lograron calmar este desasosiego cotidiano que viene provocado por el desconocimiento ... de ciertos aspectos personales. El texto decía que dentro de nosotros tenemos cuatro vidas sucesivas encajadas entre sí. Hay una vida mineral, que contiene el esqueleto, formado por sales y sustancias minerales; alrededor de este esqueleto está bordado un cuerpo de carne, formado de agua, de fermentos y de otras sales. En cada uno de nosotros hay también una vida vegetal que, como las plantas, se nutre, respira, posee un sistema circulatorio, tiene sangre como la linfa, se reproduce. También hay una vida animal, en cuanto que estamos dotados de motilidad y de conocimiento del mundo exterior que percibimos a través de los cinco sentidos y que completan la imaginación y la memoria. Por último, hay una vida racional, en la medida en que los seres humanos poseemos voluntad y razón. Por consiguiente, al tener dentro de nosotros cuatro vidas distintas debemos conocernos cuatro veces.
Sentado en la orilla de la playa, frente al mar, reflexiono sobre las cuatro vidas que siempre van conmigo. Apenas pienso en la parte mineral que contengo. Nunca he visto mi esqueleto entero, de pies a cabeza; solo alguna parte. En realidad, no distingo apenas diferencias con el resto de los mortales. O sea que por dentro somos todos prácticamente iguales. Que soy un vegetal hace tiempo que lo tengo asumido y me complace. Por otro lado, me interesa indagar sobre el pensamiento y la imaginación de los animales. ¿Qué pasa por la cabeza de un perro a lo largo de las horas muertas que permanece quieto y en silencio? Si no me conozco yo, ¿cómo voy a descubrir los misterios que oculta la mente de un perro o de cualquier otro animal? No tengo claro las diferentes capacidades e intenciones de las cuatro vidas que me envuelven, ni tan siquiera me fío de la memoria. ¿Recuerdo lo que en realidad pasó o lo que yo hubiera deseado? La memoria nos salva, pero también nos condena. Respecto a la razón humana, qué voy a decir que ustedes ya no sepan.
Cuatro vidas distintas encerradas en el interior de un solo cuerpo. Y el tiempo que va marcando por igual cada una de esas cuatro vidas misteriosas. El mensaje de la escuela pitagórica me ha infiltrado en el mundo mineral, vegetal y animal que hay en mí. Esto me produce una extraña curiosidad. Me sumerjo en el líquido transparente que recorre los vasos linfáticos y contemplo las estructuras óseas que me sostienen en pie. Una escultura viviente. Me fascina moverme espontánea e independientemente por las cuatro vidas, como un animal racional.
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