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En el centro de Florencia viven 40.000 personas, pero en temporada alta comparten sus calles con un millón de turistas. La mayoría de los florentinos reside a las afueras, son «habitantes fantasma» que solo acuden a la ciudad para limpiar los apartamentos de Airbnb y hacer pizzas en un puesto a pie de acera. La segunda jornada del seminario ICOM (Consejo Internacional de Museos), celebrado en el marco del CM Málaga, puso el foco en el sobreturismo que afecta a las ciudades más monumentales del mundo y que ahora está en el centro del debate en Málaga. «Y no tengo la solución, no la hay, pero podemos reflexionar sobre qué podemos hacer mejor», señaló Cecilie Hollberg, directora de la Galería de la Academia de Florencia hasta hace tres semanas y una luchadora por la «dignidad» del David de Miguel Ángel.
Florencia y Roma expusieron en el FYCMA (Palacio de Ferias y Congresos de Málaga) sus casos con imágenes de ambas ciudades abarrotadas de turistas, en grupos muy numerosos en los que ni siquiera se intuye el guía. Visitantes que comen en la calle comida basura, que se suben en columnas históricas para hacerse un 'selfie' o que descansan sobre piedras milenarias. «Muchas veces no son conscientes de la fragilidad del lugar en sí», añadió Angelica Pujia, conservadora jefa del Parque Arqueológico del Coliseo de Roma. «Me encanta Florencia, pero me siento triste cuando veo cómo ha desaparecido la vida de la ciudad (...) La mayor parte de los residentes se sienten frustrados.», admitió Cecilie Hollberg.
Pero en medio de esta invasión de turistas, la Galería de la Academia de Florencia se ha convertido en un «microcosmos» de organización, control y sostenibilidad. «He visto lo que es posible conseguir con un enfoque sostenible: con pequeños grupos, visitas lentas, mejor señalización, mejor orientación, distintas horas de aperturas… Ha sido transformador», admitió. La Galería afrontó una renovación de todas sus salas poniendo en valor cada obra de arte con una nueva museografía, iluminación, color de las paredes. «Antes entraban hacia el David sin mirar nada más. Ahora no (...) Las personas se distribuyen por todo el museo, ha sido un esfuerzo pero ha merecido la pena».
Además, han aumentado las horas de apertura, con las primeras visitas a las 8.15 horas de la mañana. Hasta 120 horas han sumado en los meses de verano, lo que permite una mayor fluidez en las entradas. Se diseñó un itinerario circular, con señales más fáciles de entender y se impulsaron las visitas lentas, con guías. Y algo fundamental: implicaron a los florentinos que llevaban décadas (desde el colegio) sin visitar la Galería por considerarla «un museo para turistas» con la Asociación de Amigos de David.
En el parque del Coliseo de Roma el desafío es muy similar. El conjunto no solo incluye los yacimientos arqueológicos y monumentos, sino que se extiende por 77 hectáreas del centro de la ciudad con varios museos y templos romanos. «Y podemos trabajar en visitas que rompan la lógica de masificación con un mayor fraccionamiento y con actividades que permitan la sensibilización de los visitantes, también con la ayuda de las nuevas tecnologías», indicó Angelica Pujia. En el caso del Coliseo, el objeto de todos los 'selfies', se han lanzado tickets personalizados para personas que ya lo hayan visitado alguna vez, para que hagan un recorrido diferente y descongestionen los puntos más demandados. Además, se han habilitado más puertas para evitar aglomeraciones, se ha ampliado el horario de apertura (con visitas incluso nocturnas), reducido los grupos y se mejora la señalética para facilitar la orientación del turista.
Más allá del anfiteatro romano, el parque se configura como un museo al aire libre que abre todo el año y durante todo el día. Y sin barreras, se puede tocar la piedra, porque «la visita tiene que ser un contacto con la historia, una experiencia inmersiva». Para garantizar su conservación, más de 50 personas se encargan del mantenimiento diario de los espacios y se hacen actividades para implicar al público en las tareas de conservación. «No siempre podemos educar, pero sí hacer el esfuerzo de informar». El sobreturismo, en definitiva, es una tendencia que no podemos revertir pero sí proponer herramientas para favorecer un enfoque social y sostenible», concluyó.
Quizás la Inteligencia Artificial pueda ayudar a “encontrar respuestas a los problemas” del sobreturismo, aportó Diana Pan, jefa del departamento de Tecnología de The Museum of Modern Art (MoMA). En su museo, de hecho, ya se aplica para solucionar cuestiones prácticas. Como por ejemplo, para catalogar el inmenso archivo de documentos y dibujos de Mies van der Rohe. “Fue fantástico y nos costó 68 dólares”. Y también para añadir descripciones a 75.000 imágenes usando Anthropic, Chat GPT y Google Gemini. Un trabajo de años se resolvió en días revisando unos textos con los que quedaron “muy satisfechos”. Actualmente experimentan con el modelo RAG (Retrieval-Augmented Generation), más preciso, una solución para que el visitante encuentre al instante la planta en la que está la obra que quiere ver.
El MoMA es un centro cultural pionero en el uso de la IA en museos. De hecho, once días antes de que se anunciara ChatGPT, el museo neoyorquino dio a conocer su nueva adquisición: ‘Unsupervised’ de Refik Anadol, la primera obra generada por inteligencia artificial que se ha incorporado a su colección. Entrenada con los datos de 138.000 piezas de arte de los 200 últimos años de historia, la IA creaba en tiempo real una obra que cambiaba en función del movimiento de personas, la temperatura o la luz. Junto a esta creación, el MoMA adquirió también un NFT, “representantes del arte de nuestra era”.
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