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El Festival de Teatro emprende la recta final de su primer acto con la representación de 'Los asquerosos', la adaptación de una novela que ha contado hasta la fecha con veinte ediciones y más de 150.000 ejemplares vendidos, uno de los mayores ... éxitos de su editorial, la independiente Blackie Books. La historia cuenta la huida a una diminuta aldea, Zarzahuriel (nombre ficticio), de Manuel, un hombre que, después de sufrir un incidente violento con un policía, decide escapar a un pueblecito deshabitado de seis calles con la única ayuda a distancia de su tío, que le provee de compañía telefónica y de víveres. La situación de soledad extrema y una vida austera acaban por convertirle en un misántropo de manual.
La novela de Santiago Lorenzo, que también vive en un poblado inexacto de la meseta castellana, habla de la España vaciada y de personas que tienen tantas ganas de estar solas que no soportan ni la presencia de Dios. El libro está escrito con un sentido del humor negro y un léxico barroco que se postra al relato hilarante sobre el despropósito de las clases populares y de una vida con poco sentido. La difícil tarea de adaptar una novela sin diálogos a una acción con dos personajes corre a cargo de Jordi Galcerán y Jaume Buixó, y la puesta en escena se desarrolla bajo la batuta de un director respetado como David Serrano. La interpretación recae en dos actores de amplia trayectoria y de fama televisiva, Secun de la Rosa y Miguel Rellán, que se pasan casi toda la obra enfrascados en conversaciones telefónicas y vestidos de andar por casa. Sin embargo, y pese a que esta obra ha nacido para el éxito, todos los ingredientes que conforman una lectura tan corrosiva se transforman en un desatino comercial.
Los motivos por los que Santiago Lorenzo ha dado el visto bueno a esta adaptación pasan quizás por el hecho de que coincidiera con Secun de la Rosa hace décadas cuando ambos trabajaban en un Seven Eleven buscándose la vida en Madrid. Lo mejor de esta versión de 'Los asquerosos' es la dignidad de su montaje y la construcción de los escenarios que desarrolla Alessio Meloni y que se abren como muñecas rusas, aunque al final tanto cambio de paisajes termine resultando agotador. Buena parte del público, la inmensa mayoría, recibió los chistes con risotadas mientras que otro sector en el que me encuentro se apoltronaba en su butaca, sintiéndose cada vez más solo, durante 95 minutos que se hicieron interminables.
Para que se hagan una idea, en un momento de la obra, hay un comentario respecto a introducirse nieve por el culo que, si bien leído en la prosa de Lorenzo puede tener su gracia –porque acentúa la sordidez–, pronunciado en este tono de sainete suena tan trasnochado como el pene de gomaespuma en la cabeza de las despedidas de soltera que el protagonista dice detestar. Y es que, eso es otra, la tesis de que la gente normal es despreciable o de que los 'mochufas' son lo peor del mundo se contradice con la única intención de producir un teatro rentable y sin alma. Al final, es la gente más o menos burguesa y urbanita que le ríe las gracias a un texto que, de alguna manera, les ridiculiza y se mofa de ellos, y cuya adaptación termina generando precisamente lo que pretende criticar: las cosas sin sentido y la vida porque sí.
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