
La cruz que une a Ernesto Artillo y Niño de Elche
Performance ·
El malagueño explora en la simbología cofrade en una acción en el Thyssen que une cante y exornación floral junto al más heterodoxo de los flamencosSecciones
Servicios
Destacamos
Performance ·
El malagueño explora en la simbología cofrade en una acción en el Thyssen que une cante y exornación floral junto al más heterodoxo de los flamencosHuele a pintura, lo esperado en un estudio artístico. Pero conforme se avanza en la sala el ambiente se transforma. Ha cambiado la luz y ... ahora huele a flor marchita, a cientos de ellas. Ernesto Artillo las ha ensartado una a una durante dos semanas y ahora cuelgan de una cuerda que rodea el espacio. En el centro, se abre la gran cruz (o una enorme x, según se mire) que dentro de unas horas servirá de altar al cante del Niño de Elche en el Museo Carmen Thyssen. El creador malagueño vuelve a sorprender con una performance que explora en la simbología religiosa y cofrade a la que está tan unido desde crío. Una 'Exornación' con la que resucita las flores muertas recogidas de iglesias malagueñas y con la que reivindica la labor de esas personas que adornan con cuidado y esmero las imágenes y los templos. La intervención, que forma parte de la acción cultural que impulsa Cruz Roja bajo la marca Deixis, se estrenó anoche en el patio de la pinacoteca y hoy volverá en un doble pase (20.30 y 21.30 horas, 36 euros para fines solidarios).
Artillo recupera aquí la palabra 'exornar' («adornar, hermosear», según la RAE), poco frecuente en el lenguaje común pero habitual en el mundo cofrade. «Y mientras trabajaba con las flores me di cuenta de que yo mismo me convertía oficialmente en un mariquita 'exornador', como todos los que hay en el catolicismo y que tienen tanta importancia en el folclore y en la belleza de los templos y que, sin embargo, para algunas cosas son también tirados a la basura», reflexiona en el estudio de Pedro Hoz, en la Carretera de Cádiz, su refugio en estos últimos días.
A la papelera iban también las decenas de ramos y coronas que ha ido recogiendo de la Catedral de Málaga, de la iglesia de San Juan, el Sagrado Corazón, los Mártires y, sobre todo, de la iglesia del cementerio («donde menos duran: solo un día») cuando estaban a punto de ser desechadas. Obsesionado en sus últimas propuestas con ofrecer una nueva vida a lo que otros ya no quieren, en este trabajo quiere «darle sentido a lo que antes ha sido bello, en un momento en el que todo el rato tenemos que producir algo nuevo», explica.
Pero también está relacionado con esa x que preside la escena, con ser un 'ex', con estar fuera de los cánones, con desplazarse a otro lugar. Como el exflamenco Niño de Elche. «Ese término se me ocurrió hace tiempo porque no me gustaba que me llamaran antiflamenco. No lo soy, no soy destructivo». No se considera ni mejor ni peor que el más ortodoxo de los artistas jondos, simplemente él mueve el foco. Hace tiempo que lo extraño para él es verse en una peña flamenca «y no tanto en un Sónar o en una performance como esta». Este tipo de experiencias artísticas, de hecho, han marcado su carrera desde los inicios. Y en el camino se cruzó con Ernesto Artillo. Otro 'ex' del arte. «Yo me siento más afín a los cofrades que a los artistas contemporáneos», dice sin ningún reparo.
Desde que se conocieron hace unos años se han contaminado artísticamente el uno del otro varias veces. Niño de Elche es un habitual en las acciones de Artillo: le desnudó para 'Peregrinación sexual' –un vídeo que alojaron en la web porno Porn Hub para sortear la censura del desnudo de otras plataformas– y le procesionó en 'Ensayo de fe'. Luego él sería el director de arte del disco 'Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte' del cantaor. «Y lo será también del siguiente», dejó caer.
Entre ellos hay una «total confianza» en el trabajo del otro. «A Carl Gustav Jung le preguntaron si creía en Dios. Él dijo que no era una cuestión de creer, era una cuestión de saber. Pues esto es igual. Con Ernesto no es una cuestión de fiarse. Es una cuestión de que sé lo que hace y cómo piensa», apunta el cantaor. Ambos hacen de la heterodoxia lo normativo: son la otra cara del arte, el reverso, la cruz.
De un intenso rojo clavel, Niño de Elche activa con su voz el dispositivo escénico diseñado por Artillo para el Thyssen. Mientras canta en un escenario transformado en un cubo de basura gigante –con plásticos oscuros colgando desde la primera planta–, un coro de seis personas pone en práctica el verbo exornar. «Un elenco de mariquitas 'exornadores', independientemente de su sexualidad y de su género, vamos adornando la cruz en el mismo momento». Ahí estarán los amigos que durante los últimos días le han ayudado a preparar con paciencia y delicadeza unas flores ya muertas para esta intervención viva. «La performance en realidad ya lleva aquí un rato pasando y cada persona que venía hacía un poco suyo el altar o el monumento. El proceso ha sido increíble», concluye, con una mirada cómplice a Niño de Elche.
Cuando 'Exornación' acabe este sábado, las flores volverán al estudio de Pedro Hoz donde los artistas buscarán la manera de darle una tercera vida. Y el ciclo volverá a empezar en otro espacio, en otro lugar. Una sala de Madrid ya se ha interesado por esta alianza. «Y otra vez a recoger flores». Pero en ese caso, como puntualiza Niño de Elche, en La Almudena.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.