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La familia itinerante que hereda su pasión circense entre generaciones ha quedado atrás. El circo se ha transformado en los últimos años dando paso a un espectáculo total en el que sus protagonistas hacen malabares dentro y fuera de la carpa:han tenido que aprender a gestionar su talento, venderlo, organizar los espectáculos y coordinar el apartado técnico, todo ello sobre la cuerda floja de las subvenciones y un modelo autónomo. Este fin de semana se dan cita en Málaga Escuela de Circo (MEC, en Pizarra) los principales representantes del sector a nivel andaluz, cerrando un cartel cargado de galas, talleres y debate. Se trata de la segunda edición del encuentro profesional que el año pasado llenó su aforo.
La mañana de ayer fue especialmente ajetreada en los terrenos de MEC, donde está instalada la popular Carpa de las Estrellas. El encuentro comenzaba oficialmente a las doce del mediodía; una hora antes, Rosa Colell, gerente de la Asociación de Circo de Andalucía, cierra los últimos flecos y encarga a sus compañeros algunas gestiones de última hora. «El encuentro tiene un programa muy variado», explica. La primera actividad, a las cuatro de la tarde de ayer, fue un debate interno para analizar el estado del circo en Andalucía.
El viernes concluyó con una gala protagonizada por artistas de todo el país y la de esta noche (a las 20.00 horas) correrá de la mano de profesionales andaluces. Tanto hoy como mañana habrá diferentes talleres para alumnos y aprendices, además de charlas, entre la que destaca la que analizará el papel de la mujer en el sector.«Llevamos mucho tiempo intentando dejar atrás algunas de las desigualdades, como la mayor exigencia técnica a las acróbatas». Las actividades concluirán mañana, con una paella final.
La cita de Pizarra supone una muestra representativa de cómo ha cambiado la profesión. El presidente de Málaga Escuela de Circo, Jonathan Fernández (al que todos llaman Jhony Macarroni), explica que el circo ha acentuado su papel integrador de múltiples disciplinas. «A este mundo antes se entraba por tradición, muchas veces familiar, ahora se hace por pasión y desde muchos ámbitos diferentes». Música, danza, teatro, deporte... bajo la carpa se aúnan todas las formas de entretenimiento posibles. Además, el siglo XXI también ha incidido en otro factor importante:«Estamos totalmente a favor del circo sin animales, eso viene de una tradición que hay que ir cambiando, aunque hay que entender que hay quien siente pasión por ese método, pero se puede hacer circo sin animales».
Entre toda la transformación que vive el sector, el circo andaluz tiene un «papel protagonista» a ojos de Fernández:«Los dos últimos premios nacionales son de la comunidad, hay cada vez más nivel y más público, además de que se está generando cantera; los festivales se llenan y el circo se contrata más allá del espectáculo como tal, se reclaman habilidades circenses para muchas más cosas».
Todos estos factores conviven de forma transversal con el complejo reto de la gestión de los espectáculos, como explica el malabarista Anthony Johns. «El día a día del circo se vive de forma diferente, la profesión te tiene que gustar mucho, hay que saber reaccionar a los problemas de última hora». Al fin y al cabo, se ha convertido en una «multidisciplina» en la que la figura del artista en exclusiva «casi ha desaparecido». «Todos hacemos de todo», explica mientras varios compañeros preparan la Carpa de las Estrellas. «Las compañías a veces podemos costearnos la parte de asesoría y gestión, pero desde el principio aprendemos a llevarlo todo».
Los tres coinciden en que la tradición «ha dado paso a la pasión», y en que el futuro del circo está en las manos de quienes este fin de semana acuden a Pizarra para sumarse a ese malabar que nunca para.
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