Los supervivientes malagueños de la candidata española al Oscar

Dos días. Dos jornadas de trabajo con temperaturas bajo cero y a palazo limpio para quitar la nieve. La petición del director J. A. Bayona era recrear el 'derrape' que produjo el avión Fairchild 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya al estrellarse contra la montaña helada de los Andes. El violento aterrizaje dejó un surco de 200 metros que había que recrear en Sierra Nevada en un plató exterior situado a 2.800 metros sobre el nivel del mar. En pleno enero y con un tiempo que pasaba del sol a la tormenta sin avisar. La idea inicial era fácil. La pala de una máquina abriría la zanja que dejaba el aparato tras el choque y posterior patinaje sobre hielo. Pero el resultado no convenció, así que Nahia Fito y el resto de especialistas en efectos especiales (sfx) de 'La sociedad de la nieve' se pusieron pala en mano a abrir el tajo en una ladera con un 40% de desnivel. «Si se te caía una herramienta la habías perdido porque se iba deslizando cuesta abajo y no la volvías a ver», ilustra el cineasta malagueño sobre las difíciles condiciones de trabajo de una película en la que también ha tenido su papel su paisano Rafa Guadamuro, jefe de casting de Modexpor, y que se ha encargado de seleccionar y movilizar a casi un centenar de dobles para este exigente rodaje de Netflix que ya ha hecho mucho ruido cuando todavía no ha aterrizado en los cines ni en la plataforma norteamericana: se preestrenó en el Festival de Venecia, es la candidata española a la próxima edición de los Oscar y acaba de ganar el premio del Público en San Sebastián.

Gran candidata a acaparar nominaciones en la próxima edición de los Goya, esta superproducción rescata la trágica historia de los pasajeros del vuelo que en 1972 trasladaba a un equipo de rugby y que se estrelló en un glaciar andino. Sobrevivieron al impacto 29 de los 45 pasajeros, aunque no todos lograron llegar con vida al rescate ya que la ayuda tardó en llegar lo que obligó al grupo a tomar decisiones extremas al quedar aislados. Esa sociedad de la nieve que formaron las víctimas del accidente para seguir con vida es de lo que habla el título de esta película, cuya historia ya fue llevada a la pantalla en la película 'Viven' (1993), basada en el libro homónimo del británico Piers Paul Read. Bayona vuelve a ese escenario, pero a partir de otra fuente, el escritor uruguayo Pablo Vierci, del que adapta su libro para mostrar el carácter emocional de esta poderosa historia y el realismo de su puesta en escena. Ahí entran las colaboraciones de los malagueños, que destacan las situaciones controladas, pero difíciles en las que se desarrolló este rodaje en alta montaña que no solo exigieron una aclimatación al frío del invierno, sino también a la altura y el menor oxígeno.

Unas condiciones multiplicadas además por tres, ya que el rodaje entre enero y abril de 2022, se desarrolló en tres escenarios nevados a la vez. «Uno de ellas se instaló a una altura de 2500 metros -en realidad algo más de 2.800 metros- en la estación de esquí de Sierra Nevada. Debido a las condiciones metereológicas tan extremas, se construyó una segunda réplica en un llano al nivel del mar, donde el equipo podía seguir rodando en caso de que el acceso a la montaña fuera imposible. La tercera copia se construyó en el interior de una nave industrial situada en una zona más accesible de la misma estación», resume el propio Bayona que añade que, en cada uno de estos platós, el diseñador de producción Alain Bainée construyó tres réplicas exactas del avión 571 a partir de los planos originales de la nave. Una vez situadas allí los fuselajes accidentados llegó el turno de los especialistas en sfx dirigidos por el jefe de efectos especiales, Pau Costa, para que todo resultara creíble y espectacular.

