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Un día cualquiera
Cruce de Vías ·
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Cruce de Vías ·
Hay personas que facilitan la vida y gente rancia que se obstina en hacerla desagradableMe levanto temprano todos los días y contemplo el amanecer, no importa la hora a la que me haya acostado. El cielo claro o nublado, infinito, me reconforta. Por las noches miro la luna fiel. Paso bastante tiempo sin ver a casi nadie excepto a mi pareja. Los dos salimos a pasear por los caminos de tierra, entre los árboles. Nos cruzamos con muy pocas personas, saludamos y seguimos andando hacia ningún lugar concreto. Desde siempre me atrae la sabia naturaleza, los sonidos del silencio, los paseantes pacíficos y tranquilos. No me gusta hablar en público salvo cuando escribo a solas. No soporto los gritos, los insultos, el ruido desalmado, la violencia. Tampoco me gustan los tipos autoritarios. Busco mundos pequeños o los que son tan inmensos que no conocen fronteras. Cuando me sumerjo en la vida cotidiana procuro pasar inadvertido, quizá por eso viajar me hace más libre y consecuentemente feliz. Adoro la libertad en todos los sentidos. Desde que cumplí cierta edad considero la vida un regalo que hay que disfrutar a diario mientras la salud lo permita. El dinero es otra cosa. Viene y se va o nunca llega. En cualquier caso, me considero un hombre afortunado, siempre lo he sido, incluso cuando no tenía un céntimo en el bolsillo o la vida mostraba su cara más triste. Qué injusto es el dolor.
Me enamoro de una sonrisa. Ayer por la mañana guardaba cola en la panadería. Cuatro clientes estaban en el interior y el resto estábamos en la calle esperando que nos llegara el turno. De pronto pasó un chico extranjero con una maleta y no se dio cuenta de que se le había caído la cazadora. Varias mujeres le avisaron y una de ellas recogió la prenda y le aconsejó atarla al asa de la maleta haciendo un nudo con las mangas para no perderla. El chico agradeció atentamente el detalle y siguió andando. Otra mujer dijo que no comprendía que hubiera gente que no avisara en estos casos. «Yo no cojo lo que no es mío», concluyó afirmando. Me quedé pensando en la buena impresión que se habría llevado el chico extranjero que probablemente acababa de llegar a Málaga, al dar las gracias en español reconocí su acento marroquí. Un buen detalle, una simple frase, una manera de ser. Hay personas que facilitan la vida y gente rancia que se obstina en hacerla desagradable.
Hoy es uno de esos días que me da por confesar sentimientos a solas y en voz alta. Supongo que lo hago para desahogarme con tantas y tantas personas cómplices que no conozco y sin embargo estáis ahí, a la vuelta de la esquina, en la cola del pan o paseando por las calles y los caminos de tierra, creando esa buena atmósfera que envuelve la ciudad como un abrazo.
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