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Pocas ponencias y mesas redondas se han resistido a ella. Ha sido un tema de debate dentro y fuera del auditorio. La palabra más mencionada en esta cuarta edición. CM Málaga, organizado por FYCMA junto con diario SUR y la Junta de Andalucía, confirma la «omnipresencia» de la Inteligencia Artificial (IA) en el ecosistema cultural, una realidad en la gestión y en la creación no exenta de contradicciones. El IV Simposio Internacional sobre Nuevas Tendencias del Humanismo Digital en Museos y Organizaciones Culturales concluye abriendo la puerta a nuevos temas de análisis, a esas «paradojas» que plantea la IA y de las que «hay que ser conscientes» para poder hacer un uso crítico de la tecnología.
«La IA se nos ha presentado como un agente que va adquiriendo una papel activo en la configuración de nuevos paisajes culturales y en el funcionamiento de las instituciones culturales, pero también como un objeto de indagación y reflexión que tenemos que explorar para discutirlo críticamente con sus implicaciones ético políticas y socioculturales, que las tiene», apuntó Nuria Rodríguez Ortega, directora del Departamento de Historia del Arte de la UMA y relatora del evento.
Y no solo eso. La automatización de los procesos creativos unida a la IA conduce irremediablemente a un «incremento exponencial» de la producción: es más rápida y más barata. El resultado es una era marcada por la «sobrecreatividad con impacto en la sostenibilidad» ambiental –por la enorme cantidad de energía que necesita– y cultural. En este sentido, además del «riesgo de homogeneización» que implica el que todo el mundo recurra a los mismos modelos de IA, este sistema actual de extracción y acumulación de datos conlleva «prácticas laborales precarias» y se apoya en «cientos de miles de obras de creadores que no han visto compensación» alguna por su trabajo. Y esto, puntualiza Rodríguez, «nada tiene que ver con la sostenibilidad social y cultural» que debe presidir la labor de los museos y centros culturales.
Las prácticas artísticas, mantiene Rodríguez, pueden contribuir a «aportar inteligibilidad» y «a desmitificar narrativas que desvirtúan nuestra relación con la IA y le quitan potencial de innovación». Porque, apunta la relatora, la IA no es un espejo de nosotros mismos: «Solo explorando la radical diferencia que existe entre IA y el ser humano es como vamos a poder aprovechar su potencial».
Las conclusiones pusieron también el foco en el concepto de 'digital dark age' (era digital oscura) que planteó Regina Harsanyi, del Museo de la Imagen en Movimiento de Nueva York. Rodríguez alertó del «agujero negro» al que se encamina la producción digital, no conservada ni preservada. «Hay que incluirla en el relato de la Historia del Arte y en los discursos de los museos, rellenando un hueco que me resulta inexplicable», declaró, en referencia a la cantidad de museos de arte contemporáneo que aún no tienen arte digital y de los nuevos medios.
Fueron algunos de los 'highlights' que Rodríguez extrajo de doce horas de reflexión, una jornada y media consagrada al pensamiento y a la mirada crítica que terminaron con una proyección a futuro a cargo de Juan Martín Prada, catedrático de la Universidad de Cádiz. El teórico del arte contemporáneo esbozó los cuatro conceptos que marcarán la creación que está por venir: liminar (en la frontera entre lo inmaterial y lo físico, entre lo humano y la máquina), ectopía (con potencial para desubicarnos, ectopizar la mirada convencional), invaginación (propuesta de inversión, necesidad de pensar de otro modo) y sistémico (entendido como conjunto de sistemas interrelacionados).
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