«Pau, con el que había trabajado en la última entrega de 'Matrix', me llamó para que hiciera de enlace entre el departamento de efectos especiales y el de arte», explica Nahia Fito, que se incorporó al proyecto en noviembre de 2021 para desarrollar los sfx, cuyos detalles están todavía bajo la llave de la confidencialidad. «Nosotros no sufrimos como esos supervivientes, pero evidentemente tuvimos que desarrollar el trabajo en un medio hostil», ilustra el malagueño que ha trabajado también en las últimas entregas de la serie 'The Crown'. La Laguna de las Yeguas, donde se encontraba el set a más altura –2.800 metros–, fue su lugar de trabajo durante semanas. «Una vez colocaron el avión tuvimos que marcar todo la zona con los efectos del accidente, trabajando en condiciones difíciles y exigentes para todo el equipo», explica Fito, que subía a las 5 de la mañana al decorado, primero en telesilla y después durante unos 50 minutos en una oruga. «A veces empezábamos a trabajar a menos 12 grados, aunque tras un par de semanas de aclimatación a la altura ya entrábamos en calor rápido. La verdad es que todos nos pusimos en forma», cuenta con una sonrisa el especialista al que se le congeló la barba. Literalmente.

«El primer día me pinchaba el pelo al hablar así que hice el amigo de sacudirme el hielo y me quedé con un trozo de barba en la mano. Aprendí rápido que el pelo congelado se rompe», cuenta divertido Nahia, que añade que trabajaban con líneas de vida y con toda la seguridad. Un trabajo «exigente», aunque también «motivador» y desarrollado además con «libertad» por la confianza que deposita en el equipo Pau Costa, con el que también colaboró en la construcción de una «lavadora gigante» para las escenas de avalancha desde el interior del propio avión. A lo que se une todo un máster en producción de nieve artificial. «Pau hizo muchas pruebas porque teníamos que rodar en un parque natural y no podíamos utilizar nieve falsa con polímero, sino materiales biodegradables como celulosa e incluso plumas que quedan suspendidas en el aire y dan esa sensación gélida ante la cámara», descubre Nahia Fito, que destaca también la capacidad motivadora del director de 'El orfanato' con todo su equipo para trabajar cada día contra los elementos: «No es un director duro, sino exigente porque pide realismo y eso requería esfuerzo para mostrar la desesperación y el sufrimiento de los protagonistas. Esta película solo la podía hacer Bayona».

De exprimir al máximo las posibilidades escénicas también sabe el malagueño Rafa Guadamuro, propietario de la agencia Modexpor, responsable de la figuración en grandes producciones como 'Juego de Tronos' y 'La casa del dragón'. ¿Pero qué hace una empresa de casting en un rodaje sin extras y con casi una treintena de actores que están en pantalla el 99% de las escenas? La respuesta no se hace esperar: «Tuvimos que buscar dobles de cada personaje y con diferentes complexiones porque se tenían que ir adaptando al proceso de desnutrición de los supervivientes», explica el experto que añade otra variable más: «Al haber tres unidades –una en cada plató– y funcionar a veces a la vez, teníamos que tener dobles en todos ellos». Desde personas con parecidos razonables a montañeros para las escenas a 2.800 metros, la media ha sido unos cuatro dobles por cada protagonista, lo que suma casi un centenar de personas.

El jefe de producción Raúl Guilbert fue el que le 'compró' el billete para esta aventura en avión a Rafa Guadamuro, que a las difíciles condiciones climáticas del rodaje añade uno más de los inconvenientes que surgieron en el rodaje en 2022: el covid. «Hubo actores que tenían que ausentarse diez días y también había que cubrirlos», recuerda el director de casting malagueño que asegura que, aunque la aspirante española al Oscar que más sonaba era la cinta de Víctor Erice 'Cerrar los ojos', «no me ha sorprendido que la elegida sea la de Bayona porque su estreno en Venecia y su cartel en EE UU es incuestionable». Un optimismo del que también participa Nahia Fito, que incluso eleva la apuesta tirando para casa: «No me extrañaría que sea nominada en alguna otra categoría de Hollywood como los efectos especiales».

Netflix ya ha confirmado que la película se estrenará en cines este otoño, aunque todavía no ha confirmado la fecha definitiva. «Cuando la estábamos rodando ya sentíamos que esta no era una película más», relata el técnico en sfx que no oculta que la historia de los supervivientes del vuelo 571 inspiró al propio equipo para superar el rodaje. «A nivel psicológico nos teníamos que apoyar, querer y cuidar, por lo que formamos nuestra propia sociedad de la nieve», rememora Fito que coincide con Bayona en que el verdadero premio de la película es «que la pudiéramos terminar».

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