Más difícil todavía sobre hielo

Un cartel reza «Entrada de empleados». Lo dice en alemán, pero el traductor del teléfono descifra el jeroglífico germano. El acceso lateral al majestuoso Festhalle, un auditorio de comienzos del siglo XX dedicado a los espectáculos, es el escenario en Frankfurt de 'Crystal', el primer montaje del Cirque du Soleil sobre hielo. Y lo del hielo se nota nada más entrar en este coliseo. La temperatura no es gélida, pero tampoco invita a desprenderse del abrigo. Un par de pasillos, otras tantas puertas y una cortina después llegamos al 'backstage', a la sala de máquinas de este 'show', en el que el frío ambiental se equilibra con la seducción que produce la nieve, el atractivo hipnótico del patinaje y la pasión circense que le ponen los artistas de esta producción de la compañía canadiense que ha vuelto con fuerza tras la pandemia. Tras EE UU, esta troupe del Circo del Sol -circo del hielo, en este caso- saltó a Europa donde estos días apura su gira alemana en la capital del BCE antes de viajar en diciembre al Pabellón Martín Carpena de Málaga con sus 21 camiones para el estreno en España de este espectáculo pionero. Una caravana que incluye una pista bajo cero.

«El circo lo sabemos hacer muy bien, así que cuando nos planteamos un nuevo reto nos fijamos en patinaje que tiene un estilo muy marcado, pero que nosotros hemos llevado a nuestro mundo», explica en un delicioso español con acento 'guiri' Rob Tannion, director artístico de este más difícil todavía sobre hielo que hace posible malabarismos, acrobacias, trapecios y saltimbanquis extremos sobre el resbaladizo lago helado en el que se ambienta 'Crystal'. «Ofrecemos lo mejor de ambos, del Cirque du Soleil y del patinaje», asegura el australiano, que no tiene a especialistas en estas disciplinas por separado, sino que los circenses han aprendido a patinar y los patinadores se han aplicado con las acrobacias. «Aunque no sea perfecto tienen que dominar ambas técnicas», sostiene el responsable de la puesta en escena de este 'show' que costó años en poner en marcha hasta asegurar que las piruetas sobre hielo eran compatibles con la seguridad de los artistas/deportistas.

Un ejemplo son los mástiles pendulares, que se enganchan y desenganchan de una estructura del techo con asombrosa facilidad para ofrecer uno de los números más peligrosos de 'Crystal'. «Estos postes y su sistema de anclaje se diseñaron específicamente para este espectáculo, un proceso en el que tardamos un año, aunque ahora parezca algo sencillo», comenta Tannion, que añade que los acróbatas requieren una gran especialización previa y cinco meses de entrenamiento exhaustivo para hacer los triples saltos mortales hacia atrás para caer sobre una colchoneta elevada que, sorprendentemente, no se desliza en el hielo cuando recibe a los 'pilotos' de estos vuelos. Una preparación que hay que mantener cada día con entrenamientos de hasta 4 horas. Y aunque trabajan con un riesgo calculado y con un vestuario y atrezzo diseñado para esta superficie, el hielo siempre tiene margen para lo imprevisible. De hecho, dos de los cuatro deportistas de hockey extremo se han lesionado en los últimos días lo que impidió realizar este número en el estreno en Frankfurt por lo que pillamos precisamente a Robert Tannion en unos ensayos para adaptar la función a solo dos patinadores por unos días. «Lo tenemos todo calculado hasta un punto, por lo que hay que ser muy flexible y tener un plan A, un B, un C, un D... para cada problema», confiesa el director artístico que, más que jefe, considera que su misión es la de mantener el «control de calidad» sobre el escenario. Bueno, sobre la pista.

