La pintura del Cristo del Amor, rodeada de estampitas. Gema Liñán

El Cristo del Amor entre ruinas se convierte en lugar de peregrinación

Una veintena de estampitas aparecen incrustadas en el muro donde Julio Anaya recreó la talla barroca por el centenario de la cofradía

Miércoles, 15 de noviembre 2023

Está en un olivar, en medio de un camino de tierra de difícil acceso si no se conocen las coordenadas. La ubicación exacta no se ... quiere desvelar, pero parece que muchos ya la han descubierto. El Cristo del Amor pintado por Julio Anaya en una casa en ruinas de la Axarquía se ha convertido en un lugar de peregrinación. Pocos días después de que se hiciera pública la acción de la Cofradía del Amor por su centenario, la obra aparece ya rodeada de una veintena de estampitas religiosas.

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A modo de altar improvisado, las personas que han acudido al lugar han incrustado imágenes de diferentes advocaciones de la Virgen y del Cristo entre las grietas del muro donde está la recreación pictórica de la talla barroca. Están colocadas a su alrededor y también a los pies, sobre un suelo plagado de restos de ladrillos y rastrojos de la casa abandonada. Es la respuesta espontánea de los fieles a una acción inédita de la Cofradía del Amor y Caridad, una intervención cargada de simbolismo que tiende puentes entre el arte contemporáneo y el mundo cofrade.

El pasado 7 de noviembre, en un evento celebrado en el cine Albéniz, se dio a conocer esta obra mantenida en secreto durante meses con la proyección de un documental. La cofradía rompe con los formatos tradicionales y en lugar del clásico cartel conmemorativo, crea una pieza audiovisual –producida por Ocio y Cultura La Fábrica y La Madre de los Beatles– que muestra el resultado, incluye declaraciones del artista y recoge la reacción de distintas personas al contemplar por primera vez la pintura.

Julio Anaya pinta la imagen con un realismo que impresiona a quien la ve y con el estilo que le ha dado proyección internacional: obras de arte recreadas con la técnica del trampantojo sobre muros o materiales de desecho, como los cartones. Y el lugar en el que lo hace no es casual. Julio Anaya conoce bien esa ubicación, con varias casas en ruinas marcadas a grafiti alrededor, algunas de ellas con el sello de uno de sus mejores amigos, el artista urbano Imon Boy.

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Él fue, precisamente, quien le llevó hasta allí. Y al verlo lo tuvo claro. Toda la estructura de la vivienda se ha venido abajo, salvo un pequeño techado que resiste al paso del tiempo. «Esa estructura me remitía al pesebre, al lugar del nacimiento de Jesucristo. Y al mismo tiempo, me interesaba mucho la presencia del campo de olivo, que representa el momento del arresto y su posterior crucifixión. Que en ese espacio se vieran simbólicamente reflejados ambos momentos, el nacimiento y la muerte, me parecía súper poético», explicó el artista.

Una creación artística con un fuerte componente espiritual y religioso que ha despertado el fervor popular de quienes han resuelto el enigma de la misteriosa localización de este templo entre ruinas. Y la acción sigue viva y creciendo.

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Ladrillos con oraciones y mensajes de agradecimiento a los pies del Cristo.

Este mismo domingo hermanos de la cofradía visitaron el lugar para orar delante de la imagen del Cristo. Y también dejaron su huella, en este caso escribiendo en los ladrillos y piedras de los escombros mensajes de vida y de agradecimiento, con peticiones y oraciones, que dejaron a los pies de la pintura de Julio Anaya. De esta forma, se fomenta una intervención diferente a la colocación de estampas en las grietas, que podrían alterar la obra de arte.

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