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En la filmografía de la Semana Santa de Málaga, hay un título que ha pasado desapercibido en los listados de películas cofrades. Se titula '¡Ya soy mujer!' y la dirigió Manolo Summers, el cineasta más inquieto, crítico, ácido y divertido del cine español del tardofranquismo. La película retrata dos temas muy presentes en la obra del director, la adolescencia y la religión, aunque desde un punto de vista muy novedoso en su época ya que muestra un enfoque más acorde con los tiempos actuales: la historia de una joven que se enamora de un cura, pero vista desde la mirada de la mujer. No se trata de una película canónica de lo que se considera la cinematografía cofrade –tipo 'Amanecer en Puerta Oscura', con la escena final del Rico y los presos, o 'Novios de la muerte', con la relación de los legionarios con el Cristo de Mena–, sino más bien un extraño caso que trasladaba a los jóvenes protagonistas a Málaga para asistir y participar en los desfiles procesionales con la presencia estelar del Viernes Santo y la Real Cofradía del Amor y la Caridad.
De aquel rodaje guarda memoria Alfonso Sell, hermano mayor de la hermandad en los años 80 y ligado a la institución desde su juventud. Su pasión por la Semana Santa la compatibilizaba con su afición al cine, en el que se introdujo como colaborador de filmaciones en la Costa del Sol desde los años 60, para las que igual conseguía permisos de grabación, realizaba un casting o facilitaba cualquier material necesario para la puesta en escena. Sell era lo que hoy se denomina un 'production services', así que cuando Manuel Summers trasladó el argumento del filme a Málaga durante las vacaciones de Pascua de los protagonistas y llevó al guión las escenas cofrades, la productora Kalender Films llamó a la puerta de este malagueño que tenía las llaves de la casa hermandad del Amor para hacer realidad las secuencias ambientadas en el Viernes Santo. Por la pantalla desfilan así nazarenos, numeroso público y hasta los tronos de los titulares, aunque los fotogramas tienen truco.
«Necesitaban rodar una procesión, así que les prestamos una decena de túnicas con las que montaron un simulacro de desfile y filmaron las escenas, que después en el montaje se mezclaron con imágenes rodadas aquella misma Semana Santa –1974– y daban la impresión de que se trataba del Viernes Santo», explica Alfonso Sell, que acompañó en el rodaje al propio Manolo Summers, al que recuerda como un director «ingenioso». La secuencia en concreto era el encuentro de la protagonista, Celia, de 13 años, con su novio Guillermo, que sale de nazareno en el Amor y al que ella intenta identificar entre los clones con capirote, velas y túnica negra.
Aquel filme que devolvió la Semana Santa a la calle fuera de calendario se produjo una noche en pleno mes de julio, lo que provocó la sorpresa de los vecinos del Perchel que, al cruzar el Puente de los Alemanes, se encontraban con el intempestivo y veraniego cortejo cofrade en el Pasillo de Santa Isabel. «Pero bueno, ¿otra vez Semana Santa?», exclamó una abuela que, según SUR, se topó con aquella procesión que parecía muy real ya que, además de los nazarenos, congregó a decenas de extras, muchos de ellos niños pidiendo cera, además de la protagonista, Cristina Ramón, que encarnaba a la adolescente Celia, y su amiga, interpretada por Dacil Márquez.
La escena tuvo que repetirse varias veces hasta que salió del gusto del director, lo que sufrieron especialmente los figurantes embutidos en las «túnicas y capirotes que además eran de terciopelo, por lo que pasaron un calor insoportable», recuerda Alfonso Sell. Nada de eso se nota en pantalla, ya que el lugar de rodaje estuvo en la misma zona en la que se tomaron las imágenes del verdadero desfile procesional realizado el Viernes Santo –tres meses antes–, en las que se observa el paso de los tronos del Amor y la Caridad por la Tribuna de los Pobres. Unos fotogramas que también incluyen tomas en Puerta Nueva y tienen valor documental, ya que el trono de la Virgen aparece sin el palio que se añadió después y que actualmente porta. La película también incluye nazarenos de túnica celeste, que uno de los personajes de la película identifica con otra hermandad del Viernes Santo, la Piedad, aunque esta cofradía nunca ha llevado dicho color por lo que se trata probablemente de las túnicas de la Soledad de San Pablo, como apuntan Antonio Montilla y Jesús Hinojosa, periodistas de SUR expertos en Semana Santa.
'¡Ya soy mujer!' incluyó también otras escenas en Málaga rodadas en el zona infantil del Parque y secuencias nocturnas en el Puerto –supuesto Barrio Chino de Málaga, según el guion–, donde Celia sufre el acoso de un amigo y después rompe con su novio. «Esta es una de las pocas películas de Summers con un argumento que no es original suyo, sino que la actriz Beatriz Galbó –la amiga de la protagonista en la película– le contó al director que de joven se enamoró del cura del colegio y cómo vivió su adolescencia, y el cineasta escribió esta historia con la novedad de que mostraba ese paso de niña a mujer desde el punto de vista de ella», explica Miguel Olid, crítico y experto en la obra del autor de 'Adiós cigüeña, adiós' y 'La niña de luto', del que prepara el documental 'Summers el rebelde', al cumplirse el 30 aniversario de su muerte.
Aunque tiene evidentes rasgos de su cine, '¡Ya soy mujer!' fue una película muy rompendora y está considerada una rareza por esa mirada desde el mundo femenino. Warner intuyó que la cinta tendría tirón en pantalla y no se equivocó. La producción logró más de 1,7 millones de espectadores en la taquilla española –un sueño para cualquier película hoy día– y, en Málaga, se exhibió en el cine de los grandes estrenos de los 70, el Astoria. Además de la engolada publicidad fílmica que anunciaba «el acontecimiento cinematográfico de la actual temporada», la sala malagueña llamó la atención de las espectadoras al anunciarla como «una película para todas vosotras», además de venderla como el «mejor, más audaz y valiente filme de Summers». Y aunque no se decía ni una palabra de la Semana Santa y la cofradía del Amor en la promoción, el boca-oreja también funcionó para llenar el patio de butacas. La película estuvo procesionando más de mes y medio ininterrumpido en la cartelera del emblemático Astoria.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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