La calidad del español del australiano es llamativa, así que, antes de que se marche a la prueba del número del hockey, nos desvela su hispanidad adoptiva: «Me casé con una española, viví en Madrid y tengo tres hijos que nacieron allí y que van a venir a verme al estreno en Málaga. Lo estoy deseando». Eso será el 10 de diciembre, menos de un mes. No es el único que piensa en esa cuenta atrás ya que Agustín Bells también tiene ganas. Este malabarista mexicano nos recibe en la parte de atrás del escenario, cerca de la salida central a la pista, donde se amontonan árboles metálicos, columpios o el triciclo del payaso que unas horas después saldrán al hielo. También está la peana de casi dos metros de altura que sirve a este artista para su endiablada actuación en la que va sumando pelotas hasta perder la cuenta. «Al principio las usaba blancas para que parecieran bolas de nieve, pero se confundían con el hielo», cuenta el 'pelotero,' que acabó pasándose a las esferas fosforito que le da también vistosidad a su número con el juego de luces y la escenografía.

Con una bola en la mano desde los 12 años, Agustín es la quinta generación de la familia circense Bells y el único malabarista de 'Crystal'. Probablemente porque cumple dos requisitos poco comunes: mueve las manos con una velocidad solo vista en los vídeos acelerados y manejaba los pies sobre hielo antes de que este espectáculo estuviera en marcha. «Hombre, sabía hacer las dos cosas, pero por primera vez lo tuve que hacer a la vez y no fue sencillo», cuenta el artista que nos descubre su fórmula secreta. O no tan secreta. Más bien es la fórmula del éxito para conseguir casi todo en la vida: «Con disciplina y entrenamiento todo se consigue». Una preparación que, no obstante, no le hace inmune a los errores. «Es que una pelota la pierdes en milésimas de segundo, así que tienes que estar muy concentrado», explica Agustín, que llega a poner en órbita hasta cinco bolas. «Puedo mover nueve a la vez, aunque para el espectáculo estoy tratando de llegar a siete», cuenta este mago, que explica que al practicar el malabarismo de rebote –chocando contra el suelo-, la dificultad es mucho mayor en 'Crystal' ya que «el hielo es irregular, puede tener nieve o un surco que ha dejado un patinador por lo que siempre hay margen para lo inesperado».

Una exposición a las incidencias que también sufren los que visten a Agustín Bells y al resto de los 42 artistas que saltan y bailan sobre la pista. Para llegar al departamento de vestuario, hay que bajar a las catacumbas del Festhalle de Frankfurt y pasar de largo por el comedor donde almuerzan buena pare del casi centenar de miembros de la compañía. Todavía no ha probado bocado la española Isabel Franco, que hace unos años entró de apoyo local a una obra del Cirque du Soleil que se representaba en Tarragona y ahora es la jefa de vestuario de 'Crystal'. «Fui tomando responsabilidades y hasta aquí», resume de un plumazo esta oscense, que lleva el equipaje más pesado del 'show': 4.000 piezas, entre ropa, zapatos y accesorios de todo tipo. Todo esto lo cuenta mientras a sus espaldas sus colaboradores le ponen la banda sonora de las máquinas de coser. «Tenemos que mantener la calidad del vestuario y para las emergencias siempre tenemos una segunda prenda preparada, aunque a veces tenemos que hacer arreglos sobre la marcha», relata Franco que añade que, pese a que no salen al escenario, «nuestro trabajo es frenético y somos los que pasamos más nervios».

En cuanto al vestuario –muy de cuento–, la española resalta la «relación con el hielo en los estampados, los patrones de color y esa línea cercana a los años 50». Cerca tiene las pelucas pelirrojas que viste la protagonista, Crystal, la niña que cae en las aguas de un lago helado, donde encuentra su reflejo, su otro yo, con el que repasa su pasado y su futuro. «Cuando me enteré que el Circo del Sol hacía un espectáculo de hielo fue emocionante y me presenté a un puesto en 2017», cuenta la canadiense Hjordis Lee que tuvo que esperar, pero se convirtió en la protagonista en 2019. Deportista de élite, la patinadora cambió la competición por la fantasía de este montaje para el que también ha aprendido acrobacias. «Me encanta ser Crystal. Es un personaje con el que creo que todos podemos conectar. Para mí es como una terapia interpretarla usando mi pasión y mi oficio..., aunque me deja agotada», confiesa Lee, que encarna al personaje clave de este circo sobre hielo que cada noche se propone el más difícil todavía. O como dice Rob Tannion: «Que el espectador sienta que no puede ver nada mejor».

• Temas
• Málaga