Víctor Elías y Javier Márquez. TEATRO ECHEGARAY
Crítica de teatro

Festival de Teatro de Málaga: Cuando la música lo sostiene todo

Fran Perea se estrena en el Festival de Teatro de Málaga contando en '#YoSostenido' la vida de su 'hermano' televisivo Víctor Elías

Carlos Zamarriego

Miércoles, 15 de enero 2025, 01:00

En 2019 tuve la suerte de que Fran Perea me abriera la puerta de los ensayos de 'Mitad de mundo', una obra de Pablo Díaz Morilla seleccionada en Factoría Echegaray. Un ensayo teatral puede ser muy interesante o muy aburrido. Con Perea, sin embargo, es ... un espectáculo. No dudaba en levantarse de la silla para ajustar el tiempo de una frase, hacer el arreglo a una respiración, subir o bajar el tono de un portazo, mezclar una mirada con una luz. Me dio la sensación de que, para él, cada segundo de la obra tenía que ser consecuencia del anterior y motivo del siguiente, como si las palabras fueran notas de una partitura invisible sobre la cual los actores tenían que sostenerse en equilibrio y sin red de seguridad. Que la verdad no se encontraba en la concentración de frases sino en la explosión de sonidos, como si en vez de dirigir teatro estuviera haciendo música. Quizás estaba haciendo las dos cosas.

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Ayer pude ver la primera de las dos funciones programadas de '#YoSostenido. Sonata para un juguete roto' en el Festival de Teatro de Málaga. El Teatro Echegaray reunió por tercera vez (la primera fue en la sobresaliente 'Souvenir') a Morilla como autor y a Perea como director. Volvieron a casa junto a otro habitual de la compañía Feelgood Teatro, el también malagueño Javier Márquez. Pero el protagonista era Víctor Elías. ¿Que quién es Víctor Elías? Para la mayoría, el hermano mediano de Perea en esa familia televisiva llamada 'Los Serrano' que tuvo a media España enganchada al televisor en la primera década del siglo. Para otros, un talentazo musical. Para mí, un completo desconocido al que vi actuar una vez en ese extinto rincón secreto de Madrid, al que fui asiduo, llamado 'El Apartamento'. Todos los Víctor, y muchos más, vienen a contarnos en primera persona su vida en actos.

Y lo que cuenta Elías es duro. Muy duro. Durísimo. Seguramente menos duro que millones de cosas que salen en el telediario todos los días, pero eso no importa, porque es su vida. Y durante hora y veinte es una vida que me importa más que ninguna. No sé si Sergio Blanco lo llamaría autoficción o estaríamos ante un teatro documento. Quizás sea un musical. O un género nuevo que no necesita etiqueta (esa manía de poner etiquetas). Lo que sé es que es condenadamente bueno.

Elías habla con sus padres, toca el piano, atraviesa el dolor y se ríe. Y cuánto de lo que siente no podemos más que intuirlo. No es buscar la verdad en el teatro, es poner teatro en una verdad gigantesca. Pero no está solo. Márquez es mucho más que un secundario en esta obra, es un constelador familiar, un canalizador de energías, un actorazo que da siempre en el blanco y que ojalá se prodigara más.

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Y sí. Hay mucha música en esta función. La que sale de los dedos de Elías y la que canta Márquez, pero también la que pone en escena Perea. Esa que ajusta en los ensayos y sólo él sabe que es fundamental para sostener a un grupo de amigos que, simplemente, quiere contar una verdad.

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